Alfredo Jocelyn-Holt: “Piñera sacrificó Constitución del 80′ para salvar su pellejo”

Alfredo Jocelyn-Holt: “Piñera sacrificó Constitución del 80′ para salvar su pellejo”

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Alfredo Jocelyn-Holt, doctorado en Oxford, licenciado en Derecho por la U. de Chile y en Historia del Arte por la Johns Hopkins University, es un historiador de frases rotundas y mirada sagaz. Autor de una elogiadísima “Historia de Chile”, que va en el tomo III, sostiene que los aires revolucionarios tienen al país en un “desquiciamiento generalizado”; que Sichel y Boric son desconocidos de los cuales se puede esperar cualquier cosa; que la DC “es una sombra de lo que fue” y que Chile puede caer en algún “enfrentamiento que será terrible”. “Ojalá me equivoque”, afirma.

-El Presidente acaba de decir que “quien propuso una nueva constitución fuimos nosotros”. ¿Usted le cree a Sebastián Piñera o es una evidencia de su personalidad?

-Piñera nunca mostró interés por reformar la Constitución y menos promover otra enteramente nueva. Tiempo atrás, le escuché a un amigo sostener que podría haber sido un golpe magistral si a mediados de noviembre 2019 se hubiese desempolvado el proyecto constitucional que dejó Bachelet en sus últimos días de gobierno como solución, pero no se hizo semejante oferta. Piñera simplemente sacrificó la Constitución de 1980 para salvar su propio pellejo. Es típica desfachatez suya andar dando a entender que tuvo la iniciativa cuando lo más probable es que fue una combinación de desesperación y quizá cinismo que lo llevó a ello. Actitudes como éstas, dándose ínfulas de ser más vivo que el resto del mundo, lo han hecho ganarse el menosprecio de personas del espectro político chileno completo, incluyendo gente de derecha.

-Piñera se adjudica la idea de una nueva constitución, pero buena parte del oficialismo estuvo en contra del plebiscito. Incluso, la oposición culpó al gobierno de los problemas para el inicio de la Convención.  ¿No hay una contradicción de La Moneda en este tema? ¿Dice una cosa y hace otra?

-Se podría sostener que el gobierno ha sido, por sobre todo, inepto más que esquizofrénico. No negoció nada a cambio de la entrega en bandeja de la Constitución. Es mas, aunque haya salvado su pellejo, Piñera no se ha librado de no ser tenido en cuenta. A congresistas de derecha favorables a los retiros del 10% les ha dado lo mismo el gobierno. Si resulta ser cierto que los militares le han puesto condiciones a Piñera, se trataría de una demostración adicional de que pesa poco. Por su parte, en la derecha, en la ex Concertación y en la ex Nueva Mayoría, efectivamente ha habido esquizofrenia en muchos. Desde luego quienes, votando Apruebo, han renegado de veinticinco años de consensualismo transicional, a partir de 1989 a 2014, es decir, hasta los dos primeros gobiernos de Bachelet y Piñera.   

-Usted ha escrito sobre el papel del conservadurismo como contención de ánimos revolucionarios. ¿Existe en Chile una derecha reaccionaria frente a la Convención?

-Yo no me atrevería a decir que la derecha es reaccionaria per se, ni tampoco que se oponga a las revoluciones. Depende de las circunstancias. Adhirió a la revolución de la dictadura y del neoliberalismo, la más exitosa y prolongada que hemos tenido a la fecha en Chile, mas incluso que la “Revolución en Libertad” o la de la Unidad Popular. El proceso revolucionario en Chile comienza en 1964 con la DC, lo sigue la izquierda, y, tras un giro irónico, la dictadura capitaliza los logros de las dos fases revolucionarias anteriores para recabar en lo que hoy día se quiere volver a revolucionar, ¡por cuarta vez! Puede que esto suene extraño, pero sucede que las “restauraciones” no son nunca tan vueltas atrás y las mal llamadas “contrarrevoluciones” suelen mantener buena parte del legado iniciado por revoluciones aunque se oponga a ellas.

-¿Qué hace falta para una reacción?

-Ahora bien, habrá reacción cuando, en un escenario radicalizado, un polo extremo de izquierda ultrista haga que surja otro polo contrario también desatado de derecha, a la que podrían perfectamente sumarse parte de la izquierda o del centro. Aludo a la tercera ley de Newton: A toda acción se opone siempre una reacción contraria e igual: es decir, que las acciones entre dos cuerpos son siempre iguales entre sí y dirigidas en sentido contrario 

-De hecho, hay sectores de derecha que han apostado por el cambio constitucional, como el que representa Mario Desbordes. 

-Pero no sólo esta supuesta “derecha social” desbordante ha apostado por el cambio constitucional. El piñerismo, el gobierno, Evópoli, el lavinismo, y quienes, aterrados, más aún después del 80% del Apruebo y el 80% de convencionales de izquierda, creen que sumándose a una corriente que creen irreversible van a ser capaces de atemperar el proceso en curso. Es una vieja idea que data del temprano siglo XX, la que sostiene que para impedir una revolución hay que hacer otra propia. 

-¿Cómo visualiza a la llamada “derecha social”, encarnada por Desbordes, en el escenario actual, luego de su profunda derrota electoral?

-Me preguntas cómo veo a estos derrotados, pues, tal y cual, como vencidos, no suficientemente capaces de moderar este desquiciamiento generalizado en que nos encontramos y al que han contribuido. Todos han generado el problema, tanto la derecha como la exConcertación, no sólo el progresismo y los ultristas. 

-¿Qué papel desempeña Sebastián Sichel en este panorama? Su trayectoria personal no es típica para la derecha. 

-Sichel como persona es, y, probablemente, seguirá siendo un misterio o enigma; ¿con o sin secreto? Está por verse. Debo confesar que sólo después que salió elegido en la primaria me enteré de que se llamaba Sebastián. Ignorancia de mi parte, lo reconozco, pero también que no importó para nada que fuera un perfecto desconocido para ser elegido, y él seguramente no insistió en dar a conocer su primer nombre porque dos “Tatanes” consecutivos suena a yeta. Tampoco es que Sichel sea el primer extraterrestre que haya aspirado o llegado a manejar poder. Lo han sido ya antes Augusto Pinochet y Michelle Bachelet. 

-Sichel dice ser de centro, como sinónimo de moderación. ¿Es viable esa idea? 

-El centro político, después de 1964, no se ha caracterizado por ser moderado. Por el contrario, la Democracia Cristiana ha sido centrífuga o excéntrica. Por tanto, si reparamos en el Sichel exDC/siempre DC ¿por qué no podría él y su gobierno desviarse hacia a la izquierda, como en su momento lo hicieron el Mapu y la Izquierda Cristiana, o bien volcarse a la derecha, como ocurrió con la DC freísta que apoyó el golpe el 73? Esto en caso de que la historia rime o la hagan repetir. 

-Dijo que le preocupa que dos candidatos “desconocidos” lideren las encuestas. ¿Por qué’

-El punto que verdaderamente importa es que se han elegido dos candidatos—Boric y Sichel—que perfectamente pueden defraudar a quienes votaron por ellos en las primarias. Tratándose de desconocidos lo extraordinario es que se haya apostado por candidatos que sólo después que estén en el poder nos vamos a enterar quienes son. Tremendo riesgo. Algo de eso ocurrió ya antes, con Gabriel González Videla. Venía del ala más de izquierda del radicalismo y durante su gobierno se implantó la Ley de Defensa de la Democracia con apoyo hasta del PS.

-Hablábamos recién de la derecha como reacción. Sin embargo, hay ejemplos históricos en los que una parte de ella ha sido factor de cambio. 

-Bueno, sí, la derecha y la dictadura han sido motores de cambio mayúsculo. Uno podría sostener que esto de que “Chile cambió” es más apropiado respecto a ellos que a cualquier otro posible cambio producido últimamente. En verdad es preocupante. Sólo en Chile ocurre que situaciones anárquicas, caóticas, o simplemente desordenadas más de la cuenta, se las califica de “cambio” o lo tengan por sinónimo. 

-No olvidemos que quien hizo la transición en España fue un franquista. ¿O aún no existe el Adolfo Suárez chileno? 

Si vamos a hablar de transición en Chile, cuidado, sorpresas hemos tenido de sobra: Aylwin concordando con Pinochet que se necesitaban el uno al otro; Frei Ruiz-Tagle trayendo de vuelta a Pinochet desde Londres para ser enjuiciado pero no condenado; Lagos, el primer presidente socialista después de Allende, “amado por los banqueros”. Yo escribí en un libro por ahí que la transición chilena es eterna, por tanto, puede volver a sorprendernos, aunque la principal sorpresa real a estas alturas sería que se le ponga fin. Es un tanto ridículo que se esté promoviendo una cuarta revolución porque todavía no se logra poner fin al Antiguo Régimen; ello supone un país entero pegado en el pasado: absurdo aunque Chile es “All Ways Surprising”.

-¿Usted cree que en el país no existe un centro moderado, capaz de evitar la tendencia centrífuga a los extremos? 

-Repito, no me atrevería hablar de moderación porque no veo a nadie en esa postura. Sí, muchos apostando fuerte, más de alguno blufeando. Lo que hay que estar atento es cuando va a aparecer una fuerza equivalente a la acción ultrista que sirva de reacción contraria. Pero todavía es un poco temprano. En las próximas elecciones, se verá si el voto a favor de Boric, o antes a favor de Orrego, fueron indicios de reacción en contra de Jadue, Oliva y el PC. Habrá que ver si se confirma, quizá tengamos que esperar hasta la segunda vuelta.

-La campaña de Boric fue elogiada por analistas, que precisamente la consideraron moderada. ¿Usted la vio así o cree que su candidatura tiene aspectos revolucionarios? 

-Elogiada por analistas que seguramente quedaron aliviados porque no ganó el candidato comunista. Lo mismo pasó el 64 cuando creyeron que en Chile, con una mayoría absoluta DC, nunca se impondría la izquierda. La DC iba a gobernar durante treinta años dijo Tomic. Cuestión que en sólo tres años (el 67) demostró ser falso. Puesto que Boric también tiene antecedentes “moderados” DC, al igual que Sichel, Provoste, y Piñera, todos ellos compartiendo “aires de familia”, los argumentos que ya he planteado siguen siendo los mismos para cada uno de ellos. Esa supuesta moderación no asegura consistencia. 

-¿La DC y su candidata Yasna Provoste no podrán asumir ese rol moderador?

-La particularidad es que la DC como partido es una sombra de lo que fue ya antes. A lo que voy es que es tal la incertidumbre a la que se apuesta políticamente en Chile, tanto en la presidencial, como en la convencional constitucional, que todo es posible. Pero antes hay que ver si no aparece ese otro polo contrario. Y, conste, que no es porque lo auspicie, no se me malentienda, sino porque algún enfrentamiento puede que suceda y, de acontecer, será terrible, me temo. Ojalá, me equivoque. (Ex Ante)

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