Durante el último año en Chile hemos discutido activamente el impacto de la inauguración del Puerto de Chancay, en Perú, sobre los puertos chilenos y si el nuevo terminal del vecino país se convertirá en un hub del Pacífico Sur, poniendo en riesgo la expansión de la actividad portuaria en Chile y, de esa manera, la competitividad de nuestro comercio exterior.
La creación de Chancay tiene varios aspectos a considerar. El primero es que Perú sin duda necesita mayor capacidad portuaria. La población de ese país llega a 34 millones de habitantes, habiendo aumentado en unos 5 millones en los últimos diez años. La población chilena está en torno a los 20 millones de habitantes y ha crecido en 3 millones durante la última década. A su vez, la economía peruana ha crecido más que la chilena durante la última década, a una tasa real anual de 2,3%, comparado con un 1,9% para la economía chilena. Y su comercio exterior crece más rápidamente que el chileno. Las exportaciones del Perú han crecido a una tasa de 2,4% real anual mientras que las exportaciones chilenas han crecido menos de 0,5% real anual. Es decir, Perú necesita más capacidad portuaria.
Chancay nació como una respuesta a la necesidad, y rentabilidad, de crear puertos para las nuevas y crecientes exportaciones peruanas. En principio fue un proyecto de una empresa minera local pero pronto se dieron cuenta del espacio de negocios de nuevos puertos en Perú. Ahí entró Cosco, la enorme empresa china de puertos y transporte, optando entonces por un gran desarrollo portuario al norte de Lima que se justifica por la falta de oferta portuaria y, en particular, la congestión de Callao que también se está ampliando.
Otro elemento de importancia tiene que ver con los intereses estratégicos de Perú y China, de los cuales se habla poco. Para China, América del Sur representa una fuente importante de minerales y productos agrícolas. Perú es potencialmente un proveedor de mayor importancia que Chile tanto en lo agrícola como en lo minero. También es un mercado potencialmente más grande que Chile para sus productos manufacturados. Invertir en puertos que faciliten el flujo comercial entre los dos países es de toda lógica.
Chile hoy no tiene congestión portuaria, como ocurre en Perú, y los planes de desarrollo en la zona central del país son que se amplíe San Antonio, a una capacidad total equivalente un tercio más que la de Chancay y que Valparaíso duplique su capacidad. El Puerto Exterior de San Antonio contempla una expansión de seis millones de TEUs, equivalente al proyecto total de Chancay. Además, hoy cuenta con una capacidad cercana a los 2,5 millones de TEUs y se contempla ampliarla a algo en torno a tres millones. Es decir, San Antonio sería un puerto de 9 millones de TEUs comparado con 6 millones proyectados para Chancay. En resumen, con los planes actuales, Callao y Chancay juntos serán equivalentes a San Antonio.
Las ampliaciones de San Antonio y Valparaíso debieran construirse durante la próxima década y la nueva capacidad estaría disponible a partir de 2035. Tanto Valparaíso ampliado como San Antonio podrán recibir naves de 400 metros de eslora, cuando ellas lleguen a Chile en un futuro indefinido. Hoy son pocas las naves de ese tamaño en operación en el mundo y no se justifica utilizarlas para transporte desde y hacia mercados relativamente más pequeños como lo es América del Sur comparada con Europa Occidental o los EE.UU.
Con la información disponible hasta ahora, es difícil imaginar que la construcción de Chancay afecte significativamente al sistema portuario chileno o ponga en riesgo nuestra competitividad. Pero el desarrollo portuario es como Alicia en el País de las Maravillas: hay que correr para mantenerse en el mismo lugar. Puertos más grandes y eficientes en Perú son un aliciente para que Chile modernice y expanda su propia capacidad y así mantengamos la competitividad que nuestro comercio exterior requiere.
Luis Eduardo Escobar
Presidente de la Empresa Portuaria de Valparaíso, consultor Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)