El presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, publica ayer una columna donde dedica energía a instalar conflicto y división dentro de las oposiciones. En momentos en que las múltiples crisis que afectan a Chile invitan precisamente a lo contrario —a saber, agotar esfuerzos para construir unidad y mayorías que le den gobernabilidad al país—, su escrito parece responder al temor de perder adhesión en algunos públicos a partir de la irrupción de Johannes Kaiser en las encuestas, a la reacción por sus malos resultados electorales y al empeño de exacerbar supuestas diferencias para intentar fundamentar el restarse de la unidad y llevar una candidatura propia a la primera vuelta presidencial. ¿Es eso lo que necesita nuestro país, cuando resulta evidente que urge pavimentar un cambio de rumbo el año que viene? ¿No se aprendió la lección de la equivocada pretensión que impulsó el Partido Republicano de llegar con más de un candidato a la primera vuelta de los gobernadores regionales? ¿No es el momento de postergar ambiciones y mezquindades, en pos del bien común de Chile?
Vayamos al fondo del asunto. Defender convicciones en una sociedad democrática obviamente implica tener claridad sobre los principios que nos mueven, dentro de los cuales se encuentra la defensa de la propiedad sobre las cotizaciones previsionales y del ahorro de las personas. No hemos estado ni estaremos por incorporar lógicas de reparto estatal al sistema previsional, porque esto supone ideas equivocadas, regresivas y carentes de evidencia técnica que las respalden. Pero el punto no es ese. El defender convicciones no es pretexto para no hacerse cargo de los problemas, omitirse del diálogo y resignarse a ser minoría, contentándose con el inmovilismo del statu quo. Esas lógicas cómodas y autocomplacientes desconocen que lo central de la política es propiciar en los hechos la promoción de las ideas que se proponen, empatizando con los dramas sociales, construyendo respuestas sólidas y conformando mayorías que las hagan viables. Por paradójico que suene, lo “valiente” no es atrincherarse en hablarles a los propios y congraciarse con eso, sino exactamente lo contrario: es tener la audacia para ir al encuentro de los distintos y construir soluciones coherentes a los principios, rigurosas técnicamente y capaces de concitar voluntades mayoritarias.
Es un hecho de la causa que tenemos desafíos pendientes a propósito de aumentar las cotizaciones, mejorar las pensiones y terminar con la injusticia que implica el que una mujer por más que cotice lo mismo que un hombre, obtenga una pensión cuyo monto es un 11% menor si se jubila a la misma edad. Como Chile Vamos nos tomamos muy en serio esos problemas y por lo mismo llevamos un buen tiempo intentando construir soluciones que resguarden la propiedad sobre las cotizaciones y, al mismo tiempo, den respuesta a los actuales pensionados y a las mujeres (especialmente, las cuidadoras). Pensamos que la tarea de ser oposición es esa: ser firmes y eficaces cuando se trata de concitar mayorías para rechazar malas ideas —como ocurrió con la reforma tributaria y con el desastre constitucional de la Convención—; y ser empáticos, proactivos y convocantes cuando se trata de solucionar temas de Estado como la delincuencia, las pensiones y la fragmentación política, por mencionar algunos.
No hay mayor caldo de cultivo al populismo y a la demagogia que el inmovilismo cómodo y disociado de las urgencias sociales, por más que se le vista con vehemencia y grandilocuencia.
Juan Antonio Coloma
Diego Schalper
Francisco Undurraga
Diputados Chile Vamos