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A 30 años de la muerte de E. Honecker: por qué eligió Chile para su exilio

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Este 29 de mayo se cumplen 30 años desde la muerte de Erich Honecker, el líder comunista de la antigua Alemania Oriental y quien vivió sus últimos días en la comuna de La Reina, alejado de círculos políticos y de los medios.

Durante su periodo al mando de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), 193 personas murieron intentando cruzar el Muro de Berlín.

En medio de una ola cambios en los países de Europa del Este, acelerados por la Perestroika y la Glasnot de Mijail Gorbachov en la Unión Soviética, el gobierno de Honecker comenzó a tambalear en 1989. Luego de la caída del Muro de Berlín, fue detenido por corrupción y abuso de poder. En 1990, tras la reunificación de la RDA y la RFA en una sola Alemania, se renovó su orden de detención.

El ex Jefe de Estado escapó en marzo de 1991 a Moscú junto a su esposa, Margot. Ante el anuncio de las autoridades rusas de su inminente deportación, entraron en la embajada de Chile en Moscú.

Allí fueron recibidos por Irma Cáceres, esposa del embajador Clodomiro Almeyda, quien se encontraba entonces en Santiago. Honecker expresó entonces su deseo de radicarse en Chile, donde desde 1990 vivía su hija Sonja, casada con el ciudadano chileno Leonardo Yáñez.

Luego de una extensa y compleja negociación entre las cancillerías rusa, chilena y alemana, Honecker fue trasladado a Berlín para ser juzgado. En ese intertanto se le detecta un tumor en el hígado. El 12 de noviembre de 1992 la justicia alemana inició un proceso por la muerte de decenas de ciudadanos alemanes orientales que intentaron huir a occidente, pero en enero de 1993, la corte de Berlín ordenó la liberación Honecker debido su precario estado de salud.

Pasaron sólo dos horas para que Honecker se subiera a un avión con destino a Santiago donde ya se encontraba su esposa Margot.

El proceso en su contra en la justicia alemana concluyó oficialmente en abril de 1993. «Lo que más me llamaba la atención era que el ícono de lo que fue el comunismo de la Europa del Este, el último dictador de Alemania Oriental y el arquitecto político y padre del Muro de Berlín, terminara viviendo en Chile, a pesar de que había recibido invitaciones (cuando ya había sido defenestrado por sus propios camaradas) para irse a vivir a La Habana, a Corea del Norte y a Siria», comentó hace algunas semanas a El Mercurio el escritor y ex canciller Roberto Ampuero, quien este año publicó el libro «Nunca volveré a Berlín» donde narra la vida del ex dictador.

«(Es) extraño que esta figura central del comunismo europeo oriental eligiera el país más neoliberal de América Latina para pasar sus últimos años. Libre además de cualquier juicio y pena», agregó Ampuero.

Erich y Margot Honecker en la embajada de Chile en Moscú, en 1992. Foto: LUN.

CHILE, «UN LUGAR SEGURO»

Honecker tenía un círculo cercano en Chile, el que consideraba como un «lugar seguro» para refugiarse y pasar sus últimos días. Además, el ex dictador bien sabía que varias autoridades del gobierno chileno habían estado exiliadas en la RDA -durante la dictadura militar- y estaban agradecidas por eso.

El día de su arribo a Santiago, Honecker caminaba a paso seguro, lo que dejó a algunos sorprendidos, puesto que se conocía sobre el cáncer que le afectaba. Tenía puesto un sombrero, portaba un maletín y una chaqueta en la mano. Varios de sus partidarios no dudaron en entregarles cartas y saludarlos, entre ellos, la líder comunista chilena, Gladys Marín.

«Le agradezco al gobierno y al pueblo chileno por haberme permitido cumplir mi último deseo personal: ver de nuevo a mi querida señora y valiente compañera», dijo Honecker a su arribo, quien ya había sido advertido de mantener cautela y bajo perfil en el país.

Partidarios de Honecker, en 1992, expresando su apoyo para que el ex líder comunista se avecindara en Chile. Foto: El Mercurio.

LOS ÚLTIMOS DÍAS EN LA REINA

Ya refugiado en una casa en el condominio de calle Carlos Silva Vildósola, en La Reina, Honecker continuó con sus controles médicos en la Clínica Las Condes. Ese mismo enero, tras su arribo, los médicos confirmaron la gravedad de su estado de salud e incluso se habló que sólo le restaban seis meses de vida.

En los meses sucesivos, en febrero y septiembre, volvió al recinto para ser sometido a varios exámenes. En diciembre, en tanto, fue intervenido con un marcapasos por una arritmia cardíaca, pero fue derivado a su casa a la semana siguiente.

Honecker pasaba su tiempo libre escribiendo sus memorias, desde su experiencia en Alemania, pasando por su huía hacia Moscú, su ingreso a la embajada chilena en ese país, y su posterior traslado a La Reina.

También se le solía ver, en los primeros meses en Chile, recorriendo algunas calles cercanas, aunque paulatinamente dejó esa actividad. Según reportaba la prensa de la época, Honecker y su esposa vivían con una pensión de US$600 de la época, otorgada por el gobierno alemán.

La líder comunista, Gladys Marín, recibe a Honecker tras su arribo a Chile, en enero de 1993. Foto: El Mercurio.

«MURIÓ TRANQUILAMENTE»

El deceso de Honecker, a sus 81 años, ocurrió a las 7 de la mañana del domingo 29 de mayo de 1994, producto de un paro cardiorespiratorio. Alcanzó a vivir 500 días en esa casa.

«Estuve con él esta mañana al momento de su fallecimiento. Murió tranquilamente», declaró a la prensa su hija, Sonja.

Varios partidarios se acercaron a la casa de los Honecker para expresar sus condolencias, como el entonces ex secretario general del Partido Comunista, Luis Corvalán; el ex ministro del Interior en el gobierno de la Unidad Popular, Hernán del Canto; la viuda del ex Presidente de la República Salvador Allende, Hortensia Bussi, y el ex dirigente socialista Manuel Almeyda.

La familia decidió realizar un velatorio en la capilla del Cementerio General de Santiago, para luego ser cremado en dicho lugar y mantener las cenizas con su familia. Una de las escenas más recordadas de esa jornada, fue la velocidad con que el cortejo fúnebre se trasladó desde el condominio de La Reina hasta avenida La Paz.

Margot Honecker permaneció en Chile junto a su hija y sus nietos, hasta su deceso, en mayo de 2016.

(Emol)