“Nos vamos a reencontrar”. Habían pasado casi dos meses desde que la expresidenta Michelle Bachelet dejó La Moneda, cuando el domingo 29 de abril, en medio del cóctel que siguió al homenaje que le brindó la Alianza Progresista y el Partido Socialista, la exjefa de Estado miró a sus exministros presentes en el evento y les aseguró que volverían a reunirse.
En ese momento, como es habitual en ella, no les anticipó lo que estaba pensando. Recién a partir de la próxima semana, quienes formaron parte del último gabinete de la expresidenta comenzarán a recibir la convocatoria a una reunión en la nueva sede de la fundación de la exmandataria, ubicada en calle Del Inca, en Las Condes. La fecha exacta aún no está definida, pero sería entre fines de mayo e inicios de junio, tras el regreso de Bachelet de su segunda gira internacional, la que esta vez la llevará a Corea del Sur y Ginebra y la mantendrá 10 días fuera de Chile.
El objetivo de esa reunión, afirman en el entorno de Bachelet, será establecer un diagnóstico común sobre lo que está ocurriendo en Chile, dar espacio a la exmandataria para preguntar a sus excolaboradores de qué manera podrían involucrarse en el trabajo de la fundación y cuáles son sus ideas para el país.
El interés de Bachelet por reactivar su presencia en la escena política nacional sorprendió a los partidos de la ex Nueva Mayoría, los que hasta ahora no han tenido mayor contacto con la expresidenta y desconocen la profundidad de los pasos que pretende dar.
Al interior de las colectividades de la centroizquierda, incluso, ni siquiera se ha sincerado el soterrado debate que existe respecto de lo que fue el último gobierno de Bachelet y el rol que ella debiera jugar a futuro.
Tampoco se ha superado el mutuo desafecto entre la exmandataria y los principales dirigentes de los partidos que sostenían su gobierno y que se hizo evidente al final de su mandato. Incluso, la relación de Bachelet con la directiva del PS, encabezada por el exvocero de su administración, Álvaro Elizalde, aunque formal, es distante y fría.
El timonel socialista no le perdona a la expresidenta la forma en que lo sacó del gabinete en mayo del 2015 y le endosa haber dado luz verde, en octubre pasado, a algunos socialistas que forman parte de su círculo de confianza, entre ellos a la entonces jefa de gabinete de la Presidencia, Ana Lya Uriarte, y al subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, para participar en una operación destinada a desbancar a Elizalde de la mesa directiva del PS ante el temor de que el partido sufriera una debacle electoral sin precedentes, cosa que al final no ocurrió.
En el PS reconocen la mala relación que hay entre el timonel socialista y la expresidenta, pero aseguran que Elizalde es consciente de la necesidad de resguardar la imagen de Bachelet, más aún en un momento de dispersión de las fuerzas progresistas.
Desde la presidencia del PS, quien fuera vocero de la campaña y luego del gobierno de Bachelet no va a obstaculizar los esfuerzos que haga la exmandataria por reposicionarse, pero no pondrá al partido detrás de ella para levantar un liderazgo hoy cuestionado. En el entorno de Bachelet, en tanto, aseguran que esta tiene la mejor disposición para relacionarse con el partido en el que milita.
Hasta el homenaje del 29 de abril en el ex Congreso, la dirigencia socialista solo se había reunido con Bachelet para despedirse de ella. Fue el viernes 9 de marzo, dos días antes de que entregara el poder, cuando la mesa directiva del PS, junto a los jefes de bancada de diputados y de senadores del PS, además de algunos parlamentarios socialistas, fueron a La Moneda a verla.
En los casi 45 minutos que duró la cita, Bachelet le pidió al PS defender las políticas públicas de su gobierno. En esa cita, les remarcó que, aunque esta vez se quedaría en Chile, no tenía intenciones de volver a ocupar un rol político de primera línea. “Ya he entregado mucho a este país”, les habría dicho la entonces presidenta.
En esa ocasión, la exmandataria les manifestó que no iba a apresurar sus pasos. Por eso, hasta el momento no ha dado entrevistas. Sí se ha mantenido activa en redes sociales. Desde que dejó el gobierno hasta ahora, ha publicado cerca de 24 mensajes en su cuenta personal de Twitter, defendiendo lo que fueron sus políticas públicas.
A sus compañeros de partido, Bachelet les aseguró que asistiría a los debates internos de la colectividad, pero que, por sus compromisos internacionales, mantendría una relación intermitente con el PS. De hecho, hasta ahora, la exmandataria no ha participado en los encuentros de la Nueva Izquierda, facción que lidera Camilo Escalona y de la que ella formaba parte, algo que sí han hecho algunos de sus más estrechos colaboradores, como los exministros Narváez y Aleuy, y también Uriarte.
Ha sido esta última, su exjefa de gabinete, quien se ha hecho cargo durante estos dos meses de mantener algunos nexos entre la exmandataria y algunos dirigentes de la centroizquierda y con exfuncionarios del gobierno de Bachelet. Fue Uriarte, por ejemplo, quien se preocupó de que los exministros asistieran el 29 de abril al salón de honor del Congreso en Santiago al homenaje que le brindó la Alianza Progresista a la expresidenta. Uriarte, sin embargo, no estuvo presente ese día, y pasa la mayor parte de la semana fuera de Santiago, en su casa en Ocoa, en la Quinta Región.
A la espera de que Bachelet tome algunas definiciones respecto del rol que pretende jugar, los exministros se han mantenido en contacto entre ellos, a través del chat de WhatsApp “Ministros MB”, un espacio administrado por la extitular de Vivienda, Paulina Saball, donde -al menos una vez a la semana- informan sobre sus actividades e intervenciones en redes sociales. En paralelo, las exministras del gabinete mantienen activo un segundo chat, solo de mujeres, y este miércoles 9 de mayo se juntaron a cenar.
Casi todos han reiterado su disponibilidad a colaborar con la exmandataria en “lo que sea necesario”, tal como se lo manifestaron la tarde del domingo 11 de marzo, cuando se vieron por última vez en el centro de eventos de El Cañaveral.
“La Presidenta es una gran lideresa y gran parte de sus reformas son fruto de su voluntad política y su capacidad de articular a la izquierda y el centro. En momentos en que la política debe alcanzar la unidad, su figura es factor de cohesión”, señala el exministro de Desarrollo Social Marcos Barraza (PC).
Pero desde los partidos de la extinta coalición, no todos opinan igual. En privado, dirigentes del PS, PPD y PR afirman que es mejor sincerar las cosas y dejar en claro que el ciclo político de Bachelt ya terminó.
“Aferrarse a Bachelet ahora sería un error tremendo”, señala un alto exdirigente del PS, quien pidió reserva de su nombre. Hacerlo, añade, frenaría el surgimiento de nuevos liderazgos y auguraría una derrota segura.
En la DC, algunos parlamentarios de la llamada disidencia, que apoyaron al gobierno de Bachelet, concuerdan con ese análisis. “En muchos dirigentes de la ex Nueva Mayoría está la sensación de que el tiempo de Bachelet ya pasó y de que terminó mal, en especial, por la sensación de despelote que hubo en los últimos días de su mandato. Eso hace más difícil la posibilidad de que ella asuma un rol articulador de la centroizquierda”, asegura un parlamentario DC.
Desde que abandonó el gobierno, Bachelet no ha conversado ni se ha reunido con personeros de la DC que fueron más próximos a su gestión, como los hoy senadores Yasna Provoste, Ximena Rincón y Jorge Pizarro o el diputado Gabriel Silber. Tampoco ha sostenido encuentros con personeros políticos de otros partidos de la centroizquierda.
En los dos últimos meses, señala una cercana colaboradora de la exmandataria, Bachelet ha mantenido contacto solo con su grupo más estrecho y se ha enfocado en su agenda internacional, el cambio de casa y la creación de la nueva fundación.
PUENTE CIUDADANO
Aunque aún no tiene nombre, la fundación de Bachelet ha ido lentamente tomando forma. La oficina de la exmandataria ya está operativa en el segundo piso de una casa en Las Condes, la cual, según cifras entregadas por Transparencia, tiene un costo de arriendo mensual cercano al $ 1.245.800. Los planes, según comentan en el equipo de Bachelet, es inaugurar la fundación en la segunda quincena de junio.
Hasta ahora, cuenta con cuatro personas contratadas: el periodista Benjamín Aguirre, exasesor de prensa, quien se encarga de las comunicaciones; la licenciada en humanidades Monserrat Macuer, responsable del manejo de redes sociales, mismas labores que desempeñó en el gobierno pasado; el cientista político y exasesor del Segundo Piso Xavier Altamirano, a cargo del área de contenidos, y Claudia Farías, asistente de la expresidenta y quien seguirá ejerciendo las mismas funciones desde la nueva institución.
En el entorno de la exmandataria no saben quiénes conformarán el directorio de la institución. Lo que sí está claro es el perfil que estarían buscando: jóvenes con un enfoque ciudadano, ligados a organizaciones sociales y que provengan del mundo científico y académico.
Desde los partidos de la Nueva Mayoría señalan desconocer los alcances que tendrá esta fundación, pero en el círculo de la expresidenta aseguran que ya se fijaron los cinco temas centrales que abordará la institución: género, igualdad, derechos sociales como salud y temas de infancia y medioambiente.
Sobre lo que espera hacer desde su fundación, Bachelet ha dado algunos pincelazos generales. El 29 de abril, por ejemplo, durante el homenaje, señaló que “tendrá un decidido sello ciudadano” y que su composición “reflejará su relación orgánica con la sociedad civil”. Además, señaló que espera tener una coordinación con los centros de pensamiento de los partidos políticos.
“En el entorno de Bachelet quisieran que el sello y los ejes de políticas públicas de sus dos gobiernos fueran incorporados por los partidos de centroizquierda como piso programático”, afirma un exministro del comité político de Bachelet. Pero, añade, algunos dirigentes de la excoalición están con la idea de dar vuelta la página, dejar atrás lo que fue su gobierno y concentrarse en el futuro.
En ese sentido, la declaración del excanciller Heraldo Muñoz, quien figura como la carta más segura para presidir al PPD, acusando que “hubo una izquierdización sin sentido” durante la gestión pasada, dolió al interior del círculo de hierro de la exmandataria.
En los think tank progresistas esperan que la fundación de Bachelet no busque competir con ellos y concentre sus esfuerzos en una mirada estratégica de largo plazo y no en la coyuntura política. En ese sentido, no creen que vaya más allá de lo que han sido las fundaciones de otros expresidentes.
En lo que sí hay confianza, tanto en el PS como en el equipo de la exmandataria, es que haya cooperación entre la fundación de Bachelet y el Instituto Igualdad, vinculado a la colectividad. Una sinergia que se vería facilitada por el hecho de que Igualdad es dirigido por la exministra Clarisa Hardy, quien anteriormente encabezó Dialoga, la fundación que creó Bachelet al término de su primer gobierno y que sirvió de plataforma para preparar su retorno a La Moneda.
Si en 2010 la posibilidad del regreso al poder fue uno de los factores que aglutinaron a la centroizquierda, hoy es precisamente lo contrario. Bachelet ha dicho en reiteradas ocasiones que no tiene considerado volver a ser candidata presidencial. La última vez que lo dijo fue el jueves 10 en el ex Congreso Nacional, poco antes de presentar, junto al diputado del Frente Amplio Gabriel Boric y el presidente del Senado, Carlos Montes, el libro Revolución Energética, editado por su exministro de Energía Máximo Pacheco.
Ese día, Bachelet se quejó en tres ocasiones que siempre le preguntaran si volvería a postular a la Presidencia.
Para Bachelet, aseguran sus cercanos, hoy la tarea es otra: ayudar a la reconstrucción del mundo progresista. Y en eso pondría sus esfuerzos la exmandataria, quien -aseguran quienes han conversado con ella- buscará tender puentes al Frente Amplio.
El tema tampoco ha sido discutido al interior del bloque opositor. Pero, a título personal, algunos dirigentes del Frente Amplio adelantan que podría ser un error iniciar en estos momentos un acercamiento con la exmandataria. “Podría, incluso, perjudicar la estrategia que lleva adelante el Frente Amplio de aproximación hacia sectores desencantados de la ex Nueva Mayoría”, señala un diputado frenteamplista.
Para el diputado autonomista Gabriel Boric, la posibilidad de diálogo siempre debe estar abierta, pero “el Frente Amplio tiene sus propios líderazgos y no es necesario salir a buscarlos afuera”.
NUEVA RESIDENCIA
Por estos días, Bachelet no solo ha estado ocupada en levantar la nueva fundación y en cumplir con las obligaciones internacionales. La exmandataria también ha estado atareada con el cambio de casa.
“Estoy rodeada de cajas”, se quejó hace algunos días, tras su regreso de Estados Unidos, cuando el exministro Pacheco la llamó para confirmar que asistiría al lanzamiento de su libro. “Detrás de cada cosa importante hay una caja de cartón, no hay nada más noble que una caja de cartón”, le respondió en broma el exsecretario de Estado, recordándole que antes de asumir en su gobierno había sido ejecutivo de una de las principales industrias de papel y cartón en el mundo.
Recién este viernes 11, justo dos meses después de abandonar La Moneda, Bachelet terminó de desembalar sus cosas y dio por terminada la mudanza a la casa F del condominio ubicado en Julia Bernstein 447, en La Reina alta. Una vivienda de tres pisos y casi 500 metros cuadrados de terreno, que le compró a la inmobiliaria del exministro José Antonio Gómez en 2007. En ese mismo condominio, pero en la casa B, vive el hijo de Bachelet, Sebastián Dávalos, con su mujer, Natalia Compagnon, y sus dos hijos.
La mudanza fue un proceso lento. Tras dejar La Moneda, Bachelet se tomó unas semanas para descansar, pero en el intertanto, pasó casi 20 días fuera de Chile, cumpliendo una recargada agenda internacional. Retornó a Chile el 21 de abril y desde entonces ha tenido algunas apariciones públicas. Asistió a la despedida del exrepresentante de Unicef en Chile Hai Kyung Jun; a un encuentro en la Universidad de Chile por el proceso constituyente, el 26 de abril, y el 29, al homenaje que le brindó la Alianza Progresista.
Cercanos a la expresidenta señalan que ha evitado sostener reuniones de carácter político y más bien ha priorizado estar cerca de su familia. También ha tenido encuentros privados con amigas, como Estela Ortiz.
El panorama, de todas maneras, debería cambiar tras su regreso de Asia y Europa, coherente con el rol que se propuso esta vez: defender los logros de su gobierno y ayudar a articular a la oposición, desde la ex Nueva Mayoría hasta el Frente Amplio. (La Tercera)