Me sorprende la gente de derecha que manifiesta la intención de votar En Contra el 17 de diciembre. Aprecio el trabajo por las ideas de la libertad que han realizado personas como Tere Marinovic o Vanessa Kaiser e intento, sin éxito, entender sus razones. Una de ellas sería que el proyecto aprobado por el Consejo consagraría principios ideológicos de la izquierda radical. Me parece exagerado y no lo veo así. ¿Además, por qué entonces toda la izquierda se alinearía en contra de una Constitución que les entregaría ese regalo?
Simplemente no tiene lógica.
Otro argumento es que el proceso tiene un origen ilegítimo, pues fue impuesto bajo amenaza de la violencia. Es el más cercano a convocarme, pero insuficiente. La verdad es que hasta ahora no hemos tenido una Constitución elaborada por un cuerpo elegido democráticamente y creo que no es un requisito indispensable. La izquierda lo exigía cuando la Constitución no era de su gusto y ahora que fue escrita por el órgano colectivo con votación más alta de nuestra historia, se les olvidó esa exigencia.
Votar En Contra porque engañaron a la mayoría prometiendo que la Constitución era el problema no me parece razón suficiente: si gana el A Favor habrán ido por lana y salido trasquilados. Tampoco me parece conducente un voto de castigo a Chile Vamos porque se farrearon la celebración del Rechazo y nos llevaron a un nuevo proceso en el que quizás perderemos la mayoría. No conocemos el contrafactual y terminar con esta Constitución sería un triunfo.
Siempre hay algo de la Constitución que no te gustará, pero este no es un proceso para darse gustos. Los efectos sobre el país y su política son importantes y la aprobación sería un triunfo para la derecha. Si gana En Contra, la actual podrá modificarse con un quórum de 4/7 (un 57%) que es muy bajo. ¿Me van a decir Vanessa y Tere que la izquierda no sumará ningún voto de Chile Vamos o del centro para modificarla? Esos cambios serían, sin duda, contrarios a las ideas de la libertad y quedaríamos con una peor Constitución.
Hay que considerar el efecto sobre la inversión que tendría el triunfo del En Contra, que sería fuertísimo. Prolongar la incertidumbre le haría mal a la economía. Es cierto que la izquierda seguirá intentando cambiar la Constitución, pero les sería más difícil hacerlo con quórums mayores y debilitados políticamente. En las elecciones hay que votar por opciones reales y no por alguna que uno imagine o sueñe, pero no está en la papeleta del voto.
No soy un fanático de la Constitución aprobada por el Consejo, ni creo que resolverá todos nuestros problemas ni mucho menos; pero es, con distancia, la mejor opción política que enfrentamos el 17 de diciembre.
Quienes somos de derecha no podemos darle un triunfo a la izquierda, no se me ocurre realmente una buena razón, de bien público, para hacerlo. (El Líbero)
Luis Larraín