El debate televisivo entre los candidatos de Chile Vamos dejó con un mal sabor en la boca a los partidarios de la coalición de centroderecha. Tal como algunos temían, las descalificaciones personales marcaron el tono del cara a cara del día lunes. La pregunta relevante ahora es: ¿tendrá este episodio algún efecto electoral?
No constituyó una sorpresa que Manuel José Ossandón saliera a atacar duramente a Sebastián Piñera; sí lo fue que Felipe Kast interpelara al ex Presidente marcando diferencias con él y que enfrentara a Ossandón dejando ver su proverbial ignorancia. Que la mayoría de los periodistas avivara la cueca, en lugar de intentar extraer algún contenido, ya no puede extrañarnos.
La experiencia frustrante del debate, más que desalentar a los partidarios de Chile Vamos, debiera alentarlos a participar en las elecciones primarias del domingo. Digo esto porque aunque el resultado de la primaria es previsible —Piñera debiera ganar sin problemas—, el número de votos que obtenga cada candidato y la suma de éstos son importantes para el futuro de la centroderecha.
Partamos por la votación total. Ésta debiera superar claramente a la del Frente Amplio y acercarse a la que históricamente ha habido en este tipo de confrontaciones en la centroderecha. El volumen total de votos será un indicador de cuán movilizados están los votantes del sector, lo cual resulta clave en una elección con voto voluntario. Ya sabemos que la mayoría del país rechaza claramente la gestión de Michelle Bachelet y espera un Gobierno de otro signo. Sin embargo, ese rechazo debe traducirse en que la gente vaya efectivamente a votar y la primaria del domingo es un ejercicio de movilización. Primero, porque quien vote en la primaria seguramente votará en la presidencial, y segundo por el efecto “votar a ganador”. Está comprobado que por razones que tienen que ver más con la emoción que con la razón, hay un porcentaje de gente no menor que prefiere votar a ganador. En Chile es un factor importante y se traduce en la expresión “no perder el voto”.
Pero no sólo la votación total es importante, lo es también la relativa. Para lograr el efecto de jugar a ganador, Piñera debiera sacar una clara ventaja a sus contendores. Es una razón para votar por él este domingo. Un Gobierno encabezado por Piñera nos garantiza no sólo una buena gestión, sino una entrega admirable a la tarea de poner de nuevo en marcha a nuestro país. Un buen Gobierno es fundamental para reposicionar a la centroderecha como una alternativa ganadora para los votantes, y para lograrlo hay que convencerlos con la razón y ganarlos con el sentimiento.
Respecto a los otros dos contendores, hemos tenido suficiente evidencia de que Manuel José Ossandón no es un candidato que merezca el voto de la centroderecha. Su falta de preparación es evidente. Desconoce los elementos mínimos sobre políticas públicas que son exigibles a un candidato. No es capaz de hilar dos frases seguidas de una manera coherente. Pero además de ello, es prepotente y agresivo; descalifica y miente sin problemas, cree tener una suerte de derecho a dirigir y mandar, que emana simplemente de su origen social y su familia, sin que tenga que demostrar su capacidad y sus méritos. En cuanto a sus propuestas, representa el caso clásico del populista. Construye un enemigo —las elites, los poderosos de siempre, los empresarios, el dinero— al que achaca todos los males, y se erige como representante del pueblo explotado por esa elite y lucha contra ella. Por lo mismo, no se fija mucho en el contenido de su propuesta, no le importa coincidir con Bachelet o con la izquierda más radical, su única estrategia política es construir un enemigo: los ricos, y disparar contra ellos. Votar por Ossandón es votar por el populismo puro y duro, y eso no es lo que la centroderecha necesita hoy ni nunca.
Felipe Kast representa algo muy distinto. Representa el futuro del sector, o al menos una de sus expresiones de futuro. Es más liberal que Sebastián Piñera, lo que sintoniza mejor con lo que piensa la gran mayoría de los jóvenes y la clase media chilena, pero ello no lo lleva a renunciar a defender valores como el derecho a la vida del que está por nacer. Ha sido de los primeros —Jaime Bellolio lo ha acompañado en eso— en darse cuenta de que el adversario político de la centroderecha en el futuro está en el Frente Amplio y no en la Nueva Mayoría, y ha tenido la valentía de enfrentarlos con un discurso distinto y que apela a un sentido de justicia que es diferente al de ellos. Se ha opuesto a la gratuidad en educación superior sin complejos y con fundamentos, en este caso, la prioridad que hay que dar a nuestros niños.
La centroderecha necesita ganar esta elección porque Chile no resiste otro Gobierno desastroso como el que tenemos. Sebastián Piñera puede ganarla. Pero necesita además ganar el Gobierno que sigue, porque de lo contrario corremos el riesgo de que triunfe el Frente Amplio en 2021. Felipe Kast está llamado a impedirlo.
Buenas razones hay entonces para ir a votar el domingo en las primarias de Chile Vamos. El tropiezo del debate en televisión no debe desalentarnos, sino al contrario, redoblar nuestros esfuerzos y motivarnos a movilizar a quienes serán decisivos para obtener un triunfo en las elecciones de noviembre. Es nuestro país y el futuro de nuestros hijos lo que está en juego. Por eso, a votar el domingo y después a ver a Chile campeón. (El Líbero)
Luis Larraín