Es muy probable que en las próximas semanas se reduzca la clasificación de riesgo de los bonos chilenos, debido a que aumenta el riesgo país. ¿Porqué ocurre esto si tenemos una ley de responsabilidad fiscal, que teóricamente preserva un equilibrio sostenible en el largo plazo? La causa es que los déficit fiscales efectivos han sido muy altos y crecientes en los últimos años. Partimos de un superávit fiscal de 0,6% del PIB en 2012, y de ahí en adelante cada año ha estado en déficit, y éstos han crecido sistemáticamente. En 2016 terminamos con un déficit fiscal de 2,7% del PIB y en 2017 se proyecta que superará el 3%. En el Congreso hay una serie de proyectos que incrementan los gastos, sin considerar nuevos ingresos, lo que agravará la situación. El déficit fiscal estructural también ha crecido, y la ley de responsabilidad fiscal, en la práctica, no se ha cumplido.
Estos fuertes déficit han hecho crecer la relación deuda pública/PIB en forma explosiva. Ésta ha crecido desde 4% del PIB en 2007, 8% en 2010, 13,2% en 2014, y 21,1% del PIB en 2016. Si se quisiera estabilizar esta relación, se necesitaría reducir el déficit fiscal efectivo a menos del 0,6% del PIB. Como lograrlo se ve muy difícil, los clasificadores de riesgo proyectan que ella seguirá creciendo, y el país se vuelve más riesgoso.
¿Cómo se llegó a esta situación? El actual gobierno heredó un déficit fiscal inicial de 0,7% del PIB. Hizo una reforma tributaria que pretendía recaudar 3 puntos porcentuales del PIB en mayores impuestos, de los cuales 2 se iban a usar en educación y otros programas sociales, y 1 punto se iba a usar en eliminar el déficit fiscal. ¿Qué ocurrió? Se subió la tributación, lo cual frenó el crecimiento. Al mismo tiempo disminuyó el precio del cobre. En definitiva, los ingresos tributarios subieron solo 0,6 puntos porcentuales del PIB. Esta mayor recaudación tributaria se compensó totalmente por los menores aportes del cobre, haciendo que los ingresos fiscales totales prácticamente se mantuvieran constantes en 21% del PIB.
Si bien los ingresos no subieron, el fisco aumentó sus gastos. Las transferencias para educación y otras áreas subieron en 1,4% del PIB, y se aumentó fuertemente la contratación de empleados públicos, lo que hizo subir el gasto en remuneraciones en 0,5% del PIB. A su vez, el mayor endeudamiento incrementó el pago de intereses en 0,3% del PIB adicional. Con esto se configuró un cuadro de un fisco fuertemente deficitario.
Hacia el futuro, la situación fiscal se ve compleja. La ciudadanía y el Congreso presionan por más gasto fiscal y se ve difícil contener el déficit. Ningún candidato presidencial habla de reducir el gasto y muchos proponen aumentarlo. Esto está debilitando una de las bases más importantes de la fortaleza macroeconómica que tenía Chile. (DF)
Erik Haindl