Estamos en el mes del mar, a una semana del 21 de mayo, fecha en que todos los años celebramos el día de las glorias navales de la Armada de Chile, pero, sobre todo, al valiente y ejemplar liderazgo de Prat, la gloriosa tripulación de la Esmeralda, la genialidad y osadía de Condell, y los que lo acompañaban en la victoria de la hábil Covadonga.
Hay muchas cosas pasando en Chile, las aguas están agitadas y al igual que en otras oportunidades debemos regresar la vista sobre Prat, quien siempre nos sirve de inspiración, transmite calma y con su ejemplo nos señala la ruta a seguir o como poder arreglar lo que no está funcionando.
Prat a los 10 años ingresa a la Escuela Naval y a los 17 ya se había estrenado en combate, en una clara demostración de que la edad no es un impedimento para poder defender a Chile o entrenarse como soldado, algo que también demostraron los 77 jóvenes héroes de la Concepción.
Prat no solo fue un distinguido oficial de marina, sino también un gran abogado, que como tal defendió causas que consideraba injustas, como la de su compañero de curso Luis Uribe, quien fuera después su segundo comandante en la Esmeralda y llegara a ser director general de la Armada.
Que Prat fuera abogado no era necesariamente bien visto por el resto de la oficialidad naval, e incluso hubo un momento en que le afectó el desarrollo de su carrera naval, pero él estaba bastante seguro de lo que hacía, sin importarle mucho el qué dirán. A la postre, sus méritos y capacidades fueron reconocidos, teniendo inicialmente roles importantes al comienzo de la guerra del Pacífico, seguido de los mandos de la Covadonga y de la Esmeralda.
Para Prat, junto a su familia, lo más importante era su gente, las tripulaciones de los buques en los que le tocó desempeñarse o comandar. Para él era importante su bienestar y entrenamiento. Se preocupaba por ser justo, liderar con el ejemplo, dar instrucciones y ordenes claras y precisas, todas características que se expresan con extrema claridad el 21 de mayo de 1879, pero que no aparecieron ese día por arte de magia, sino que son el producto de años de formación, iniciada en el hogar de sus padres, para después ser desarrollada en la Escuela Naval, en la carrera naval, pero. sobre todo, por su preocupación permanente de ser una mejor persona y oficial de marina, jefe y líder, con un fuerte acento en su equipo, en las tripulaciones de los buques.
Arturo Prat es el ejemplo del liderazgo y del profesionalismo militar. Muchas de las cosas que ocurren actualmente en Chile, en sus fuerzas armadas y policías no ocurrirían si es que quienes están al mando de las instituciones, o comandan unidades de combate o de las policías en terreno, siguieran el ejemplo del héroe naval. Estoy seguro de que tendríamos menos policías asesinados, y quién sabe, hasta quizás Franco Vargas podría estar vivo, o con mayores probabilidades de haber sobrevivido. Hora de mirar a Prat o bien pensar qué habría hecho él cuando enfrentado a problemas o situaciones complejas, propias de la profesión militar o policial.
El actuar de Prat también sirve de ejemplo para el Presidente de la República, sus ministros, subsecretarios, los miembros del Congreso, jueces y fiscales. Prat no se enredaba y siempre tenía claro que había que concentrarse y focalizarse en lo importante. En el mar no hay tiempo para enredos y perder el tiempo en lo que no es relevante, como tampoco meterse autogoles. El entorno marítimo ya es complejo, mas aún en combate, en donde lo importante es la tripulación, y las capacidades del buque.
En el Chile actual nos diría que nos preocupemos de la seguridad y de la economía. Eso es lo relevante y lo que pide la gente. Ya habrá tiempo para las reformas previsionales, de salud y de educación, todos temas importantes, pero no tan críticos como los primeros. Si nos concentramos en lo secundario y no en lo principal, seremos derrotados y nos iremos a pique, al fondo del mar.
Prat no sería quien es si no hubiese tenido los oficiales y tripulación que tuvo en la Esmeralda. Muchos de ellos habían sido entrenados por él, pero fueron ellos los que le permitieron enfrentar a un enemigo muy superior con la confianza y tranquilidad que lo hizo. Muchos de ellos también fueron héroes y dieron su vida por Chile. La Esmeralda, su comandante y tripulación, sabían que iban al sacrificio y lo hicieron tal como lo indicó su comandante en la arenga inmortal que dice:
“Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente ningún buque chileno ha arriado jamás su bandera; espero, pues, que no sea esta la ocasión de hacerlo. Por mi parte yo os aseguro que mientras viva tal cosa no sucederá, y después que yo falte, quedan mis oficiales, que sabrán cumplir con su deber” (Versión de Vicente Zegers, oficial de la Esmeralda).
Si bien el foco del 21 de mayo normalmente recae en Prat, Carlos Condell -compañero de curso de Prat e integrante del curso de los héroes- también merece ser reconocido. Por una decisión del comandante en jefe de la Escuadra, Condell deja la Abtao y asume en la Covadonga, que estaba al mando de Prat, pudiendo ser él quien saltara al abordaje y no Prat si le hubieran dado a él la Esmeralda. Condell tuvo un desempeño notable al mando de la Covadonga, su genialidad táctica y osadía permitió que la débil Covadonga derrotara al buque peruano más fuerte, la fragata blindada Independencia, en lo que fue un golpe mortal al poderío naval del Perú, el que definitivamente se acabó meses después con la captura del Huáscar en Angamos.
En el 21 de mayo de 1879 vimos lo que la Armada de Chile es capaz de producir. Oficiales navales que, siguiendo la impronta de Cochrane y Blanco, fueron ejemplos de liderazgo y profesionalismo, pero también siendo justos, recibimos una lección de máxima caballerosidad de parte del almirante Miguel Grau, que, a pesar de haberse batido en combate con el buque de Prat, se preocupó de reunir sus pertenencias y de enviarlas a Carmela Carvajal junto a una carta, que dice:
“Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorara ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle a usted las inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.” (El Líbero)
Richard Kouyoumdjian
*“En memoria del Capitán de Fragata Arturo Prat y los héroes de la Armada de Chile”