Múltiples turbulencias afectan a Chile y el gobierno sigue demostrando una baja capacidad de gestión política y una creciente desconexión con la realidad del país (“delivery” en las comunas pobres y letra chica en programas de ayuda). Campea así la desconfianza y la incertidumbre frente a la tensión entre el aumento de contagios y el proceso de vacunación, el resultado electoral y el derrotero del proceso constituyente. En esta situación se esperaría que los precandidatos presidenciales mostraran conexión con la realidad, liderazgo efectivo y conceptos claros.
El escenario presidencial no resulta auspicioso. Hay candidatos de “medio tiempo”, otros recién aparecidos; también candidatos de muchas batallas pero que expresan, sobre todo, el “a mí me toca”. Hay otros que logran leer la nueva realidad pero que no consiguen conectarse con su sector. Y algunos que más que líderes aparecen como el mascarón de proa de proyectos de identidad difusa.
La irrupción de Boric abre perspectivas más positivas y puede reordenar el tablero. Trayectoria conocida, dirigente de un movimiento estudiantil que cambió el debate educacional y Chile; lúcido participante en la creación del Frente Amplio que terminó con el duopolio; poseedor de convicciones democrática claras y disposición a poner en juego su capital político al firmar el acuerdo del 15-N que permitió canalizar institucionalmente la rebelión popular del 18-O en el proceso constituyente. Su candidatura permite unir y posicionar al FA en momentos de aguda dispersión y apuesta a una única primaria de la oposición.
El programa es claro: igualdad de género que implica redistribución del poder en el sistema político, en la empresa y en la sociedad civil y repensar la economía a partir de cómo se reorganiza la reproducción y el cuidado. Terminar con los abusos, alude a universalizar los derechos sociales, a cambiar la relación abusiva del ser humano con la naturaleza, a entregar un nuevo estatus al trabajo y un equilibrio distinto entre trabajadores y empresarios, relevando la importancia de la gobernabilidad democrática de las transformaciones tecnológicas. La descentralización responde a la exigencia de protagonismo de las regiones y constituye una de las llaves maestras para recuperar el dinamismo de la economía. A lo anterior se suma la propuesta de enfrentar los desafíos del desarrollo y la modernización sobre la base de democratizar la empresa. Es una propuesta que toma en serio la idea de acompañar la NC con un pacto social. Los obstáculos no son pocos: incluyen unificar a un FA disperso y reconstruir la confianza de los movimientos y organizaciones sociales al promover una participación seria y constante en el proceso constituyente y en el impulso de tales políticas. Veremos si el candidato y el FA están a la altura. (La Tercera)
Eugenio Rivera