Al alza

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El Presidente Boric ha tenido en los últimos meses una recuperación sorprendente. Desde fines de abril, cuando en la encuesta semanal de Cadem llegó apenas a un 24% de respaldo y obtuvo un 70% de desaprobación, alcanzó el domingo pasado un 36% de apoyo y un 57% de rechazo. Es decir, en dicho lapso su aprobación subió un 50% (12 puntos desde un piso de 24) y la brecha entre rechazo y apoyo se redujo de 46 a 21 puntos.

Son cifras significativas que, sin duda, dan cuenta de un nuevo momento y de un eventual cambio de coordenadas. Según la misma encuesta Cadem, en este período de casi dos meses, el porcentaje de la población que cree que “el país va por buen camino” subió desde un 22% a un 38%, o sea, un sector importante de gente empieza también a sentirse más optimista. Es cierto: vivimos tiempos en que los estados de ánimo se mueven a gran velocidad y nada asegura que esta tendencia se mantenga, pero es innegable que algo ha ocurrido en estos meses y que ello, de consolidarse, tendrá impactos en el proceso político y, más aún, en el ciclo electoral.

No es fácil sugerir causas, pero al menos se pueden constatar coincidencias. Una de ellas, el mejoramiento de la situación económica y, en particular, del consumo. Según un estudio reciente efectuado por la Cámara Nacional de Comercio, las ventas presenciales minoristas en la RM tuvieron un alza de 15,2% en mayo, con un crecimiento promedio de 9% en los primeros cinco meses del año; una recuperación del consumo que a nivel nacional también fue destacada en el IPoM de junio del Banco Central. En simple, mejora el acceso a bienes y servicios y automáticamente mejoran las expectativas.

En paralelo hay otra coincidencia: estas han sido semanas negras para la oposición, que en el fragor de las negociaciones electorales ha dado un espectáculo vergonzoso: nula voluntad unitaria, falta de liderazgo y de generosidad, ausencia de vocación de mayoría. En claro contraste con un oficialismo que, a pesar de las tensiones, ha confirmado que competirá con un solo pacto electoral desde la DC hasta los comunistas. Algo de esa mayor cohesión y consistencia puede estar también traspasándose al gobierno.

Por último, un factor más atávico y profundo: el ciclo electoral reactiva una cierta inercia, donde las dos grandes culturas políticas de Chile vuelven a parecerse a lo que han sido desde 1990. Así, lo más probable es que en la próxima municipal la izquierda y la centroizquierda sumen juntas más de un 40%; y la derecha con la centroderecha, aunque consumen el suicidio de ir separadas, tampoco bajarán sumadas del 40%.

En síntesis, las mejores cifras del gobierno empiezan entonces a confirmar un rasgo propio de los fenómenos de polarización de estos tiempos: los países tienden hoy a dividirse en mitades más o menos equivalentes. Y eso hace que, con pocas excepciones, las elecciones sean más competitivas, es decir, no puedan darse por ganadas o perdidas de antemano. (La Tercera)

Max Colodro