“Esa bellaca me llevó secuetrao; la puta me a dejao con el picho pelao; que tu ere bien puta, que tu ere bien puta, que tu ere bien puta puta puta puta…” o “Estoy loco por ponértelo entremedio pa’ hacerte una rusa” y una última muestra: “Agresiva me choca, grita como loca, mientras la devoro ella se toca”.
La “poesía” que usted acaba de leer son letras de distintas canciones de reggaeton que sus hijos, desde los 12 años o antes, bailan en las discoteques, o escuchan en la radios o en las calles de Las Condes o Recoleta. Sí, las mismas comunas que han prohibido el acoso verbal callejero, incluido piropos a través de una ordenanza municipal. Así, tenemos el caso de un vendedor ambulante de Las Condes, que le dijo a una mujer antes de entrar a un supermercado: “Coma más ensalada para que conserve su lindas silueta”. Multado. Arriesga pagar entre $142 mil a $236 mil.
Aquí hay algo que no encaja. Si bien la intención de fondo del edil comunista, Daniel Jadue, y del UDI, Joaquín Lavín, es positiva, la falta de criterio y sentido común ilustran cómo Chile se está volviendo sonso.
Si se quiere castigar el piropo, cuestión en la que no estoy de acuerdo porque es poesía popular (no confundir con frases ordinarias y vejatorias), lo mínimo es la congruencia, es decir, ambos ediles debieran prohibir el reggaeton en sus comunas, porque la letra no sólo denigra y desprecia a la mujer, sino que además es vulgar, machista, violenta y tararea sexo explícito en lugares públicos. Los alcaldes podrán decir que cada uno elige lo que escucha. Pero no es así. Existe lo que se llama presión social, y que puede ser más poderosa que una ley.
Todas las discoteques para menores tocan esta “música”. Llega a los oídos de niños se quiera o no. ¿O nos pedirán que no dejemos ir a los hijos a fiestas y discos?
Entonces, si vamos a ser alcaldes feministas, seamos consecuentes: castiguemos todo lo que daña a la mujer y la trate como objeto sexual.Claramente aquí, Joaquín Lavín y Daniel Jadue se movieron más por moda feminista, que por sentir suyos el movimiento feminista.
Todas las mujeres estamos porque se alcance la igualdad de derechos y privilegios de las que gozan los hombres. Acá en Chile, este año, el movimiento ha ido acompañado de una educación no sexista, vida sin violencia, no a los abusos sexuales, acoso laboral, etc. Hasta ahí todas estamos de acuerdo. Qué mujer no quiere eso. Me declaro feminista.
Pero, si somos feministas, seámoslo para todo. No podemos estar pidiendo una vida sin violencia o abusos si por otro lado escuchamos y bailamos reggaeton, dejando que el hombre nos trate como un juguete sexual, o esclava. Porque de nuevo, más allá de que alguien diga que uno elige lo que escucha, no deben existir letras de canciones que nos traten como perras o putas. Lo anterior va más allá de la libertad de expresión o la libertad de elegir, va en contra de la violencia explícita que fomenta el reggaeton contra la mujer.
Por lo mismo, tanto los ediles antipiropos como el movimiento feminista están en deuda: ser valientes y enfrentar a la poderosa industria del reggaeton, que justamente va en contra de las conquistas logradas hasta ahora, y que ya ha sido prohibido en varios países de Latinoamérica. (El Líbero)
Rosario Moreno C., periodista y Licenciada en Historia UC