«El rótulo no basta», se titula una carta que el vicepresidente del PS y ex senador Camilo Escalona preparó ayer para exponerla ante la comisión política del partido, instancia que finalmente no sesionó por falta de quórum.
El texto, si bien está dirigido a la crisis en Nicaragua -donde el PS ya pidió que el gobierno de Daniel Ortega no continúe la represión a su pueblo-, contiene un mensaje que, según quienes conocieron el contenido, atañe también a la controversia que ha generado la carta de apoyo al ex Mandatario brasileño Lula da Silva, firmada por figuras socialistas como el presidente del partido Álvaro Elizalde, el presidente del Senado Carlos Montes e incluso la ex Presidenta Bachelet.
La misiva pide al Poder Judicial brasileño permitir que Lula compita en las elecciones presidenciales de octubre, ya que consideran que su proceso no es aún «cosa juzgada». Lula cumple condena de 12 años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.
«Personas por separado pueden estar en su derecho de manifestar apoyo», explicó Escalona a «El Mercurio», cuestionando, eso sí, el efecto político que genera que variados dirigentes PS apoyen el texto. «A lo que estamos asistiendo ahora es a una especie de intención de involucrar como corriente política al PS, y hacerlo de forma institucional. No es una buena causa, los casos de corrupción tienen que ser juzgados sin que se vean morigerados por las simpatías personales o las trayectorias. Lesiona al PS profundamente el involucrarse en un juicio por corrupción. Aparecemos justificando hechos que no se pueden justificar», critica Escalona.
El ex senador lamentó así que se «transforme el apoyo a Lula en una tarea política interna del socialismo chileno, es un grave error», y recuerda: «La injerencia además del PT, incluido Lula, en los asuntos internos del PS desde la campaña presidencial de 2009 a la fecha ha sido desafortunada, vinculada a los escándalos de corrupción que han estremecido a Brasil y América Latina», manifiesta, apuntando directamente al caso OAS: «Es inconveniente generar una especie de apoyo formal desde el PS chileno a Lula. Se excedió lo razonable».
En tanto, el ex senador Carlos Ominami y el ex embajador Jaime Gazmuri -promotores de la carta- presentaron ayer más firmantes, como la senadora Isabel Allende (PS) y el presidente del PC Guillermo Teillier. No obstante, en la nómina no pasó desapercibida la firma de cuatro ex presidentes PPD -Adriana Muñoz, Gonzalo Navarrete, Víctor Barrueto y Sergio Bitar-, en circunstancias de que el actual timonel, Heraldo Muñoz, ha criticado la carta.
PETICIÓN DE CHILE VAMOS
«Los ex Presidentes de la República, hasta después de seis meses de dejar el cargo, deben pedir autorización al Congreso para salir del país y ella ha dicho que va a un seminario. Esperamos que se restrinja a eso«, dijo ayer el presidente de RN, Mario Desbordes, tras asistir al comité político de La Moneda.
La petición del oficialismo apunta a evitar que la ex Presidenta visite a Lula da Silva, pues en el oficio de autorización de la Cámara -del pasado 5 de julio- solo refiere a una actividad del congreso de salud. En tanto, la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, dijo que su calidad de ex Jefa de Estado no puede generar una «intromisión» en el sistema judicial de otro país. Desde el Gobierno, la vocera Cecilia Pérez señaló: «Hay que tener mucho cuidado con interferir en las relaciones internas, políticas y judiciales de otro país».
No obstante, según el ex senador Carlos Ominami -uno de los promotores de la carta de apoyo a Lula-, Bachelet no podrá visitar al ex Presidente, porque este tiene visitas permitidas solo los jueves en la tarde, día en que será la exposición de Bachelet. «La Presidenta tenía la mejor disposición con Lula, porque sabe que lo que se juega en Brasil es grave. Pero ella ya manifestó su inquietud de participar en otras actividades que se están planificando en apoyo de Lula», explicó.
Desde la oposición, en tanto, los timoneles del PS y del PPD, Álvaro Elizalde, y Heraldo Muñoz, respectivamente, defendieron que Bachelet tenga una «agenda independiente». (El Mercurio)



