Es muy complicada la vida de una candidata que no es alcaldesa, ni parlamentaria. Es el problema que está viviendo ahora Evelyn Matthei, que en estricto sentido es una figura de las encuestas, pero no oficialmente proclamada como aspirante a la presidencia. Más difícil aún si los senadores de su partido están negociando con el gobierno un acuerdo de pensiones, en una mesa donde no está incluida. Por ello, sus adversarios lanzaron la tesis del “silencio de Matthei”, por la poca presencia en la discusión pública sobre pensiones.
La filtración interesada de la minuta técnica le dio el espacio para mandar un mensaje críptico, como los que salían en su momento del oráculo de Delfos, interpretables para cualquier lado. Por una parte, era una concesión a la derecha dura, por otra un apoyo a lo que estaban negociando los senadores que la apoyan. La pregunta es si su intervención es relevante, y si ayuda a la causa de su sector, haber levantado un punto en particular de la minuta filtrada.
El gobierno tiene una situación bien delicada en la negociación. Ha logrado avances en el tema, y tiene a la derecha en la dificultad de tener que aceptar para así no ir a elecciones como los que taponearon la posibilidad de tener una mejora concreta en pensiones. La cantidad de concesiones que ha hecho el ejecutivo están empezando a generar una impaciencia en su ala izquierda, que hasta ahora había mantenido un silencio incómodo. Las críticas desde la izquierda más dura señalan que la propuesta actual diluye el objetivo de transformar de fondo el sistema previsional, lo que puede poner en riesgo votos en la Cámara, y en especial la relación con el Frente Amplio, que tiene que hacer las diferenciaciones adecuadas con sus socios y competidores del socialismo democrático.
En medio de este escenario, las diferencias internas en la derecha dificultan la posibilidad de consolidar una postura unitaria frente a la reforma. Mientras algunos ven en este acuerdo una oportunidad para cerrar un capítulo de incertidumbre política, otros lo interpretan como una derrota ideológica que podría fortalecer al gobierno. Este conflicto interno no solo expone las fracturas en la coalición, sino que también revela la dificultad de encontrar consensos en temas clave para el país.
Acá Matthei puede hacer la diferencia. Hasta ahora pareciera que su frase críptica es pauteada por la derecha republicana. Si ese es el sentido, le tomarán el gusto a marcarla por los medios. Con la diferencia que tiene en intención de voto con José Antonio Kast, dejarse pautear así es un error grave. Si en realidad lo que quiso decir es que es necesario construir un acuerdo ahora, y hacer ver puntos que no son convenientes, pero posibles de acordar, quedará como una figura moderada que está dispuesta a ceder en posiciones ideológicas para construir acuerdos.
Se vienen tiempos de polarización y post la elección municipal los Republicanos no tienen otra jugada posible que salir a pegarle a Chile Vamos. Pero es Matthei la que tiene la jugada en sus manos. Si elige el difícil camino de apoyar los diálogos e incluso ofrecer ser puente con el gobierno, sorprendería a la opinión pública. Salvando las diferencias, sería una estrategia similar a la que ocupó el entonces diputado Gabriel Boric cuando firmó el acuerdo para el proceso constitucional. Su capacidad de resistir a los duros de su sector fue importante en su camino a La Moneda.
Carlos Correa Bau