En el actual contexto de desafección hacia la política, el no cumplir las promesas, o al menos no expresar abiertamente las dificultades en cumplirlas, es un lujo que las autoridades políticas no se pueden dar. En un momento en que la opción “No Sabe/No Contesta” gana a cualquier candidato en las encuestas presidenciales, es importante reiterar la pregunta que asedia a la política mundial: ¿Cómo recuperamos la confianza en la democracia?
Y tal como pasa en las relaciones personales, la respuesta es que las acciones hablan más que las palabras. Los hechos concretos son un camino importante para reencantar a la ciudadanía, y la rendición de cuentas públicas honestas, oportunas y en formatos amigables, es una herramienta fundamental para lograr este objetivo.
Por eso, al momento de la última cuenta pública del gobierno de Michelle Bachelet, es importante analizar cuántas de los compromisos que se hicieron el año pasado se han cumplido. Para eso, en Ciudadano Inteligente lanzamos una nueva versión del estudio Del Dicho Al Hecho, que analiza cuánto se ha avanzado en las promesas hechas el 21 de mayo de 2016.
Los resultados muestran la complejidad de estar a cargo del gobierno de un país. Si bien hay avances importantes en áreas relevantes, como infancia y energía, otros compromisos emblemáticos del gobierno siguen pendientes, como la gratuidad permanente en educación superior y una nueva Constitución. Es probable que estos temas sigan presentes en los discursos e intervenciones de la Presidenta y su gabinete, es probable también que no todos lleguen a completarse como se prometía en el programa.
Hacer seguimiento a las promesas es un ejercicio que revela que la sola voluntad de un gobierno no es suficiente para concretar compromisos. Se requieren también acuerdos políticos, contextos sociales y económicos adecuados y precisión en los tiempos de ejecución. Mostrar esto a la ciudadanía es un ejercicio de honestidad importante. Es importante también que los gobiernos den a conocer sus avances, que pueden ser muy relevantes para la vida cotidiana de las personas. En un año electoral, este ejercicio de transparencia y fiscalización permite tomar decisiones libres e informadas.
Es importante tener en cuenta, pensando en noviembre próximo, que las elecciones necesitan de un sistema que apoye proyectos políticos, más que sólo candidatos. Si las coaliciones se alinean tras figuras importantes sólo por sus posibilidades de ganar, sin tener como telón de fondo acuerdos transversales construidos de cara a la ciudadanía, las promesas de campaña se vuelven frágiles. La confianza ciudadana se pone (otra vez) en juego, pues los compromisos quedan a merced de la popularidad del gobernante de turno.
Una democracia viva requiere que los gobiernos rindan cuenta de buena forma, pero también que la ciudadanía exija y fiscalice. Este punto es fundamental, también, para recuperar la confianza: Sin ciudadanas y ciudadanos que participen, poco puede cambiar la política. Saber qué ha hecho el gobierno es un paso, nosotros ponemos DelDichoalHecho.cl a su disposición para lograrlo. (La Tercera)
Laura Encalada