Es posible argumentar que al menos durante el último cuarto del siglo XX y hasta 2008, el mundo se hizo mucho más libre, económica y políticamente. Ese período coincidió con un gran progreso material y con que literalmente miles de millones de personas dejaron de ser pobres. No obstante, a partir de la Gran Recesión, un número no menor de países sufrió cambios institucionales que detuvieron ese progreso. El caso más dramático de oposición a tal avance es, evidentemente, el de ISIS.
Chile, de acuerdo al recientemente publicado índice de libertad humana -preparado por la norteamericana CATO, la canadiense Fraser, la alemana Fundación Friederich Naumann, el ruso IEA, y el esloveno VISIO-, éste tuvo, entre 2008 y 2012, último año con datos, un leve retroceso en materia de libertad. De acuerdo a dicho estudio, el país pasó en el mencionado período del puesto 16, al 18, entre 141 países. En números absolutos el índice para Chile refleja similar evolución, cayendo de 8,39 puntos sobre un posible de 10, a 8,32 puntos.
No es fácil medir la existencia de un concepto tan complejo como la libertad. Antes de intentarlo, hay que definir qué se entiende por ella. En su estudio los autores adhieren a la libertad negativa, es decir, a aquella dada por la dignidad de las personas y la ausencia de restricciones coercitivas. A partir de ese concepto, miden entonces la libertad personal en base a indicadores del imperio de la ley, de la seguridad existente, y de la libertad de movimiento, religión, asociación, y expresión. Para obtener el índice de libertad personal ponderan más de 30 sub-indicadores y luego, para calcular el índice de libertad humana, combinan el índice libertad económica del Instituto Fraser, con el índice de libertad personal. La publicación correspondiente explicita la fuente de los indicadores usados y las ponderaciones escogidas.
La misma publicación analiza una serie de relaciones interesantes y pertinentes para el debate en que nos encontramos en Chile. Encuentra correspondencia entre libertad económica y libertad personal, como también la descubre y muy estrecha, entre democracia y libertad humana. Es más, correlaciona una mayor libertad humana con mayores ingresos por persona. Este fenómeno se torna impresionante en aquellos países que gozan de altos índices de esta última libertad. Es cierto que hay que tener cuidado con hacer inferencias temerarias, pero tampoco hay que ignorar estas importantes relaciones.
Tocqueville sostenía que aquel que busca la libertad por cualquier motivo que no sea ella misma, se esclaviza. Friedman agregaba que afortunadamente las sociedades más libres son al mismo tiempo más prósperas, relación confirmada por los datos de Vásquez y Porcnik (2015). Estos últimos sugieren que es en materia de libertad personal en que tenemos los indicadores más bajos, especialmente en los procedimientos judiciales civiles y en algunos aspectos de la libertad de expresión. No obstante, hay aún espacio para progresar en los indicadores de libertad económica.