Nos intenta convencer de que gracias al modelo neoliberal esta pandemia nos sorprende con el deterioro de la cultura comunitaria y el estímulo al individualismo, y eso sería una condición a agradecer. Según Peña, el comportamiento comunitario, que estimula que la gente se reúna, sea solidaria, asociativa, es lo contrario a lo recomendable hoy, en que se requiere el aislamiento de las personas.
Por cierto que se puede refutar su aseveración, a mi entender un tanto rudimentaria, con algunos ejemplos de lo inconveniente que puede ser un comportamiento individualista y poco comunitario: la irresponsable señora que estando contagiada se paseaba alegremente por un centro comercial; o aquellas personas que pretendieron asumir la cuarentena como tiempo de vacaciones y corrieron hacia los balnearios. Resulta difícil entender dónde estaría lo ventajoso de esos comportamientos egoístas para enfrentar la pandemia, pero como lamentablemente el rector Peña no desarrolla mayormente su tesis, no podemos dilucidar cómo es que llega a tan singular conclusión.
Yendo al tema más de fondo, existe cierta coincidencia entre pensadores e investigadores sociales de distintos países respecto de que asistimos a un momento único en la historia de la humanidad, que en el caso de Chile se complejiza aún más por coincidir con un momento de crisis institucional y de convulsión social también único en su historia. Podemos citar a Michel Maffesoli, sociólogo y filósofo francés, que sostiene que “la crisis sanitaria, portadora de muerte individual, es el indicio de una crisis civilizatoria: la muerte del paradigma progresista”, el mismo que con tanto ardor defiende Peña.
No sé si el rector categorizará a Maffesoli como parte de los que hablan “tonterías”, pero un baño de humildad no vendría mal considerando que muchas certezas y creencias sostenidas firmemente hasta hace poco están hoy en estado de absoluta fragilidad.
Mario Aguilar
Presidente nacional Colegio de Profesores