Casen 2022: poco y nada que celebrar-Cecilia Cifuentes

Casen 2022: poco y nada que celebrar-Cecilia Cifuentes

Compartir

Con gran interés se esperaban los resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) para ver si se habían superado los negativos efectos de la pandemia. El anuncio de las primeras cifras de la Casen 2022 fue muy celebrado, producto de una reducción importante de las tasas de pobreza y pobreza extrema a los niveles mínimos históricos de 6,5% y 2% de la población, en comparación con cifras de 10,7% y 4,3% en 2020, y de 8,5% y 2,3% en 2017. A pesar, entonces, de lo complejo que han sido los últimos años en materia económica, los resultados de disminución de la pobreza seguían siendo muy favorables.

Sin embargo, llamaba la atención que estos resultados se daban a pesar de que se observaban caídas en los ingresos promedio del trabajo, autónomos y monetarios (incluye subsidios) respecto a 2017. El primero cayó un 3,3% corregido por inflación entre 2017 y 2022; el ingreso autónomo, un 2,6%, y el ingreso monetario, un 0,2%, a pesar de un aumento de los subsidios de más de 80%. ¿Cómo podía explicarse un menor nivel de pobreza con menores ingresos? La única explicación posible sería que hubieran aumentado los ingresos de los deciles inferiores; sin embargo, ocurre lo contrario, en esos deciles las caídas de ingreso resultan más significativas que a nivel promedio. La situación del primer decil es dramática, los ingresos laborales cayeron un 52% real entre 2017 y 2022, por lo que a pesar de un aumento de subsidios de 60% real, el ingreso monetario cayó un 4,6%. Lo mismo, aunque con caídas más moderadas, se observa para el segundo decil, en que al menos los subsidios logran compensar la caída de los ingresos autónomos. Se evidenció también un gran aumento de las brechas de ingreso entre los deciles altos y bajos; para los ingresos del trabajo, el 10% más rico recibió en 2022 un ingreso ¡63 veces! superior al 10% más pobre, brecha que en 2017 era de 32 veces. La explicación sobre esta paradoja entre pobreza e ingresos la dio mi colega Jorge Quiroz, planteando que existe un problema metodológico en el cálculo de la línea de pobreza, que debería ser corregido. Todo indica que la caída en la pobreza en realidad no es tal.

Lo que sí resulta claro es el significativo efecto que tuvieron los subsidios en los resultados. Para todos los deciles la diferencia entre los ingresos monetarios y autónomos aumentó fuertemente. En 2017, el ingreso monetario promedio era un 2,9% superior al ingreso autónomo, porcentaje que pasó a un 5,5% en 2022. En el primer decil los subsidios resultaron muy superiores al ingreso autónomo, y de hecho fueron 2,7 veces el ingreso del trabajo. Para el segundo decil, los subsidios fueron un 40% del ingreso laboral. Un aspecto que llama la atención, y que probablemente está relacionado con la implementación de la PGU, es que son los deciles medios los que muestran mayores crecimientos en los montos de subsidios respecto a 2017, con aumentos reales que superan el 100%. Efectivamente, la política social contribuyó a paliar la caída de los ingresos autónomos; el problema es que este ritmo de aumento en los montos de las ayudas estatales es totalmente insostenible hacia adelante. Si no se recuperan tasas de crecimiento económico razonables, la próxima Casen mostrará probablemente un retroceso en las condiciones sociales, especialmente para los sectores más vulnerables, debido a que se mantiene la caída en las tasas de ocupación laboral.

En efecto, cuando se analizan las causas de la caída en los ingresos laborales, vemos que se sigue agravando el problema de la ocupación en los deciles inferiores, siendo este, a mi juicio, el problema más serio que enfrentamos en materia social. Los sectores de bajos ingresos participan cada vez menos en el mercado laboral, lo que hace muy difícil la tarea de disminuir los índices de desigualdad. En el 10% más pobre, la tasa de ocupación (ocupados/población en edad de trabajar) se ha reducido de un 35% a un 24% entre 2015 y 2022, y la tasa de ocupación femenina, de un 20% a un 16% en ese lapso. Para los hombres, las tasas de ocupación caen en los cuatro primeros deciles, y para las mujeres, en los dos primeros. Si medimos solo ocupación formal (con cotizaciones), la situación es peor aún. En el 10% más pobre de los hombres cae de 21% a 13% entre 2015 y 2022, y para las mujeres, de 6% a 4%. Por otro lado, en los deciles de ingreso alto, aumenta la ocupación y la formalidad, especialmente para las mujeres, siendo esta probablemente la noticia más positiva que entrega la Casen; en el 50% de mayores ingresos las tasas de ocupación y ocupación formal femenina están mejorando.

¿Cómo enfrentar el problema laboral de los sectores vulnerables, especialmente frente al proceso de automatización? Es una tarea muy desafiante, tanto que algunos plantean que hay ciertos grupos que dependerán crecientemente de las ayudas sociales. Pregunto entonces, ¿es ese el tipo de sociedad que queremos construir?, ¿con un porcentaje elevado de hogares viviendo del Estado?, ¿qué ejemplo reciben los niños en esas familias? Estoy convencida de que esa sería la peor forma de “argentinizarnos”, debemos hacer los mayores esfuerzos por evitarlo, no solo por la pérdida de un importante potencial productivo y el costo fiscal de las ayudas, se trata de la dignidad de las personas.

Cecilia Cifuentes