La discusión en torno al llamado “pacto fiscal” ha estado detenida por la discusión constitucional. Después del primer fracaso que tuvo el gobierno en esta materia con la Reforma Tributaria, han intentado, a través del cambio de nombre, por ejemplo, promover un reajuste en materia impositiva.
El ministro Marcel ha insistido con la necesidad de esta idea, utilizando distintas estrategias. Una de ellas, particularmente compleja desde el punto de vista argumentativo, fue la de intentar aparejar la aprobación o desaprobación del pacto fiscal a la crisis de seguridad que está viviendo nuestro país.
Lamentablemente en esta materia el gobierno, incluyendo a Marcel, no están siendo honestos. Cada vez que hay un problema social complejo, que se explica suficientemente bien por la mala administración por parte del Estado, la falta de acción o simplemente la indolencia, señalan desde el oficialismo que para resolverlo es necesario el pacto fiscal. Lo dijeron con la seguridad, pero también con la salud, con las pensiones, con la deuda histórica de los profesores y ahora último con la condonación del CAE.
Los hechos nos dicen que el Presidente Boric, en su campaña prometió una gran cantidad de cosas que no eran financiables, como las que mencionamos anteriormente, y ha encontrado en el alza de impuestos una respuesta conveniente para poder culpar a algún tercero de sus propias promesas incumplidas. Esto quedó manifiestamente claro en la pasada cuenta pública presidencial.
Sin embargo, esa estrategia empieza a presentar problemas graves. Los números simplemente no calzan. Las pretensiones recaudatorias del pacto fiscal exceden con creces el gasto que el gobierno pretende hacer, por lo tanto, ni aun aprobándose el aumento de impuestos se podrán financiar las reformas pretendidas por el gobierno.
Teniendo estos números en cuenta, seguir argumentando en base a lo que se pretende hacer, sin poner sobre la mesa las cifras que se tienen en consideración, deja de ser simplemente una estrategia electoral o de campaña, y empieza a ser abiertamente una mentira. El pacto fiscal parece un verdadero bolsillo de payasos, donde los recursos pretendidos parecen infinitos y resulta ser simplemente una excusa para justificar las promesas incumplidas. (El Líbero)
José Francisco Lagos