19/N: un debate en serio

19/N: un debate en serio

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Las campañas presidenciales pueden ser la oportunidad de un fortalecimiento republicano siempre y cuando se constituyan en un momento en el que se confronten ideas, convicciones, talantes, equipos, experiencias y estilos de liderazgo. Con una buena campaña los países avanzan porque los ciudadanos se informan, aprenden, debaten y finalmente toman una decisión. La deliberación inteligente abre siempre nuevos senderos para el progreso. Pero, en una campaña puede ocurrir también lo contrario: que la descalificación reemplace el argumento, que prime la reyerta por sobre el debate, que cada cual movilizando recursos efectistas, busque ganar por knockout allí en donde, en democracia, lo normal es ganar por puntos.

Llegó marzo y el inicio de precampaña se anuncia fatal. Así como van las cosas no será presidente el más preparado, el más lúcido o el más sensible. No. Será presidente, simplemente el más resistente, el que tenga el “cuero más duro”. Escuché decir hace poco que esta elección iba a ser como una carrera de autos, pero, de autos todos chocados. Lo que se anuncia no es gran espectáculo que despliegue velocidad, pulcritud y elegancia. Se anticipa más bien una carrera de obstáculos con mucha trampa, ripios y zancadillas.

En estos días, ha sido Sebastián Piñera -puntero en las encuestas- el que está en el banquillo de los acusados con Bancard, Exalmar y Dominga. Ayer fue Marco Enríquez Ominami, crucificado en la plaza pública de manera groseramente arbitraria. Su competitividad como opción al interior del mundo del centro y de la izquierda lo transformaron en un blanco predilecto. Puedo dar fe de la fortaleza de las convicciones de Marco. Conozco por cierto menos a Sebastián Piñera. No somos parientes ni mantenemos tampoco una relación de amistad. Fuimos colegas en el Senado durante cuatro años entre 1994 y 1998. No comparto la mayoría de sus puntos de vistas. Discutimos muchas veces intensamente en las comisiones de Hacienda, de Presupuesto y en la sala del Senado. Soy partidario de enfrentarlo con vigor y derrotar sus ideas. Pero, no me gusta el intento de golpearlo en el camarín, de ganarle antes de salir a la cancha.

Si hay antecedentes que merezcan el inicio de procesos, que la justicia haga su trabajo. Nadie puede estar por sobre ella. Pero, lo peor que nos puede pasar es remitir a resolución de la justicia lo que no puede sino ser resorte de la soberanía popular. El resultado de las elecciones deben decidirlo los ciudadanos, no los jueces. Faltan más de siete meses para la elección presidencial. En el camino por el que vamos puede pasar cualquier cosa. No nos resignemos a que esta elección presidencial se transforme en una mezcla de pelea de barrio, concurso de belleza y carrera de obstáculos.

Para salir de la dinámica actual debiera organizarse un debate sistemático en torno, a lo menos, cinco cuestiones cruciales: la relegitimación del sistema político, la regionalización, la reactivación del crecimiento, la seguridad de las personas y la inserción de Chile en el nuevo cuadro internacional. Los medios tienen aquí un papel fundamental. A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, en donde se plegaron a las condiciones del puntero que nunca tiene interés en debatir, se debiera concordar un intenso programa de discusión que asegure un examen acucioso de las posiciones de cada cual. Esto, es tan importante como asegurar reglas equitativas y transparentes en materia de financiamiento de campañas. (La Tercera)

Carlos Ominami

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