Entre muchas otras voces, la prestigiosa Comisión de Venecia sugirió que la fallida Convención Constitucional intentara alcanzar el “más amplio consenso posible”. Como es sabido, si algo caracterizó el trabajo del fracasado órgano constituyente fue la indiferencia o franco desprecio respecto de ese tipo de propósitos. En contraste, ahí reside el principal mérito del acuerdo al que arribaron las fuerzas políticas el lunes en la noche. Tanto la firma misma de este pacto, sobreponiéndose a un ambiente crispado, como el diseño mixto y los equilibrios que contempla, favorecen la articulación de un texto constitucional políticamente transversal, de vocación mayoritaria y alcance nacional.
Nótese la diferencia. Apenas ayer se quiso imponer la visión según la cual la cuestión constituyente era la “madre de todas las batallas” (Guillermo Teillier). Ahora —gracias al masivo triunfo del Rechazo y al diálogo político posterior— se apunta a un cambio constitucional entendido como “la madre de todos los acuerdos” (Ricardo Lagos). Se trata de un saludable cambio de paradigma, indispensable para la estabilidad del país.
Claudio Alvarado R.
Director ejecutivo IES