Sin grandes novedades nos presentó su último IPoM el Banco Central, con un escenario externo que mejora en forma marginal respecto a lo estimado hace tres meses, mientras que empeoran las estimaciones para la economía chilena en 2017, mostrando, sin duda, que son los factores internos los que explican el deterioro. Es cierto que en parte esto se explica por el fenómeno puntual de la huelga de Escondida, pero también lo es el que los incentivos implícitos en la nueva legislación laboral contribuyeron al resultado que tuvo este conflicto, siendo este un factor netamente interno, y que podría generar situaciones similares hacia adelante.
Correspondía en esta oportunidad reducir el rango de estimación para el PIB, lo que se hizo cortando el extremo superior, es decir, de una estimación entre 1% y 2% en marzo, se baja a un rango entre 1% y 1,75%. Empeora también la estimación para la inversión, de un crecimiento de 0,2% proyectado en marzo a una caída de 0,9%, con lo que se lograría el récord de cuatro años seguidos de contracción en la inversión. Me pregunto con esto si el ex ministro Arenas seguirá pensando que la reforma tributaria no tendría efecto en la inversión.
La buena noticia del IPoM fue que mejoraron las estimaciones de crecimiento para 2018, a pesar de que se mantuvieron los supuestos para el escenario internacional, los que en todo caso apuntan a un mundo más dinámico el próximo año que este. De una estimación para el PIB en marzo entre 2,25% y 3,25%, se sube ahora a 2,5% – 3,5%. No es mucho, pero al menos apuntando a recuperar niveles más cerca de 3%. Surge entonces la pregunta ¿es ese un escenario factible? Mirando los fundamentos, por supuesto que lo es; un mundo en crecimiento, mejoría de términos de intercambio durante este año, tasas de interés externas que se mantienen muy bajas, y una política monetaria interna muy expansiva, con una reducción de la TPM de un punto porcentual en lo que va del año. De hecho, con estos mismos fundamentos hace algunos años el problema sería el sobrecalentamiento de los motores, mientras ahora sólo intentamos que se enciendan. Esta vez entonces sí podemos decir con algún grado de seguridad que en adelante el crecimiento mostrará una tendencia al alza, a no ser que la política interna o la geopolítica mundial nos traigan malas noticias inesperadas.
Chile podría crecer un 3% o más en 2018, siempre y cuando el escenario político interno nos acompañe. Eso significa recuperar un entorno en que las decisiones políticas se toman con un sustento técnico serio y buscando los consensos más amplios posibles. No es posible revertir en el corto plazo los errores de política económica de los últimos años, pero sí podría ser factible ir haciendo las correcciones que parezcan más evidentes. Probablemente, la sola expectativa de que se retomará la senda de los consensos y de la seriedad técnica, sería suficiente para revertir el negativo cuadro de la inversión. Sin embargo, este escenario no está exento de riesgos, sobre todo cuando algunos sectores políticos, aun reconociendo en su discurso la importancia de crecimiento, señalan la necesidad de profundizar el camino de estos cuatro años, no obstante que la evidencia muestre que ambas cosas son incompatibles.
El IPoM no lo puede decir en forma explícita, pero los escenarios de riesgo que suele presentar para sus proyecciones están fuertemente determinados por la política, no por la economía, ya que ciertamente los fundamentos macro no son el problema. (La Tercera)
Cecilia Cifuentes