Entonces, el ex senador y actual vicepresidente del PS sonríe porque, dice, los dichos de la Presidenta son lo mismo que él advirtió antes.
«Desde el punto de vista político siento satisfacción porque mi ánimo siempre fue ayudar al Gobierno. Hubo personas que de manera muy malintencionada insinuaban que mis afirmaciones tenían como propósito torpedear las reformas. Pero mi convicción y mi experiencia política, que creo que tienen su valor, me señalaban que no había condiciones para que las reformas se pudieran llevar simultáneamente, este es exactamente el mismo término por el que fui descalificado», comenta el ex parlamentario.
REAGRUPAR MAYORÍAS
-¿Valora entonces este sinceramiento?
-La inflexión política del Gobierno con el cambio de gabinete necesitaba una explicación. Entiendo que hubo un problema que dice relación con las boletas de SQM, que es materia del Ministerio Público, y en el ámbito de los tribunales se aclararán las responsabilidades del ex ministro Peñailillo. Pero también había un dilema político que resolver: cuáles eran las razones que llevaron al Gobierno a tomar la decisión de priorizar las reformas. Es notorio y público que el país necesitaba una explicación y aplaudo que la Presidenta haya decidido entregar esa explicación en esta oportunidad.
-¿De quién es la responsabilidad de la decisión de seguir con las reformas simultáneamente?
-Había un núcleo que tomaba las decisiones cuyos principales responsables eran los ex ministros Rodrigo Peñailillo y Alberto Arenas que, evaluaron mal la situación. Y creo que el gran error que cometió el núcleo Peñailillo-Arenas fue creer que se podía resolver el problema de la desigualdad en un solo período presidencial, y eso generó una política voluntarista que no permitió consolidar las mayorías necesarias para mantener sistemática y permanentemente el esfuerzo contra la desigualdad. Y hoy, como la Presidenta señala, no solo tenemos las dificultades estructurales de un Estado que no puede soportar estructuralmente las reformas al mismo tiempo, sino que además tenemos un problema social y político en el sentido de que las mayorías que necesitamos se distanciaron y las debemos reagrupar.
-¿Esa es la gran tarea que le queda a la Nueva Mayoría? ¿Cómo se logra?
-La gran tarea país sigue siendo la misma, que es derrotar la desigualdad, pero no cabe ninguna duda que esta se proyecta mucho más allá de los límites de un solo Gobierno. Y no es solo una tarea de la Nueva Mayoría, como se insinuó al comienzo de la reforma tributaria el año pasado cuando se dijo que esta era una lucha entre ricos y pobres. Es una tarea nacional del conjunto de los actores. Que se den cuenta que con una fractura social el país no puede cumplir los desafíos que se le presentan. Derrotar la desigualdad significa unir al país y no separar una parte a favor y otra en contra. O sea, hubo un problema de la concepción de la idea de la sociedad con la cual se puede enfrentar la desigualdad. No fue posible que esta idea atravesara la prueba del tiempo. Al año hizo crisis, lo que demuestra que era una idea débil e infundada.
-¿Cómo evalúa al nuevo comité político ?
-Cuando Henry Kissinger le preguntó a Zhou En Lai qué opinaba de la Revolución Francesa, el Primer Ministro chino le respondió: «Es muy pronto para opinar». A Nicolás Eyzaguirre lo conozco de cuando era un ministro de Hacienda con un discurso fuertemente liberal. De entonces que lo conozco.
-¿Pero cree que este nuevo comité político va a interpretar bien esta nueva etapa?
-Depende de la madurez de cada uno de ellos. Porque en el comité político siempre habrá una tensión por aparecer en la foto. Ellos van a tener que disponer de un alto grado de madurez para compartir la foto. En el Gobierno no hay espacio para excluyentes, todos tienen que aparecer.
-José Miguel Insulza dijo que Peñailillo y los G-90 van a tener una segunda oportunidad…
-Ah, eso no lo sé, no soy adivino. No soy futurólogo.
-Insulza agregó que esperaba que en esa segunda oportunidad se dieran cuenta de la importancia de los partidos.
-La principal debilidad que ha tenido la transición chilena en sus 25 años es el menoscabo de los partidos políticos. Pero claro, el grupo de la G-90 llevó esto a grado extremo al pretender construir una cápsula hermética dentro de un partido que capturara y reemplazara a las fuerzas políticas legítimas y existentes por una asociación anónima y secreta. Subterránea. Esa es la peor manera de hacer política, porque uno debe hacerse cargo de lo que hace.
-¿El grupo anónimo son los G-90?
-Claro, ahora se ha sabido quiénes eran. Antes los G-90 eran como una logia, secreta. Ahora se conoce quiénes son, qué hacían. A mí eso me parece una deformación, para mí, inaceptable. Los partidos son, tienen dirigentes, son elegidos, conocidos, tienen virtudes y defectos, pero son. No se puede intentar reemplazar a las fuerzas políticas por asociaciones secretas.
-¿Qué opinión tiene de la declaración de Michel Jorratt en cuanto a que se presionó desde el Gobierno para no seguir adelante con la investigación por SQM?
-No opino sobre el proceso judicial en sí mismo. Yo opino sobre la política. A mí me parece inaceptable que hubiese existido una asociación secreta que se hubiese tomado atribuciones como la de montar una estructura de financiamiento irregular con la excusa de una precampaña.
-La Alianza está pensando en una acusación constitucional.
-Creo que esa acusación constitucional no corresponde por ningún motivo porque hay un proceso judicial en curso. Lo peor que se podría hacer ahora es interferir en el proceso judicial. Lo mejor que podemos hacer las fuerzas políticas es permitir que el Ministerio Público lleve la investigación hasta sus últimas consecuencias.
AYUDE A PEÑAILILLO
–Pero ¿comparte el hecho de que es grave si hubo presiones desde Interior?
-Considero entera y totalmente inaceptable todo ese capítulo, totalmente. Y si además se usó un cargo para hacerlo, más deplorable todavía.
-Usted tuvo algunas diferencias con Peñailillo: en campaña por las primarias en Los Lagos y luego por las elecciones internas del PS. Alguien podría interpretar que hay una revancha también.
-No, porque yo se lo propuse a la Presidenta Bachelet como su secretario en 2005. Yo ayudé a Peñailillo cuando llegó a gobernador y era una especie de pollo en corral ajeno y todos lo querían echar abajo. Yo le pedí a la Concertación entonces que lo respaldaran.
-¿Lo decepcionó entonces?
-Yo tengo una concepción política entera y totalmente diferente, como acabo de explicar. Yo creo que el antipartidismo anarquiza el sistema político. Yo no comparto esa manera de hacer política, no es propio de la democracia, el intentar dirigir el sistema político desde una asociación secreta. Yo tengo un reparo de fondo, de la manera en que yo pienso en la política.
-Pero usted lo recomendó. ¿Él cambió?
-¿Cómo ha sido su relación con Isabel Allende en la directiva del PS?
-Yo no busco enemistades personales. Naturalmente que hay muchas cosas que la lista mayoritaria realiza que no van a ser de nuestro completo acuerdo, por la sencilla razón de que nosotros lo hubiéramos hecho de manera distinta. Pero la situación es sumamente clara. Efectivamente a mí no me gustó que Peñailillo metiera mano en la interna del PS. Eso es así, así de claro y así de crudo. Pero también es así de claro que la senadora Allende ganó la presidencia del partido. Y yo perdí.