“El voto es secreto. Yo, como soy un ciudadano de a pie y no represento ninguna institución, voy a mantener esta condición”, dice en sus primeras respuestas Bernardo Larraín Matte (55 años), expresidente de la Sofofa, director y accionista de empresas como CMPC y Colbún, en una entrevista telemática desde un hotel en Kanab, una localidad ubicada en el estado de Utah, en Estados Unidos, a medio camino del parque nacional Zion y del Gran Cañón. En ese país está desde agosto. Viajó con familia unos meses y antes cambió su domicilio electoral al consulado de Chile en Los Ángeles: ahí votó el domingo. A Chile vuelve en enero de 2022, con la cabeza en su nuevo proyecto: un laboratorio público que se denominará Pivotes, que ya tiene cierta estructura y dos grandes ejes de acción. En ese proyecto pretende concentrarse: aunque su nombre ha circulado como posible sucesor de Juan Sutil al mando de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Larraín aboga por nuevos rostros para la dirigencia gremial. Desde EE.UU., sigue atento la contingencia chilena.
¿Qué concluye de las elecciones del domingo pasado?
-Es bueno detenerse un poco en un análisis más sistémico. Yo veo tres razones por las cuales la democracia liberal en Chile se fortaleció. La primera es que tener un Senado equilibrado, una Cámara que está cerca de estarlo, y consejos regionales también equilibrados, respecto del resultado de los gobernadores. Esos tres elementos permiten restablecer un pilar fundamental de una democracia sana, que son los checks and balances, los pesos y contrapesos entre sectores políticos, entre los poderes del Estado y entre los poderes del Estado y la Convención Constitucional. Ese es un elemento de mayor sanidad democrática como consecuencia de la elección del domingo.
¿Cómo interpreta la buena reacción de los mercados?
-Yo creo que se dice precisamente relación con esto. La inversión es hipersensible a que las reformas se hagan respetando las reglas del juego, dentro de los marcos institucionales. Es más sensible a eso que a la dirección de las reformas (…) Parece haber algunos analistas que no están leyendo bien porque siguen con sus sobre interpretaciones. Algunos dicen esto es como una especie de euforia de los mercados por el buen resultado que tuvo José Antonio Kast. Eso es no entender cómo se mueven los mercados. Los mercados son pragmáticos y con innumerables actores que determinan si el dólar o la bolsa suben o bajan. Tiene más relación con esa mayor sanidad democrática relacionada con el fortalecimiento de la parte liberal de la democracia liberal, los checks and balances, la separación de poderes, que las reforma se hagan respetando las atribuciones de cada poder del Estado. Y eso en los últimos años estaba profundamente debilitado. La multiplicidad de iniciativas legislativas, como los retiros fondos de pensiones, que se hacían sin respetar la iniciativa del Ejecutivo, y las acusaciones constitucionales, tergiversando el espíritu de fondo de esta herramienta, son demostración de debilitamiento de la parte liberal.
Tras la elección de los constituyentes, usted interpretó que Chile había optado por un reformismo más profundo que gradual. ¿Volvemos ahora a un reformismo más gradual que profundo?
-El resultado da una señal en contra de esa tendencia que parecía hegemónica, que no admitía matices: la refundación de cada rincón de nuestra República. Esa refundación respondía, y se ha analizado muy brillantemente por distintos intelectuales, a una sobre interpretación de los hechos del 18 de octubre, que indicaba, en términos simples, que los últimos 30 años sólo habían sido fuentes de injusticia. Cuando se empiezan a construir estas visiones hegemónicas -la refundación o nada- hacen mucho daño a la democracia. Igualmente erróneo sería ahora hacer una sobreinterpretación en el sentido contrario, a la luz de los resultados del domingo, como decir ahora que las chilenos y chilenos sólo quieren orden, control de la inmigración y crecimiento. Veo algo de ese error en parte de los seguidores de Kast. Chile requiere cambios para enfrentar brechas de equidad, para modernizar la política y el Estado, así como para activar un nuevo ciclo de crecimiento sustentable y resiliente, los que debemos enfrentar con un reformismo decidido.
¿Esa percepción fundacional no tenía algo de sustento por la elección constituyente? ¿Fue un paréntesis la elección de mayo?
-Creo que el elector le muestra ahora a la política un cierto hartazgo con la violencia como método de acción política, y con la inestabilidad que trae a sus vidas, y con un segundo flagelo: el populismo. La primera mayoría de la elección presidencial (Kast) fue quien más nítidamente se pronunció contra estos dos flagelos: la violencia y el populismo. Que el diputado Boric haya alcanzado solo la votación de la primaria de Apruebo Dignidad y la senadora Provoste haya salido quinta también es una demostración de aquello. ¿Por qué me refiero al diputado Boric y a la senadora Provoste? Porque ambos han sido grandes promotores de los retiros de los fondos de pensiones, de la ley de indulto a los que ellos llaman los presos de la revuelta; han estado detrás de todas las acusaciones constitucionales, con bastante fuerza. Otra guinda de la torta: un diputado que hizo una apuesta senatorial y que también ha estado detrás de todas estas posturas, el diputado (Gabriel) Silber, perdió su apuesta senatorial.
Habla de una suerte de reivindicación de lo de los 30 años, pero los candidatos de los dos bloques que han gobernado, la centroderecha y la centroizquierda, sumaron el 25% entre ambos…
-En la centroizquierda me parece clarísima la explicación. Cuando un proyecto político se resigna a la música que le pone a otro está condenado al fracaso. Lo que ha hecho la centroizquierda, en una gran proporción, ha sido precisamente el bailar a la música que le ha puesto Frente Amplio y el Partido Comunista. Basta ver que la candidata presidencial ha sido promotora, tan fuerte como el Frente Amplio, de este populismo de los retiros, de esta tergiversación de la acusación constitucional, de la cual ella también fue víctima, dicho sea de paso… Finalmente, el tema de validar la violencia como un método de acción política: el proyecto de indulto es una demostración demasiado palpable de esa validación. Hoy día están tratando de distanciarse de él, pero no son capaces de retirar su firma.
¿Y la centroderecha?
-En la centroderecha en algo también ocurrió eso: no tuvo capacidad de proponerle a la ciudadanía un proyecto político propio, nítido y diferenciador. También, en menor medida que la centroizquierda, hizo suyo el diagnóstico de grandes injusticias provenientes de los últimos 30 años. Y esto no está relacionado con el candidato Sichel o con el candidato Briones; ambos son líderes que están empezando a cambiar el rumbo de la centroderecha y ojalá sigan activos en la política (…) Por otro lado, perdieron el reformismo como método permanente de acción política, me refiero a los último 10, 15 años, y no fueron suficientemente proactivos en plantear reformas todos los días. Eso debe ser un estado permanente de la política.
¿Los programas originales de Kast y Boric se vuelven inviables con un Congreso más equilibrado? Parece difícil, por ejemplo, aprobar un alza tributaria de 8 puntos del PIB, como la propone Boric, o una baja de brusca de impuestos, como la de Kast…
-Efectivamente. Por eso la democracia es más sana. El resultado de la primera vuelta muestra lo polarizado que está el sistema político. Nunca hemos visto que el candidato A proponga 8 puntos del PIB de aumento tributario y el candidato B proponga exactamente lo mismo, en el sentido contrario. Que el candidato A proponga decenas de organizaciones, instituciones y agencias del Estado y el candidato B, reducción a casi la mitad del número de ministerios, incluido el Ministerio de la Mujer. Si los candidatos no evolucionan sus programas de gobierno, conscientes de que tienen al frente un Congreso que está equilibrado, no van a poder pasar su aplanadora. La retroexcavadora desapareció del mapa, precisamente por estos pesos y contrapesos que dejó la elección parlamentaria. ¿Es suficiente el contrapeso del Senado? Me parece que no. En un contexto donde la política está tan polarizada es fundamental el contrapeso de la sociedad civil organizada. En particular en el ámbito del advocacy. En particular para mover el debate público hacia el largo plazo, hacia un reformismo innovador y hacia una mirada liberal que busca integrar o equilibrar libertad con equidad. Estás tres características están huérfanas en el sistema político actual. Es la sociedad civil la responsable de sembrarlas. En Pivotes, desde el advocacy, queremos contribuir a ello (ver recuadro).
¿Pivotes será su lugar de trabajo cuando vuelva a Chile? Su nombre ha sonado como posible sucesor de Juan Sutil en la CPC…
-Yo soy más partidario, y lo he dicho, que el mundo empresarial esté muy activo en lo público y que haya personas que se activen en el liderazgo de la CPC, la Sofofa: yo lo hice por cuatro años, me dediqué 100% a ello. Juan Sutil lo ha hecho de gran forma en la CPC y creo que tiene que surgir una cosa más coral, más que estar rotándonos o repitiéndonos. Somos muy pocos los que estamos activos en el debate público desde el mundo empresarial y espero que Juan lo siga estando. Honestamente, creo que deben haber otros liderazgos que asuman en la CPC, otros liderazgos que asuman la Sofofa…
¿Es decir, no está disponible para la CPC?
-Estoy muy activo en la empresa, en Colbún, CMPC, y eso me tiene muy motivado y requiere mucho tiempo y responsabilidad. Y tengo este proyecto, Pivotes, para la esfera de lo público y será ese mi espacio.
¿La han propuesto postular a la CPC o no?
-Entiendo el interés de esas definiciones precisas, personales. La CPC sería un honor, pero hoy creo que es momento de otros liderazgos. Nunca voy a decir: ¡jamás a la CPC! ¡jamás a la Sofofa! No soy de esas declaraciones rimbombantes, pero tengo la convicción de que ojalá seamos más personas de distintos espacios.
¿Es más optimista después del domingo?
-Veo con preocupación que, habiendo tenido una cierta derrota, la épica refundacional se empieza a reemplazar por una épica de todos contra Kast. Lo encuentro profundamente antidemocrático. Y lo mismo opino de la épica de todos contra Boric. Tanto Boric como Kast tienen una profunda legitimidad democrática en los votos que obtuvieron. Ambos se presentaron con programas bastantes claros y nítidos, la ciudadanía conoce sus historias personales y obtuvieron los votos que obtuvieron. Si uno empezara a identificar frases y acciones que tengan una connotación antidemocrática del diputado Boric y el candidato Kast, en ambos las encuentra. Nadie tiene el monopolio de la pureza democrática. ¿Qué debiéramos observar? Quien muestra más liderazgo para movilizar a su coalición hacia posturas más moderadas, gradualistas e innovadoras. El diputado Boric está evolucionando su discurso sobre la violencia, pero, sin embargo, no quita su firma al proyecto de ley de indulto a los presos de la revuelta. Creo que tiene poca capacidad para hacer evolucionar a su coalición hacia posturas más moderadas. El candidato Kast tiene más libertad para hacerlo y creo que los próximos 20, 30 días, habrá que observar cómo ejerce ese liderazgo respecto de ciertas fanaticadas bastantes estridentes que están detrás de él. Por ejemplo, que cambie lo que es un retroceso en ciertos mínimos civilizatorios, como su poca consideración de la diversidad, su relativización al cambio climático o su tratamiento al fenómeno complejo de la inmigración.
Percibo que prefiere un triunfo de Kast al de Boric…
-Afortunadamente soy Bernardo Larraín, ciudadano de a pie, no represento a ninguna institución, así que no tengo que pronunciarme al respecto. Aprovecharé los próximos 20 días para tomar una decisión informada y el principal insumo para esa decisión va a ser quien muestra esa capacidad para evolucionar a su coalición hacia un cierto camino reformista, versus el camino refundacional que representa la coalición Apruebo Dignidad y, en alguna dimensión, el inmovilismo que algunos podrían leer del proyecto político de José Antonio Kast. Esta contienda se trata de qué candidato logra movilizar a su coalición, con liderazgo, hacia un reformismo gradual.
Ya tiene nombre, financistas y profesionales contratados. Tras su salida de la Sofofa, en mayo, Bernardo Larraín trabajó un nuevo proyecto de políticas públicas: se llamará Pivotes y fue definido como un laboratorio de diseño y experimentación de métodos de advocacy -una suerte de activismo público- en torno a causas prioritarias.
A Larraín se sumaron como fundadores Pauline Vial, Diego Fleischmann, Francisca Junemann, Gonzalo Said, José Antonio Garcés, Paulo Carrasco y Carmen Luz Assadi. “Como ocurre en un startup, hay un grupo personas que son los que pusieron la energía y la creatividad inicial, los recursos; y esa base inicial que se empieza a expandir”, explica Larraín. “Este es un proyecto que está en formación y en expansión”, agrega.
La dirección ejecutiva la asumió Rafael Palacios, exsecretario general de la Sofofa, y se agregaron otros tres profesionales para redes, medios y contenidos.
Pivotes ya tuvo una jornada ampliada en la que participaron 50 líderes de opinión. Entre los invitados estuvieron personalidades como Andrés Velasco, Ignacio Briones, Pablo Ortúzar, Javiera Parada, Juan Ignacio Eyzaguirre, Claudia Allende, Loreto Cox e Ignacio Irarrázaval. “Los invitamos a desafiar el proyecto y una vez que lo conocieron ojalá que puedan sumarse a distintos roles, ya sea integrando una comisión, el consejo directivo, en fin”, dice Larraín, cuyo rol no ha sido definido. “Hay un gobierno corporativo que está en formación. La idea es que sea más relevante el colectivo que el presidente”, explica.
Pivotes tendrá dos grandes causas sobre las cuales organizar redes de activismo. La primera es la dimensión económica-social. Larraín la define así: “Cómo lograr activar un nuevo ciclo crecimiento que logre equilibrar nuestros recursos naturales, nuestro conocimiento, el desafío de innovación y el desafío de sostenibilidad. Pero para ello es necesaria también una cierta base común de calidad de bienes públicos para todas las personas”.
La segunda gran causa será la dimensión política y la modernización del Estado. “El proceso político es el flujo: genera nuevas regulaciones, instituciones y tiene que hacerse una reingeniería profunda, de forma tal que vuelva a converger la técnica con la participación ciudadana y con la condición de nuestra democracia, que es representativa. Y segundo, mejoremos nuestro stock: nuestro Estado, las instituciones, como lo hacemos más digital, más descentralizado, más moderno, más a servicios al servicio de los ciudadanos”, afirma.
El activismo no es igual al lobby, aclara Larraín. Esto último, una actividad legítima, opina, busca representar un interés particular en una discusión regulatoria. “Esto es una conexión directa con la opinión pública, es una conexión directa con el policy maker”, afirma. (Pulso)