Este martes 31 de mayo es jornada de paro nacional en Chile, convocado por la central Unitaria de Trabajadores (CUT). A dos años de iniciado su gobierno, la antes popular Michelle Bachelet enfrenta su más bajo nivel de aprobación, con un 21% (encuesta CADEM), en medio de la decepción de la ciudadanía por el alto número de promesas no cumplidas y la desconfianza por el aumento de los casos de corrupción.
Después del paro masivo del 22 de marzo, la multisindical renovó el llamado a protestar, entre otras cosas, por la reforma laboral en proceso. Marchas y manifestaciones, también de funcionarios estatales y estudiantes, se han ido haciendo cada vez más frecuentes, algunas con desenlaces violentos y trágicos, como la muerte de un guardia en un incendio provocado por una bomba.
En conversación con DW, el Prof. Dr. Nikolaus Werz, cientista político de la Universidad de Rostock, plantea una suma de causas que explican el mal momento de Bachelet. “Aunque no tan fuerte como en otros países, la economía chilena ha sufrido una baja. Otro punto son los casos de corrupción, como el de su hijo, lo que ha traído un cambio de apreciación entre los chilenos, cuya autoimagen es de ser un estado donde hay mucha transparecia. Y el tercero es que ya ha anunciado la educacion gratuita, un poco apresuradamente. Ahora es un problema de gestión porque es muy complicado cambiar este sistema basado en una lógica neoliberal”.
A poco empezar el gobierno, la desaceleración económica y los escándalos de corrupción y financiamiento irregular crearon un ambiente adverso. En este escenario, “cada día que pasa con promesas sin cumplir va aumentando la tensión y no se ve sólo en las encuestas, sino también en la calle, donde trabajadores y estudiantes manifiestan que están al pendiente”, indica a DW el sociólogo Pablo Collada, director de la Fundación Ciudadano Inteligente.
Para asegurar su segundo mandato, Michelle Bachelet debió formar una coalición de gobierno muy amplia, aunando una serie de demandas y generando con sus promesas amplias expectativas. “Se planteó un conjunto de desafíos que quizás eran demasiados, tan amplios y diversos, que llegó un punto en el que vieron que iba a ser difícil cumplirlo todo y eso derivó en ese comentario que ha sido muy criticado de “realismo sin renuncia”, señala el sociólogo.
DEL DICHO AL HECHO…
La Fundación Ciudadano Inteligente ha revisado el estado de cumplimiento legislativo y administrativo de las promesas. Tanto el programa inicial como la cuenta pública de cada 21 de mayo son materia de análisis. Una serie de temas que tienen que ver con la contingencia han hecho que algunas áreas se hayan priorizado más que otras. “Es interesante ver que la visión de gobierno que se planteó pronto se dejó de lado y las agendas cambiaron”, dice Pablo Collada.
Así, uno de los ámbitos más fuertes ha sido el de la democracia, que tiene que ver con la ley de partidos y el financiamiento de la politica, impulsado por los escándalos que se iniciaron hace casi dos años. Son reformas que no tocan tanto al ciudadano común, a diferencia de la educación, uno de los mayores puntos de tensión, por la ansiada y prometida gratuidad.
En opinión de Nikolaus Werz, al plantear las reformas la presidenta chilena fue “un poco ingenua. Ella comparte parte de la crítica de los estudiantes y uno lo puede esperar de una jefa de gobierno que viene del partido socialista, pero se ha armado todo un sistema siguiendo una lógica neoliberal de la cual es bastante difícil salir”.
Después del gobierno de Sebastián Piñera, en que la confrontación fue muy fuerte, existía la esperanza de que se concretaran esas reformas y si bien ha habido avances, no están consolidadas del todo. “Eso aumenta la tensión y ahonda la percepción de que había tantas promesas, expectativas tan altas no logradas, que se ve en el grado de legitimidad de la presidenta, que está por los suelos”.
PUNTOS ALTOS Y BAJOS
¿Pero cuánto en realidad ha cosolidado Michelle Bachelet de sus promesas? Según un estudio de Ciudadano Inteligente, al cumplir su segundo año de mandato, el pasado marzo, la presidenta había alcanzado un 24,9% de avance en los cerca de 200 compromisos de su programa. Similar a su antecesor Piñera, pero con 50 propuestas más que éste.
Las áreas con mayor avance fueron Energía (66%), Salud (57%) y Educación (55%). En contraposición, las áreas con menores logros -Defensa, Municipios, Cultura y Discapacidad- resgistraron cero por ciento de progreso con respecto a lo prometido. Así las cosas, sólo le quedarían dos años para cumplir el 75% restante de su programa.
Otro barómetro de la eficiencia del gobierno es el que confronta año a año cuánto se cumplió de lo ofrecido en la cuenta pública que realiza cada 21 de mayo. El último análisis de Ciudadano Inteligente indica que habría logrado un 53% de avance en propuestas que requieren proyecto de ley, donde 0% significa que ni siquiera se presentó la propuesta al congreso.
Áreas como agricultura, ciencia y tecnología, desarrollo social, minería y salud tuvieron nulo o muy poco avance, mientras que democracia, equidad de género y trabajo y previsión social tuvieron el mayor puntaje. (DW)