Angela Merkel, ¿Qué tan importante es ser licenciada en Física?

Angela Merkel, ¿Qué tan importante es ser licenciada en Física?

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El próximo 26 de septiembre hay elecciones generales en Alemania. Ese día, Angela Merkel pondrá fin a 16 años como canciller y 30 como diputada. Los medios de comunicación y redes sociales germanas están inundados por estos días haciendo balances y proyectando vaticinios sobre el futuro del país y muy especialmente sobre las características de quien le suceda en el cargo.

En términos generales, se puede afirmar que los años de Merkel fueron bastante provechosos para Alemania y Europa. También hay vasta coincidencia en las características de su legado inmediato. Entrega un país relativamente dinámico, dotado de la energía gubernativa necesaria para afrontar los próximos desafíos. Como dijo Timothy Garton Ash, dio vida de manera cauta una Alemania europea en una Europa alemanizada.

Matices más o matices menos, el suyo fue un período positivo desde el punto de vista de las definiciones del poder. A la otrora “joven de Kohl”, como era motejada inicialmente debido a su cercanía con el anterior canciller, se le enrostraban muchas cosas. Por ejemplo, su escasa experiencia en la alta política en el momento de ser ungida candidata, con el consiguiente desconocimiento de los factores de poder en la Alemania Federal. Y, relacionado con eso, su origen en la RDA. Además, algo no menor, ser mujer. Sería la primera de tan alta investidura, pese a que en Alemania las mujeres tienen derecho a votar desde 1919. Como sea, Merkel superó con creces la dura prueba a que se sometió el 2005 cuando aceptó el desafío.

Por lo mismo, se le recordará principalmente como estadista prudente, dotada de esa fronesis que reclamó Aristóteles en su Ética a Nicómaco. O sea, no será por sus ideas, pues no tuvo la impronta de un Ludwig Erhard, el padre la economía social de mercado. Tampoco creó una narrativa vistosa al estilo de Brandt, ni ejerció un liderazgo basado en la reciedumbre, como Adenauer o Kohl. Su fortaleza descansó más bien en sus habilidades blandas; quizás más cercana a Schmidt. Probablemente eso explique que su reemplazante vaya a ser un socialdemócrata, según pronostican las encuestas.

Dicho eso, la relación de Merkel con el poder ofrece particularidades interesantes, si se miran desde el devastado terreno político chileno y desde del debate doméstico de estas últimas semanas. Por ejemplo, cabe interrogarse sobre la importancia de su formación como licenciada en Física para su carrera. Teniendo presente de antemano que muy pocos físicos se interesan en la política activa, podría plantearse ¿qué tanto habrá influido en su éxito el haber finalizado sus estudios? A primera vista parece una duda algo peregrina.

La verdad es que en esta época no se encuentran estadistas sin formación universitaria ni en los países desarrollados, ni en los países modélicos para Chile como tampoco en Alemania. Sólo en los páramos del Tercer MundoPor lo tanto, alguna correlación existe. Prácticamente todos tienen presidentes o primeros ministros con estudios universitarios completos, muchas veces no de cualquier universidad, y varios exhibiendo postgrados.

Veamos primero algunos países benchmark de Chile. El premier de Canadá, Justin Trudeau estudió Literatura (en la McGill) y luego ingeniería en la Universidad de Montreal. Jacinta Ardern, la admirada Primera Ministra neozelandesa es periodista de la Universidad de Waikato. Sanna Martin, la también admirada y jovencísima Premier de Finlandia, es master en Administración. Kaja Kallas, jefe de gobierno estonio, es abogada. Emanuel Macron finalizó Filosofía y Ciencia Política. Y así podría seguir.

Veamos el caso alemán. Ya desde finales de la Segunda Guerra se puede ver una clara tendencia en el mismo sentido. Konrad Adenauer, por ejemplo, era abogado de la muy prestigiosa Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität de Bonn. Ludwig Erhard terminó dos carreras, Economía en Nürnberg y Sociología en Frankfurt. Kurt Kiesinger estudió Pedagogía en Música y luego Derecho. Willy Brandt, la excepción, empezó a estudiar Periodismo, pero finalmente se dedicó al oficio sin finalizarlo. Helmut Schmidt era economista y periodista (hoy incluso una universidad militar en Hamburg lleva su nombre). Gerhard Schröder terminó Derecho en la Georg-August-Universität de Göttingen. En tanto, Helmut Kohl era historiador de la Rupercht-Karls-Universität Heidelberg.

Volviendo a Merkel, ella representa una excepcionalidad en muchos sentidos. Y es que, como se aprecia, salvo Kurt Kiesinger y sólo parcialmente, todos provenían de las ciencias sociales. Sin embargo, Merkel, de la Física. Y no sólo eso. Ella estudió en la Universität Leipzig para dedicarse después de lleno a cuestiones científicas. Su ingreso a la política fue un paso que se le cruzó en la vida sólo tras el imprevisto colapso de la RDA. Previamente, tuvo una vida académica intensa, al punto que ganó un concurso de dominio del idioma ruso y en los 80 hizo una pasantía en computación en la Academia de Ciencias Checa, pues en Praga existían los equipos más avanzados de la época en esa área.

Pareciera entonces que no es menester ser un Leonardo da Vinci ni un Einstein para dirigir los destinos de una nación, pero sí se observa que, a mayor desarrollo, más frecuente es encontrar personas con formación universitaria en jefaturas de Estado y/o Gobierno. En el otro extremo, encontramos un Evo Morales, dirigente sindical cocalero, Daniel Ortega, guerrillero, y Nicolás Maduro, chofer de buses en el servicio complementario a las líneas del metro en Caracas.

Por lo tanto, si bien es probable que el aire reposado, la actitud cautelosa y la disposición crítica obedezcan a las características personales de Merkel, pero según lo testimonian sus biógrafos, tales rasgos se profundizaron con su acuciosa formación profesional.

Lo descrito lleva a asumir que, al menos en Alemania, la noticia de un candidato sin tal requisito provocaría un shock. Por eso, el sucesor de Merkel será una cientista política (la verde Annalena Baerbock) o un abogado (el socialdemócrata Olaf Scholz o el demócrata-cristiano, Armin Laschet). Los tres, además, con postgrados.

En síntesis, la biografía de Merkel apunta a una idea que pareciera tener consistencia: los países con proyectos de desarrollo de largo plazo requieren elites con formación efectiva. (El Líbero)

Iván Witker

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