Democracia posbinominal

Democracia posbinominal

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Esta elección presidencial y parlamentaria (y la próxima) está llamada a configurar un nuevo mapa político que definirá, por un par de décadas, liderazgos, partidos dominantes y alianzas. En este lapso de cinco años se producirá la inevitable transición desde la “república binominal”a una democracia posbinominal, lo que generará una mayor fragmentación identitaria. El deshielo binominal impulsará a una redefinición de los espacios de izquierda, centro y derecha.

La reciente decisión de la Democracia Cristiana (DC) de ir a una primera vuelta puede ser leída en clave de reconstrucción identitaria. El nuevo sistema proporcional les permite a los demócratacristianos explorar quiénes son y cuántos. Al no estar condicionados por pactos tendrán que tomar decisiones programáticas esclarecedoras para ellos mismos y para el país, intentando resolver la tensión entre un socialcristianismo más comunitarista y uno neoliberalizado.

La decisión de la DC precipita un proceso de reconfiguración de la izquierda. Partidos como el PS tendrán que clarificar su propio proyecto e identidad. En la relación entre la DC y el PS sigue vigente el aprendizaje del 73 de que se necesitan mayorías sociales y políticas para alcanzar cambios en el país. Lo que se ha tornado insostenible es que este acuerdo se siga dando sobre la base de diluir la identidad de izquierda del PS y de centro o centroizquierda de la DC. El diálogo y acuerdo DC-PS debería darse a futuro sobre la base de la reubicación de ambos partidos en sus respectivos domicilios políticos.

El otro pulso que se vivirá en el próximo tiempo será por el propio espacio de la izquierda. Resta por ver si cuajará una izquierda por fuera de los partidos históricos y si la relación entre estas “dos izquierdas” será de confrontación o de competencia con cooperación. El Frente Amplio enfrenta sus propias definiciones, oscilando entre un discurso antineoliberal duro y un “ciudadanismo” soft que subsume el eje izquierda/derecha (con creciente predominio de este último).

En este esquema de acomodos y reacomodos, el “tercio” de la derecha es el que aparece más ordenado y compacto. Sin embargo, la apuesta de la DC por un candidato propio puede detener el crecimiento de Piñera hacia el centro. El deshielo binominal también alcanzará a la derecha no descartándose modificaciones significativas en la próxima etapa.

De la elección presidencial que viene se puede afirmar -quizás lo único- que se decidirá en segunda vuelta. Un entendimiento entre el centro, la izquierda y los movimientos ciudadanos capaz de derrotar a la derecha tendría que darse hoy en condiciones inéditas, en un país sin cultura de construcción de coaliciones y pactos en segunda vuelta. Habría que partir por desdramatizar la primera vuelta y diseñar una campaña con capacidad de diálogo, de generación de confianzas y de compromisos recíprocos entre identidades políticas distintas, que permitiera ir construyendo las condiciones para una confluencia exitosa en segunda vuelta. No se ve fácil. (La Tercera)

Ernesto Águila

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