El Presidente Sebastián Piñera se equivoca cuando reclama respecto a la polémica que se generó por la inclusión de sus hijos en la gira oficial a China. Los únicos responsables por los costos familiares que tuvo ese incidente son el propio Presidente Piñera y su equipo de asesores que tomaron la desafortunada decisión de incluir a Sebastián y Cristobal Piñera Morel en esa gira presidencial.
Días después de que uno de los hermanos Piñera Morel enviara una carta a El Mercurio para pedir disculpas por la polémica que se inició producto de su participación en la gira a China, el propio Presidente Piñera volvió a revivir la polémica, al plantear que “cargarle la mano a mi familia me parece injusto y de una tremenda maldad”.
Un hombre ya curtido en la política debiera saber que nunca funciona cuando los poderosos buscan victimizarse. La gente tiene buenas razones para sospechar que los poderosos usan su influencia y recursos para ayudar a sus amigos y cercanos. Así que, independientemente de cuáles fueron los motivos del gobierno para incluir a los hijos de Piñera en la gira—y para hacerlos partícipes de las actividades oficiales relacionadas con la tecnología y los negocios—usar la estrategia de victimización es una movida política contraproducente. En vez de construir simpatías en una población que a menudo es víctima del pituto y del nepotismo, la decisión del Presidente de reflotar el tema solo mantiene abierto un flanco que le causa más pasivos que activos a su administración.
Peor aún, la declaración de Piñera vuelve a abrir el debate sobre dónde debe recaer la responsabilidad por este tipo de desacertadas decisiones. Según Piñera, la culpa está en la maldad de sus críticos y adversarios. A diferencia de su hijo Cristobal Piñera Morel, el padre es incapaz de hacer un mea culpa.Pero un análisis más cuidadoso de la polémica deja en claro que los únicos responsables de que la gira a Asia haya sido manchada por los cuestionamientos a la decisión de incluir a los hijos del Presidente es el propio círculo presidencial.
Durante el gobierno anterior de Michelle Bachelet (2014-2018) y especialmente cuando era candidato, el Piñera criticó duramente—y con razón—las prácticas de nepotismo y amiguismo que, por cierto, también generaron polémica pública. Es más, el candidato Piñera se comprometió a terminar con esas prácticas. Ya que él mismo decidió tomar esa bandera de campaña, ahora Piñera no debería reclamar cuando la opinión pública le cobra la palabra y sus críticos festinan con la evidente contradicción entre lo que prometió el candidato Piñera y lo que hace el Presidente Piñera.
Tampoco sirve argumentar que todos los presidentes anteriores llevaron a familiares en gira. En el pasado, los presidentes acostumbraban a hacer cosas que hoy, con una democracia más desarrollada y demandante, no son aceptables. Cuando uno es incapaz de ajustarse a los nuevos tipos y cumplir con los estándares éticos mas altos y exigentes que tiene la ciudadanía, no corresponde enojarse con los críticos. Lo que toca hacer es, simplemente, cambiar para estar acorde con las nuevas exigencias y los nuevos tiempos.
Además, Piñera ya ha tenido que enfrentar acusaciones por nepotismo.Desde el nombramiento de su primo como ministro del Interior, hasta el fallido nombramiento de su hermano como embajador en Argentina—pasando por el nombramiento de la hija de su amigo como agregada comercial en Nueva York—este gobierno debió haber aprendido hace rato lo inconveniente que resulta nombrar a familiares e hijos de amigos a cargos de confianza del Presidente.
Da la impresión de que, al reclamar por lo que él cree es una ‘cargada de mano’ hacia su familia, Piñera está proyectando su propia frustración por el error cometido. Si bien es innegable que la oposición ha festinado con la oportunidad de denunciar malas prácticas que ellos mismos relativizaban cuando estaban en el poder, los únicos responsables de este escándalo y de la polémica que generó son los que tomaron la decisión de quiénes serían invitados a la gira presidencial.
Ya sea porque los asesores del Presidente incumplieron su deber de proteger a La Moneda de polémicas innecesarias, ya sea porque el Ministerio de Relaciones Exteriores fue incapaz de darse cuenta del riesgo político que implicaba incluir a los hijos del Presidente en la gira—o habiéndose dado cuenta, fue incapaz de hacer valer su opinión ante el equipo de asesores del Presidente—o, peor aun, ya sea porque el propio Presidente Piñera tomó esa decisión, los únicos responsables de haberle cargado la mano a la familia del Presidente están en el círculo íntimo del Presidente que tomó la decisión sobre quién iba y quién no iba a la gira.
Si quiere recriminar a alguien, Piñera no necesita hablar en público. Basta con llamar a su equipo de asesores para encontrar a los responsables de haber puesto a la familia de Piñera en la primera línea de fuego para ser atacados por la oposición. (El Líbero)
Patricio Navia