Un nuevo escándalo de corrupción se registra en Argentina, luego de que la justicia de ese país ordenara la detención de cinco ex funcionarios kirchneristas y seis empresarios, en el marco de la investigación por una supuesta asociación ilícita que durante unos diez años recorrió las calles de Buenos Aires en busca de bolsos llenos de dinero proporcionados por las empresas contratistas de obras públicas.
La investigación, hecha por el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, ya ha sido descrita como un posible «Lava Jato argentino«, en alusión al polémico caso por corrupción desatado en Brasil y que tiene en la cárcel al ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, al ser acusado de recibir sobornos de parte de la empresa constructora OAS.
La indagatoria involucra a los ex presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández y al ex ministro de Planificación Federal Julio de Vido, uno de los hombres más fuertes en los 12 años de kirchnerismo que se encuentra detenido desde 2017, así como a su círculo más cercano.
Asimismo, están implicadas muchas de las compañías constructoras y energéticas más importantes de Argentina, quienes habrían entregado millones de dólares en efectivo, los que eran distribuidos en bolsos y que, según los investigadores, terminaban en el domicilio particular del matrimonio Kirchner o en reparticiones estatales, según informa La Nación.
Es por ello que, tras la orden del juez Bonadio, a las 04:30 horas de este miércoles (03:30 en Chile) la policía detuvo a Roberto Baratta, ex mano derecha de Julio de Vido, y otros ex colaboradores del Ministerio de Planificación.
Así, también fueron detenidos el ex subsecretario de Legales de la cartera, Rafael Llorens; el ex director de la empresa estatal Energía Argentina SA. (Enarsa), Walter Fagyas; el ex empleado de la oficina de De Vido Nelson Lazarte y el ex funcionario de la Jefatura de Gabinete Hugo Martín Larraburu.
Del mismo modo, fueron arrestados diversos empresarios de empresas constructoras y energéticas, como Gerardo Ferreyra y Luis Neyra de Electroingeniería y Héctor Sánchez Caballero, de Iecsa.
Asimismo, la ex Presidenta Cristina Fernández fue llamada a declarar el próximo 13 de agosto, junto a otros ex funcionarios como el ex secretario privado de De Vido, José María Olasagasti, Oscar Parrilli y Juan Manuel Abal Medina , además de empresarios como Rudy Ulloa Igor y Juan Lascurain, complementa La Nación.
La causa se inició tras una investigación del mencionado medio en base a los registros de Oscar Centeno, un chofer de Roberto Baratta que durante los 10 años que trabajó en el ministerio recabó en cuadernos una serie de nombres, montos, direcciones, fechas y lugares donde se hacían las transacciones. Estas notas del conductor eran ignoradas por el resto del Gobierno.
La Fiscalía estima que por el automóvil de Centeno -que fue detenido la tarde del martes- pasaron unos 160 millones de dólares, aunque los indagadores concluyeron que podría ser una cifra mucho mayor si se consideran operaciones cuyos montos no fueron inscritos en los mencionados cuadernos. Ahora, el chofer deberá comparecer ante la justicia, y se estima que podrían ocurrir nuevas detenciones.
DESDE KIRCHNER A CRISTINA
Tras el destape de un nuevo caso de corrupción en Argentina -que ya se vislumbra como el «Lava Jato» argentino, en alusión a la trama brasileña de sobornos- surgen antecedentes respecto del modus operandi de esta asociación ilícita que habría obtenido millones de dólares de forma ilícita e involucraría a los ex Presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y a ex funcionarios de sus respectivos gobiernos.
El caso comenzó tras una investigación del diario argentino La Nación en base a los cuadernos de Oscar Centeno, chofer de Roberto Baratta, ex subsecretario de Coordinación y Gestión durante la época kirchnerista y mano derecha del entonces ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.
En ese material, se detallaba el pago de coimas por parte de empresas del sector energético y de la construcción a personeros del Gobierno.
Las anotaciones permitieron continuar con una investigación que develó una trama de corrupción que sumaría el pago de sobornos por más de 160 millones de dólares a través de la entrega de bolsos con dinero.
De acuerdo a la investigación, la operación ocurría a sabiendas de Cristina Fernández, quien tras la muerte de su marido en 2010 mantuvo las recaudaciones. Las recaudaciones Debajo del ex Presidente, y comandando todo, estaba Julio De Vido.
El ex ministro también se reunía frecuentemente con Kircher en la Quinta de Olivos y era el jefe directo de Baratta, quien era el encargado de seguir todos los movimientos de dinero y se reunía con los empresarios para coordinar los pagos. Su chofer, Oscar Centeno, fue uno de los personajes que recaudaban el dinero.
Bajo Baratta estaban Hernán Camilo Gómez, que trabajaba en el aparato recaudador; Nelson Lazarte, que era mano derecha de Baratta; y Ezequiel García, quien aparentemente presionaba a empresas del rubro energético para contratar a su compañía consultora.
Según los documentos investigados, fueron más de 30 los domicilios de donde se recogieron los bolsos con dinero. Todo esto se hacía a plena luz del día con automóviles registrados a nombre de la Jefatura de Gabinete o de empresas automotrices que prestaban vehículos a la Presidencia.
Entre los lugares de recolección de dinero se contaban estacionamientos de hoteles, edificios de oficinas o domicilios particulares.
Según los apuntes del chofer Centeno, éste se dirigía, con Lazarte, Gómez, García o Baratta, a un departamento ubicado en Buenos Aires para guardar el dinero. Acto seguido, después de que Baratta retiraba «su parte», los bolsos eran recibidos por Daniel Muñoz, el secretario personal de Nestor Kirchner, en el departamento donde actualmente reside Cristina Fernández.
De acuerdo al registro de Centeno, cuando lo recolectado superaba los 2 millones de dólares, Roberto Baratta y Julio De Vido iban personalmente a la Quinta de Olivos a entregarle el dinero a Néstor Kirchner, ocasión en la que le rendían cuentas y planificaban los próximos movimientos.
Después de la muerte de Néstor Kirchner, Centeno deja de escribir durante tres años, pero ya lo consignado en sus apuntes fue suficiente para destapar uno de los mayores escándalos del último tiempo en Argentina. (Emol La Nación)