El elefante está en la habitación, como dice el dicho, pero actuamos ignorándolo. Es lo que ha ocurrido con el congelamiento de las tarifas del Transantiago y también las eléctricas. Las últimas se congelaron luego de hacer lo propio con las del Metro, porque el alza de “30 pesos” justificaba en 2019 quemar y saquear en todo Chile. Después llegó la pandemia y hasta este año, no hubo intención de comenzar a pagar la cuenta. Era más fácil ignorar lo obvio, es decir, que se estaba acumulando una deuda que hoy alcanza los ¡6 mil millones de dólares! Empezar a pagarla (con alzas del 60% en un año) aplazará incluso volver a la meta del 3% de inflación, según el Banco Central.
Lamentablemente, estamos llenos de grandes paquidermos que los gestores de la política pública prefieren no mirar, a pesar de su relevancia. Hay 50 mil niños y jóvenes que abandonaron sus escuelas el año pasado. Muchos de ellos se emplean en el crimen organizado y se dedican a los portonazos, mientras la mayoría de los estudiantes de 3º y 4º básico no saben leer correctamente, lo que debieron aprender en 1º. Pero el Mineduc, en vez de abocarse a ellos y a recuperar la brecha de aprendizajes que generó la pandemia, cree que está en posición de ofrecer reactualizar el currículum de 1º básico a 2º medio, con la contumacia habitual de insistir en concepto vagos como el “lenguaje ético”, la “educación sexual integral” o que los niños de 3º básico desarrollen una “afectividad y sexualidad integral”.
Una y otra vez Educación y Salud metiéndose con nuestros niños, preguntándoles a los de 5º básico -como se denunció en mayo en Arica y el año pasado en Talca- si han tenido relaciones sexuales orales, anales o vaginales sin condón o si han “eyaculado en tu boca”.
Ojalá las autoridades emplearan algo del tiempo que le destinan al sexo infantil y adolescente a resolver los problemas que ha generado la reforma educacional de Bachelet con los traspasos de colegios municipales a los SLEP y el sistema de admisión escolar aleatorio (SAE) que a la altura de las vacaciones de invierno tiene todavía a ¡mil 516 estudiantes sin matricularse! Una tragedia para esas familias, pero no se ve.
Otro elefante que destruye todo alrededor de su entorno, pero persistimos en ignorarlo, es la migración ilegal. No se trata sólo del flujo de nueva delincuencia que ha inaugurado los más crueles delitos antes desconocido en Chile, trastornado la política de vivienda, las escuelas y los consultorios, sino que seguimos como en el día uno de este gobierno, cuando aseguraba, desde la oposición, que iba a solucionar el problema con la “coordinación regional”. Lo cierto es que en estos dos años han ingresado 108 mil extranjeros clandestinamente, lo que supera los ingresos ilegales de los últimos 50 años, porque ellos siguen advirtiendo que no hay sanción, que es posible trabajar sin papeles y obtener finalmente una visa. ¿Y de la coordinación diplomática?, ¡nada! Ni siquiera disculpas.
Otro elefante que está haciendo daño hace tiempo, y simulamos que es una foca nomás, es la salud. La gente considera que es la tercera urgencia ciudadana, después de la delincuencia y la inmigración (Criteria, junio). Pero las listas de espera siguen creciendo. El gobierno se hace como que las gestiona y que puede solucionarlas. Pero seguimos sumando personas a la indignidad de tener en espera 2,4 millones de consultas de especialidad y 350 mil cirugías, ambas no GES. Las GES, que se supone tienen la garantía estatal para su tratamiento oportuno, también suben a 80 mil, gran parte de ellas mujeres con cáncer de mamas o cervicouterino. Y nadie explica… pero ellas mueren.
La Moneda nos machaca diariamente con su nueva preocupación por el crecimiento económico y la delincuencia y el crimen organizado. Pero, ¿han oído alguna preocupación, alguna vez, por el hecho de que cada vez nacen menos niños y Chile se va a despoblar? A pesar de la inmigración, este es un país en que a corto plazo habrá más féretros que cunas. Para mantener la actual población tendríamos que tener una tasa de fecundación del 2,1%, pero sólo alcanzamos el 1,3%. Este ya no es un elefante, sino que un mamut al interior del país, pero el verbo gestar, de moda en el oficialismo, se usa para otras cosas, como para titular uno de los capítulos en la cuenta del Presidente Boric: “Gestar el Chile que viene, desde el Deporte, la Cultura y la Educación”. ¿De niños? Nada. Está tan subvalorada la mujer, única con capacidad de gestar, que los proyectos legales las reemplazaron por “personas con capacidad de menstruar”, para incluir a los hombres trans y personas no binarias.
Lo cierto es que este en un gobierno averso a los niños. Uno que otro por ahí, pero mucho menos que mascotas, que se avienen mejor con los proyectos individualistas de los que pregonan el colectivismo. Ofrecen aborto libre y eutanasia para segar vidas, pero no han sido capaces en más de 10 años de aprobar el proyecto de sala cuna universal, que sería una facilitad, sobre todo, para las madres del quintil más pobre, donde menos del 30% trabaja. Impensable esperar del Ejecutivo algún beneficio tributario, como declaración de renta conjunta del matrimonio, porque no promueven el matrimonio ni la familia tradicional. La esterilidad es un proceso que ha demostrado ser casi irreversible en los países desarrollados, pero aquí la atención es nula. Por el contrario, el Gobierno se atreve a insistir en imponer un sistema de reparto para pagar pensiones, a pesar de que la pirámide poblacional… ya se invirtió.
Y como si no fuera suficiente descuidar el futuro de Chile, tampoco protegemos a nuestros niños vulnerados, muchos de los cuales salieron durante el estallido a destruir y rayar los muros con “No + Sename”. Tanta campaña política con “Los niños primeros” y comisiones de la infancia surgieron tras conocerse las pésimas condiciones en que vivían los niños del Sename. El Presidente Boric anunció en su cuenta pública una comisión para reparar la vulneración de derechos que provocó esa institución, pero omite que su sucesora, Mejor Niñez, tiene listas de espera y que el 40% de las 258 residencias actuales están con sobrecupo. Esto genera una situación tan caótica que, desde 2023, ha llevado a 43 residencias privadas a cerrar, luego de denunciar la situación y no obtener respuesta. Pero no hemos terminado, porque el informe judicial sobre los niños bajo la custodia del Estado alertó, además de hacinamiento, drogas y prostitución.
No es fácil gobernar. Pero los países debieran tener una comisión “elefante en la habitación” para obligar a sus autoridades a ocuparse de problemas obvios y consecuencias devastadoras que se prefiere ignorar. El listado no puede terminar sin la violencia en el sur, que la economía perdió su capacidad para crecer o que dejamos de construir embalses. (El Líbero)
Pilar Molina