A menos de una semana del terremoto 7.1 Mw. en México, conmueven las historias de víctimas y rescatistas que luchan entre réplicas y escombros mientras se apaga la esperanza. Hasta ayer, la cifra oficial de personas rescatadas con vida sumaba 69 y la de fallecidos 318, de los cuales 180 murieron en la Capital Federal, donde 38 edificios colapsaron.
Muchos critican que las fallas estructurales de algunos edificios, como el dramático caso de la Escuela Rébsamen, se debe a la falta de fiscalización, negligencia o incluso corrupción en la aplicación de normas sísmicas vigentes desde el terremoto de 1985. Todavía es temprano para adelantar juicio, lo que sí es relevante para entender el nivel de daños es caracterizar el tipo de sismo que afectó a México.
El terremoto del 19 de Septiembre en México se trata de un sismo “Intraplaca”, con epicentro al interior del continente a más de 50 km de profundidad, que son menos frecuentes y conocidos que los “Interplaca” -como el de 2010 en Chile- pero de gran poder destructivo. Tal es el caso del infame terremoto de Chillán en 1939, que cobró cerca de 6 mil vidas, el más alto número en Chile pese a no ser el de mayor magnitud.
En este contexto cobra importancia el trabajo del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres CITRID y el Programa de Riesgo Sísmico PRS de la Universidad de Chile, que como parte de la Estrategia Santiago Humano y Resiliente realizaron un recuento de la situación sísmica de la capital, disponible en www.santiagoresiliente.cl.
En dicho estudio, se adelanta que la exitosa norma sísmica chilena está más bien basada en la experiencia de sismos Interplaca, y que se requieren más estudios y normativas para los Intraplaca y en particular los corticales o superficiales. También advierte que la estructura geotécnica de la cuenca de Santiago requiere considerar el efecto de sitio de la cuenca para estos tipos de sismos, que afectarían en particular zonas de Maipú y Pudahuel. Por otro lado, la Falla de Ramón tiene el potencial de generar terremotos superficiales que afectarían de manera importante la zona oriente de Santiago. Los estudios actuales de la Falla de Ramón establecen la posibilidad de un evento de magnitud Mw. comprendida entre 6.6 y 7.4, con desplazamientos promedios de 1 a 4 m.
Un estudio preliminar de Georesearch publicado en Pulso indica que en el área de influencia directa de la Falla de Ramón se encuentran al menos 80 jardines infantiles, 7 clínicas, 4 hospitales y 5 cuarteles de Carabineros y un reactor nuclear. Para no subestimar el riesgo sísmico en la región, ni alarmar irresponsablemente a la población, es necesario continuar con una caracterización de la amenaza sísmica, incorporando las vulnerabilidades físicas y sociales en las normativas y planes vigentes.
Si bien se ha avanzado en la creación de una red de monitoreo, es deber de las autoridades informar a la comunidad sobre los reales riesgos asociados a estos peligros, y tomar medidas como en Nueva Zelandia, donde luego del terremoto de 2011 en Christchurch se zonificó y condicionó la edificación en las zonas de mayor riesgo.
Dar a conocer los mapas de riesgo sísmico y regular la edificación no será fácil, ya que afectará el patrimonio de miles de propietarios de los suelos de mayor valor en la capital, pero es nuestra obligación moral internalizar esos riesgos y prevenir, antes que lamentar, como en México, el colapso de colegios o jardines infantiles con niños adentro. (La Tercera)
Pablo Allard