A tres semanas de la IX Cumbre de las Américas, que reunirá al Presidente Boric y mandatarios del continente, subsiste escepticismo por la efectividad y representatividad de la cita, bajo el lema “Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo”.
La exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela provocó el anuncio de inasistencia de los presidentes de Bolivia, Honduras, México y varios caribeños. Por su campaña electoral, Jair Bolsonaro no asistiría. El mandatario más representativo de la región, en términos de población, sería el Presidente Iván Duque, de Colombia, único aliado global de Norteamérica y país receptor de ayuda para la seguridad superior a 10 mil millones de dólares en dos décadas.
Queda un par de semanas para que Estados Unidos revierta las ausencias, ofrezca propuestas que fortalezcan sus debilitados vínculos con América Latina y responda a la creciente influencia de China, con significativos programas en la Región, sin imponer restricciones dependientes de la observancia de la democracia y derechos humanos.
Habrá que recordar que, en la primera Cumbre de las Américas, única celebrada antes en Estados Unidos, presidida por el Presidente Clinton, con la sola ausencia de Fidel Castro, se lanzó una potente agenda de promoción del libre comercio. Allí surgieron los tratados de libre comercio, actualmente cuestionados por la Cancillería y sectores de la izquierda chilena que impugnan, por razones ideológicas, la legitimidad y beneficios de los acuerdos para la producción, empleo y accesos a mercados internacionales.
La Cumbre presidencial tratará una variedad de materias de futuro. Incluye salud, medio ambiente, transición a energías limpias, transformación digital y el Plan de Acción sobre Gobernabilidad Democrática, incompatible con la participación cubana, nicaragüense y venezolana. Tardíamente incorporó migraciones, tema ineludible.
Los resultados de la reunión dependerán, en gran parte, del compromiso de Estados Unidos con el progreso y cooperación del continente.
El Presidente Biden debe ir mucho más allá de servir de anfitrión de la Cumbre para revertir el desinterés norteamericano en la región, evidente en Chile, sin embajador de Estados Unidos por cerca de cuatro años, al que se suman once otros países latinoamericanos con la misma vacancia.
El Presidente Boric, en su primer evento de esta categoría, tendrá ocasión de entrevistarse con otros mandatarios en beneficio de la cooperación bilateral. Le permitirá dar a conocer su agenda internacional y destacar los avances, liderazgos y compromisos de Chile con la democracia, gestión de la pandemia, políticas ambientales y energías renovables. Polémico sería que su participación se destinara a promover su agenda para la política partidista y narrativa interna. (El Mercurio)
Hernán Felipe Errázuriz