China sin guantes de seda-Hernán Felipe Errázuriz

China sin guantes de seda-Hernán Felipe Errázuriz

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Hay suspenso sobre la reacción china por la revocación de las concesiones para las redes de telecomunicaciones 5G de Huawei, decretada por el Primer Ministro Boris Johnson, después de haberlas aprobado en enero, con algunas limitaciones. “Habrá consecuencias”, dijo el embajador chino en Londres. Luego el portavoz de su cancillería agregó una amenaza encubierta: “Gran Bretaña ha perdido la posibilidad de nuevos acuerdos comerciales para el futuro con China”.

El desencuentro va más lejos de las notas diplomáticas de protesta y enfriamiento, por algo más de dos años, en las relaciones de China con Gran Bretaña, como sucedió cuando el Primer Ministro británico David Cameron recibió públicamente al Dalái Lama en 2012.

El poder económico y militar, y el liderazgo chinos no son los mismos de la década pasada; siguen en aumento, con capacidad y voluntad de adoptar represalias cuando estima corresponden; ahora, con la oportunidad de llenar el vacío y aislamiento global norteamericano provocado por Trump. Así lo está experimentando Australia. Por solicitar una comisión internacional independiente para investigar el origen y gestión de la pandemia en Wuhan, el gobierno australiano fue intimidado, duramente reprendido, objeto de ataques cibernéticos, obligado a congelar sus relaciones bilaterales y sancionado económicamente, por China.

Reclamaciones, reivindicaciones y aspiraciones territoriales y marítimas chinas, antes postergadas, ahora se manifiestan en conflictos limítrofes con Bután y la India, con la intervención del ejército popular chino, más allá de sus fronteras, por primera vez en 30 años. En los últimos meses, Beijing ha duplicado sus reclamaciones en el Mar Meridional de China, incrementando sus patrullajes navales y aéreos en los mares adyacentes, incluyendo Taiwán y las islas Diaoyu\Senkaku reclamadas a Japón. Ha impuesto restrictivas leyes de seguridad sobre el territorio semiautónomo de Hong Kong, que ciertamente ha sido uno de los factores para la decisión de Boris Johnson sobre Huawei, adicional a la presión de Trump, de los servicios de seguridad británicos y de los parlamentarios conservadores, que desde hace tiempo reclamaban en contra de las inversiones chinas en servicios públicos de telecomunicaciones, agua y electricidad, por riesgos de espionaje, dependencia y sabotaje.

Otro capítulo de suspenso es la reacción que tendrá China en respuesta a la cancelación de las preferencias comerciales y de visas que otorgaba Estados Unidos a Hong Kong. La derogación, propuesta por Trump, fue apoyada por amplia mayoría de republicanos y demócratas. Otra vez un portavoz chino manifestó que habría consecuencias.

Beijing parece dejar de lado la retórica de la diplomacia para atenuar y solucionar los conflictos, mientras en muchos países se inquietan por las dudas entre las amenazas y las oportunidades que representa China. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz

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