Una amistad de años, confianza personal y política, sumada a la debilidad del equipo que rodea a la gestión de la timonel del PS, Isabel Allende, son los elementos que han transformado al reconocido lobbista, Enrique Correa, en el consiglieri clave de la senadora, que se mantiene hasta ahora como la principal carta presidencial del partido con miras al 2017. Una figura que no pasa inadvertida, que saca demasiadas ronchas entre las huestes del partido, y de la que los asesores de la hija de Salvador Allende tratan de marcar distancia a toda costa.
A pesar de las públicas reuniones que Allende y Correa han sostenido el último tiempo, en el entorno de la senadora trataron de bajar el perfil al papel real que cumple el dueño de la consultora Imaginacción. Insisten en que a petición del equipo histórico, que ha trabajado por más de 15 años con la presidenta del PS, la dirigenta “le tiró la cadena a Correa hace tiempo”, que “siguen tomando el té juntos”, pero que no es su factótum.
Es más, recalcaron que para ellos el ex ministro socialista es “una figura política del pasado” y que es “una falta de respeto” plantear que Allende es influenciable y que necesita de un consiglieri para dirigir el Partido Socialista, en circunstancias que tiene “el liderazgo, trayectoria política e inteligencia suficientes” para hacer sola esta tarea. Una mirada que no todos comparten en su entorno político.
Todos los líderes políticos poseen figuras tras bambalinas que cumplen el papel de consejeros, personas de confianza que asumen roles claves en las decisiones de los dirigentes, que hacen ver los errores, dan opiniones y plantean críticas a las que los típicos “yes men” de la política no se atreven. En el resto del PS saben esto y en la bancada de diputados precisaron que la injerencia de Correa tuvo su verdadero caldo de cultivo en la falta de peso político y experiencia en el manejo de un liderazgo nacional que afecta al equipo de trabajo de Allende, lo que hizo necesario que el míticolobbista se instalara como el principal “orejero” de la timonel.
Entre los diputados PS reconocieron “la mano” de Correa en las declaraciones de Allende sobre las responsabilidades en el financiamiento de la política, un tema al que el ex ministro socialista está estrechamente ligado por su asesoría estratégica a SQM, Penta y Rodrigo Peñailillo, por mencionar solo a algunos de los involucrados. Puntualmente, los dichos de la máxima dirigenta socialista el 30 de noviembre –reconocieron cercanos políticos a ella– “son el ejemplo más claro y la coronación de la influencia” del líder de Imaginacción.
Ese día Allende señaló que “los partidos no pueden convertirse en jueces suplantando a la justicia” en casos de militantes involucrados en ilícitos. Que, en el caso del PS –añadió–, “la suspensión de la militancia impide que una persona involucrada en situaciones ilícitas pueda levantar una candidatura bajo la bandera del partido”, pero luego agregó que le “parece complicado que alguien se adelante sin que haya un pronunciamiento formal de la justicia que emite la condena o la absolución de las personas”.
Una postura ambigua que dista bastante de la rudeza que mostró Allende a principios de septiembre frente a la situación del senador PS, Fulvio Rossi, que apareció con boletas a SQM: “Es una conducta que debe ser aclarada por él y por los demás involucrados. No corresponde a una conducta del Partido Socialista”, sentenció entonces.
En el PS aseguraron que la nueva línea de discurso responde a Correa, más aún cuando el 29 de noviembre en El Mercurio, con foto incluida, salió consignada una reunión en la emblemática casa de Guardia Vieja de la familia Allende, a la que llegó Correa y el presidente del directorio de TVN, el PS Ricardo Solari. En el reservado encuentro, realizado el lunes 23 de noviembre a la hora de almuerzo, se revisó la relación con la DC, la negociación municipal, la situación de TVN y, obviamente, los escenarios propicios para una carrera presidencial. Además, la nota consignaba que la senadora había reactivado la frecuencia de sus conversaciones con Correa.
Si bien en el equipo de Allende insistieron en que esas conversaciones no tienen relevancia política, que ella “conversa con muchas personas”, en el resto del PS reconocen el peso que efectivamente ha tenido el lobbista el último tiempo en los temas sobre la relación del partido con la DC y el resto de la agenda política coyuntural que enfrenta cotidianamente la timonel socialista.
El fin de semana del 15 de noviembre, en La Tercera, Allende tensionó las relaciones del PS con la Democracia Cristiana, al sentenciar que “no se trata de arrinconar a la DC, pero tampoco de subsidiar a nadie, en una elección se compite y nadie puede sentirse ofendido porque le compitan (…) en la primera elección municipal que fuimos a dos listas, la DC nos convocó muy desesperados, porque quedaron muy complicados. Nos pidieron muy vehementemente ir juntos y no tuvimos problemas”. A renglón seguido, criticó la actitud política de sus socios de alianza, cuando precisó que la falange no tiene “ninguna justificación de decir que condicionan que se les acepta lo que ellos piden o que se van, eso no corresponde. Somos siete partidos y entre todos tenemos que llegar a un consenso y procesar democráticamente nuestra diferencias, pero no hay nadie que esté en condiciones de decir que si no me escuchan, me voy. Eso no es sano, la reacción que uno tiene es más bien adversa. Yo puedo entender los matices distintos, pero no puedo condicionar si entremedio hubo un programa y un compromiso de quedarse hasta el final”.
Como era de esperar, la reacción virulenta de la DC no se hizo esperar, donde calificaron de mal gusto las opiniones de Allende, lo que tensionó innecesariamente el clima en el seno de la Nueva Mayoría. Sin embargo, el fin de semana siguiente, en una reunión con su equipo más cercano, la timonel dio un giro y planteó la necesidad de poner paños fríos al conflicto con la DC, una señal que envió un par de días antes cuando públicamente le bajó el perfil al conflicto y lo atribuyó a la tensión propia del proceso de negociaciones, a “hipersensibilidades” y reconoció que todos los partidos han sido subsidiados electoralmente, no solo la DC.
Un cambio de tono en el que, según reconocen en el PS, estuvo detrás la mano de Correa, así como también la de Solari.
Basta recordar lo que piensa el ex ministro sobre la relación que debe primar en el eje histórico de la coalición. «Yo sigo pensando que lo más provechoso para todos los componentes de la Nueva Mayoría es seguir en esta coalición de centro izquierda. No creo que ni la DC, por un lado, ni el PS, por otro, puedan tener una vida estable fuera de esta coalición. Porque no es viable imaginar un entendimiento de la DC con la derecha ni un sector de ella. No sería estable y afectaría la propia unidad de la DC. Y no es viable en el PS un alejamiento de la DC», afirmó Correa en octubre del 2014.
DISTANCIA NECESARIA
La asesoría en las sombras de Correa no pasó inadvertida en las filas socialistas, donde reconocieron que una vez que se supo públicamente de las reuniones de Allende con él y su papel de consiglieri, hubo mucho ruido y críticas internas, debido al papel que ha jugado el lobbistaen los casos de financiamiento irregular de la política.
Ronchas que no son gratuitas, que adquieren fuerza en el PS con declaraciones como las que dio el factótum de Allende el 6 de diciembre en La Tercera, donde aseguró que el financiamiento irregular de la política no es corrupción: “Al aceptar que estos casos sean calificados de corrupción pura y simple nos hemos autoinferido un daño muy grande. Hay una distinción muy profunda que hacer en lo que entendemos en el lenguaje común como corrupción y el tema del financiamiento de la política. Es claro que el financiamiento de la política debe ser reformado, que debemos cerrar definitivamente esos espacios que permitieron formas irregulares, engañosas, informales –póngale el nombre que quiera– de financiamiento político, pero no es corrupción. La corrupción supone el intento de enriquecimiento personal ilícito y eso es distinto a lo que pasó en los casos de financiamiento de campañas”, expresó ese día Correa, en una de las escasas entrevistas que da al año.
“No fue fácil lo que se generó internamente”, afirmó un alto dirigente del partido, que explicó que, por eso, tanto Correa como Allende “de ahora en adelante serán más cuidadosos y tratarán de bajarle el perfil al vínculo entre ambos”.
Explicaron que Correa tiene plena conciencia de lo “negativo” y “complicado” que puede ser para Allende que él aparezca como su factótum. “La daña, él tiene conciencia, más que muchos otros en el partido, de eso, que ella pierde mucho”, dijo un dirigente socialista.
Por ello, más de uno en el PS tomó constancia el domingo 6 de diciembre cuando, en El Mercurio, en el marco de una nota sobre la opción presidencial de Ricardo Lagos Escobar, salió publicado que Correa mira con buenos ojos la candidatura del ex Mandatario el 2017, como el único liderazgo que realmente puede ganarle a Sebastián Piñera.
En el PS hay dos lecturas al respecto: una, que eso apunta a la estrategia del ex ministro de querer aparecer desmarcado de Allende, precisamente, para que su rol de consiglieri no la afecte, mientras que otros asumieron que el lobbista ya se cambió de caballo en la carrera presidencial, debido a que la senadora no competirá finalmente en dos años más. Como sea, ambas tesis coinciden en un dato concreto: Correa y Lagos Escobar han intensificado sus contactos el último tiempo.
No es casual ni gratuita la influencia que tiene el lobbista y la confianza plena que Allende tiene con él. Ya en octubre del año pasado era un secreto a voces en el partido que Correa, en ese momento, estaba cumpliendo con una estratégica asesoría a la parlamentaria. En ese minuto en el mundo socialista, tanto en el partido como en el gobierno, contaban sin problemas que la relación entre Correa e Isabel Allende “es fuerte”, que tiene su origen en el vínculo del ex ministro con Hortensia Bussi, viuda del ex Mandatario.
“Él era muy cercano a la Tencha, por eso siempre ha ayudado a la senadora, a la familia, a la Fundación”, explicaban en 2014 en La Moneda, mientras en el PS recalcaban que Correa “siempre ha ayudado mucho” a Allende.