“Lo prioritario es sacar adelante la reforma de pensiones y el pacto fiscal y que, por lo tanto, toda la discusión respecto a algo tan importante como el sistema político, debiera ser posterior a que zanjemos la discusión”. Esa fue la frase del Presidente Boric con la que, con total sinceridad y transparencia, le dio un portazo definitivo a la reforma al sistema político.
En un ambiente distendido, junto a los periodistas acreditados en La Moneda, el Presidente fijó posición respecto a la discusión sobre reformas al sistema político y antepuso, con nitidez, que dicha reforma no iba a avanzar mientras no se zanjara la discusión sobre pacto fiscal y reforma de pensiones.
El Presidente tiene razón: a la ciudadanía no le importa la reforma al sistema político ni la considera una prioridad frente a urgencias como las pensiones y las soluciones que requiere la crisis de inseguridad. Pero lo que no dice el Presidente, es que una reforma al sistema político permitiría, a futuro, facilitar el debate de los temas prioritarios y contribuir a reducir la fragmentación política que muchas veces obstaculiza y ralentiza las definiciones en materias de suma importancia.
Evidentemente, con un gobierno fracasado a cuestas e imposibilitado de sacar adelante sus reformas estructurales, al Presidente no le queda otra que usar la iniciativa presidencial para negociar con la oposición, si es que quiere sacar algo en limpio en su gobierno. Consciente, por tanto, de que la reforma al sistema político ha logrado importantes consensos en el mundo político y técnico, el Presidente aprovechó esta oportunidad (o se fabricó la misma), para desplegar su estrategia frente a las discusiones legislativas que debe llevar adelante el Congreso, manifestando esta suerte de cambalache de alto valor que pretende imponer a la oposición.
Seguramente, algunas de las almas del gobierno no ven con buenos ojos avanzar en reformas al sistema político. ¿Por qué resolverle el problema político al futuro gobierno si todo indica que debería ser de derecha? ¿Por qué allanarle el camino a la derecha para que gobierne de mejor forma si no contribuyeron nada cuando fueron parte de la oposición? Políticamente, una posición legítima. Pero republicanamente, una reflexión que dejaría mucho que desear.
Lo tampoco considera el Presidente Boric es que cerrando cualquier alternativa para modificar el sistema político, implica asimismo sepultar de manera definitiva el impulso de sus iniciativas en pensiones e impuestos. De esta manera, se ratificaría el fracaso completo de este gobierno en todas las áreas y se terminaría de escribir, anticipadamente, el exiguo legado de un gobierno intrascendente.
Quizás, al Presidente Boric, bien le valdría una segunda opinión en esta materia. Pasar a la historia como el Presidente que logró un consenso en las reformas que requiere el sistema político puede no tener réditos electorales inmediatos, pero si será valorado en las elecciones y generaciones que vengan. ¿Quién sabe si el día de mañana, en algunos años más, no es el propio Presidente Boric quien se beneficia de un Congreso menos fragmentado y de mayores herramientas para enfrentar las discusiones políticas en futuros gobiernos? (La Tercera)
Cristián Valenzuela