Desafortunada es la analogía del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, entre el muro que derribaron los alemanes y el que, a su juicio, debemos derribar los chilenos. No solo porque nada dice de la desigualdad que provocaron las políticas socialistas en la Alemania Democrática, sino, además, por la falta de rigurosidad en su análisis.
Al día de hoy el muro económico sigue existiendo a pesar del enorme esfuerzo que la Alemania capitalista ha hecho inyectando más de dos billones de euros en el este. En un extenso reportaje publicado en noviembre de este año, titulado “30 años de la caída del muro de Berlín: el muro invisible que todavía divide Alemania”, la BBC analiza las diferencias entre el este y el oeste.
El ingreso medio mensual en el oeste es de 3.330 euros, en tanto en el este es de 2.690 euros, mientras la tasa de desempleo es casi 2 puntos porcentuales más alta en el este. Otro dato significativo es el número de empresas importantes que tiene su sede en Alemania del oeste, anotando un total de 50. Por su parte, el este solo cuenta con tres sedes situadas en Berlín.
Todo lo anterior nos muestra que las soluciones a los problemas sociales son complejos; no basta con poner dinero sobre la mesa. Tampoco con igualar desigualdades en pensiones o establecer incentivos para la reactivación económica. Mientras las personas crean que alguien debe resolverles los problemas y los políticos promuevan soluciones populistas abusando de la ignorancia de la gente, no habrá modo de avanzar hacia una verdadera integración. (El Mercurio Cartas)
Vanessa Kaiser
Directora Cátedra Hannah Arendt
Universidad Autónoma
