Han pasado 30 días desde que se escuchó fuerte y claro el rechazo a la propuesta constitucional. Fue una elección sin precedentes, con niveles históricos de participación. Los ocho millones de chilenos que optaron por el Rechazo superaron ampliamente el Apruebo inicial de casi seis millones, dejando atrás una aparente derrota política y cultural que parecía irremontable.
No existe una coalición o liderazgo que pueda declararse como ganador. La transversalidad de la votación del Rechazo reveló que rechazar la propuesta era una posición de sentido común, un rechazo al mal gobierno, a las pretensiones refundacionales y los atentados a la unidad nacional y a nuestros símbolos de la patria. Una elección de millones de ciudadanos que votaron por Chile, su historia, tradiciones y su libertad.
Hoy nos encontramos en un momento crucial. Las distintas fuerzas políticas tienen la responsabilidad de interpretar, debatir y acordar, desde el Congreso Nacional, las reformas que aseguren la paz social, el orden público y den respuesta a las demandas ciudadanas. La piedra angular de este debate es reconocer que el origen de nuestra crisis responde a la inoperancia de la clase política y la institucionalidad de entender, y atender a tiempo, los problemas cotidianos de los chilenos.
El proceso constitucional anterior nos entregó un país más dividido, pobre, inseguro y aún sin soluciones dignas en salud, pensiones, migración, entre otras. El proceso precipitado que algunos quieren imponer no puede ser una excusa para evadir nuevamente esta responsabilidad. ¿Acaso no es posible levantar hoy una fuerte agenda social, sin que esta se vea mermada y postergada por la desgastada discusión constitucional?
Algunos creen que una nueva Constitución nos garantizará la paz social y nos permitirá cerrar un capítulo doloroso. Pero lo cierto es que sea cual sea la Constitución que nos rija, existirá hoy y mañana el mandato de resolver —por quienes hoy ocupan cargos de poder— las demandas sociales que afectan gravemente a los chilenos.
Dado el contexto económico y social, es importante tomar una definición histórica y trascendente. Luego de décadas de progreso, Chile está completamente estancado y producto del escenario internacional y de los errores cometidos en Chile, las próximas navidades serán las más difíciles que tengan que enfrentar millones de chilenos.
La clase política tiene el desafío urgente de escuchar y conectar con el Chile profundo, con los chilenos más olvidados e invisibilizados, con quienes lo están pasando mal, los que han perdido el empleo, los que se han visto en la necesidad de endeudarse para enfrentar la pandemia o una enfermedad.
Es una gran oportunidad para que ejerzan nuevos liderazgos que logren conectar a las personas con la clase política, con la bandera del sentido común y de las urgencias sociales. Pero, también, es un mandato indispensable para evitar profundizar las fracturas y padecimientos que se viven entre chilenos y cuyas víctimas más visibles son la clase media y los chilenos más vulnerables. (El Mercurio)
José Antonio Kast
Presidente de Acción Republicana
Sebastián Figueroa
Director ejecutivo de Acción Republicana