El Presidente Gabriel Boric ha rendido homenaje y parodiado al expresidente Salvador Allende; sin embargo, al igual que otros mandatarios que fueron allendistas y que le precedieron, tuvo el cuidado de no afirmar lo que Allende dijo en uno de sus discursos: “Yo no soy el presidente del Partido Socialista; yo soy presidente de la Unidad Popular. Tampoco soy Presidente de todos los chilenos. No soy el hipócrita que lo dice, no. Yo no soy el Presidente de todos los chilenos” (El Siglo, 7 de febrero de 1972), palabras que llevaron a sus adversarios a desconocerlo como “su Presidente”; de allí que, desde entonces, todos los inquilinos de La Moneda afirman y repiten con énfasis ser Presidente de todos los chilenos.
Olvida también Boric que Allende reconoció en su visita a Moscú, durante la cena oficial que se le ofreció en el Kremlin el 6 de diciembre de 1972, que reconocía a la URSS como “nuestro hermano mayor”. Hoy, con la invasión a Ucrania, impulsada por Vladimir Putin, quien fuera agente de aquel gobierno, se supone que no coincide con aquella lamentable declaración que no reconocía un Chile soberano, a pesar de las ínfulas antiimperialistas de Allende y la izquierda.
No es aconsejable evocar a un Presidente como Salvador Allende, quien en dichos y hechos profundizó la división de los chilenos, asegurando a quienes se oponían a su proyecto que emplearía la violencia revolucionaria del pueblo. Pueblo limitado a sus propios adherentes.
Y para no caer en la visión deprimente de la realidad chilena, como lo ha destacado en su última columna el profesor Carlos Peña, el Presidente Boric debió revisar los discursos inaugurales de otros jefes de Estado, entre los que destaca el del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, una pieza retórica positiva y sin reiteraciones.
Joaquín Villarino Goldsmith
