¿Cómo gobernaría Evelyn Matthei?-Claudio Hohmann

¿Cómo gobernaría Evelyn Matthei?-Claudio Hohmann

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Se va volviendo cada vez más probable que el próximo Mandatario no sea un gobernante “accidental” -como calificó Carlos Peña al Presidente Gabriel Boric en una entrevista reciente-, sino que uno más parecido a los que lo precedieron en La Moneda desde 1990, esto es, políticos experimentados, militantes de partidos de larga data, instalados en lo alto de los estudios de opinión pública, bien conocidos a lo largo y ancho del país, y adultos mayores de cincuenta años (tres de ellos eran sexagenarios al inicio de sus respectivos mandatos).

También, todo indica que la próxima alianza de gobierno no será una “coalición de segunda vuelta”, como denominó Lautaro Carmona a la que gobierna actualmente el país -formada sobre la marcha después del paso de Gabriel Boric a segunda vuelta en noviembre de 2021-, sino que una que se constituirá próximamente para enfrentar la primera vuelta de la elección presidencial, o incluso antes, con ocasión de las primarias presidenciales -si tuvieran lugar en junio próximo. Pero ¿será cierto que esa plataforma política verá la luz en los próximos meses para servir de vehículo a su abanderado con miras a la segunda vuelta y a la conquista de La Moneda?

Los indicios de semejante prospecto son alentadores si se considera la total ausencia de ellos hace cuatro años en la que sería finalmente la opción ganadora de la elección presidencial en 2021, cuya coalición se terminó fraguando recién después de la primera vuelta. Y es que Evelyn Matthei ha sido proclamada tempranamente por los tradicionales partidos de la centroderecha, Renovación Nacional y la UDI, y lo será próximamente por Evópoli -en cuanto esa colectividad concluya el proceso de renovación de su dirigencia. A diez meses de la primera vuelta en noviembre próximo, la exalcaldesa de Providencia ya es, en los hechos, la indiscutible abanderada de Chile Vamos. No es poca cosa. Es, por cierto, el regreso de los actos y de los tiempos propios de una política que se saltó esos pasos indispensables en la última elección presidencial, para preparar cuadros, elaborar propuestas a ser sometidas al escrutinio del electorado y, sobre todo, para negociar un acuerdo político de gobierno con los partidos afines.

Sin embargo, no todo está dilucidado ni mucho menos. En la derecha han asomado opciones políticas -a la derecha de la centroderecha- que riñen en no pocas cuestiones con Chile Vamos, al punto que no parecen en principio dispuestas a conformar una alianza política que podría otorgarle a ese sector un resonante triunfo electoral en diciembre de este año. De hecho, el Partido Republicano proclamó a su líder, José Antonio Kast, para competir una vez más por el sillón de O’Higgins. Pero, incluso si la coalición de Chile Vamos le bastara a Matthei para llegar a La Moneda, cabría preguntarse qué rol cumpliría Republicanos en su gobierno -un partido ya bien consolidado que podría elegir no pocos parlamentarios en la próxima elección de noviembre-. La misma interrogante cabría hacerse respecto a Johannes Kaiser y su naciente partido.

¿Sería gobernable un eventual mandato de Matthei, con la oposición de la izquierda -un trabajo que ese sector sabe hacer sin remilgos-, por un lado y, por el otro, de esos partidos que si sitúan a la derecha de Chile Vamos? ¿Volverá el Frente Amplio a impulsar movilizaciones callejeras masivas como parte de su estrategia política de oposición o resistirá ese impulso como resultado de un “proceso de reflexión y maduración” sugerido por el alcalde de Maipú Tomás Vodanovic?

Podría ser que estemos ad-portas de un escenario del todo inédito que el país nunca ha experimentado hasta ahora: un gobierno atenazado por sus dos costados, sin vías de escape a la vista. Si un escenario de ese tipo terminara desplegándose entre nosotros -la probabilidad de algo así no es nula- el país continuaría transitando en territorio inexplorado, que es lo que el sistema político ha estado haciendo a duras penas desde el estallido social en adelante.

Lo que es seguro es que se aproxima uno de esos momentos que demandará una élite política de excelencia y transversal para enfrentar el cúmulo de desafíos que enfrenta el país. Conformar una alianza para gobernar en propiedad en los años que vienen demandará el despliegue del mejor talento que haya disponible. Y de voluntades que requieren de nutrida sabiduría. No sea cosa que la reforma del sistema político siga su curso, hasta su aprobación -sería extraordinario-, sólo para encontrarnos a poco andar con el déficit de gobernabilidad que surge cuando ponerse de acuerdo -incluso entre los líderes de un mismo sector político- se torna imposible. (El Líbero)

Claudio Hohmann