Era una de las claves estratégicas en un mundo marcado por los movimientos marítimos. El Canal de Panamá, que en la década de 1940 era una joven maravilla de la ingeniería –fue inaugurado en 1914-, estuvo en la mira de las potencias que se jugaban el control del planeta en la II Guerra Mundial. Y un detalle que se revela a partir de los documentos desclasificados por la PDI es que esa obsesión también marcó de una manera especial a los agentes nazis en Chile.
De partida, el factor geográfico existente hacía a nuestro país y Argentina un lugar crucial en la planificación estratégica marítima: asegurar la neutralidad de ambas naciones era clave a inicios de la guerra pues, dado que Estados Unidos controlaba el Canal de Panamá, el único paso adicional entre los océanos Atlántico y Pacífico era el Cabo de Hornos.
Pero los reportes marcaban el interés por Panamá. En el Memorándum Confidencial N° 36, del 30 de junio de 1942, se señalaba que se había descubierto un intento de soborno a un funcionario chileno para recoger información sobre el canal de Panamá.
Estados Unidos también aseguraba que la Alemania nazi tenía contemplado anexar Panamá “y nuestra gran vía de comunicación, el canal”, como uno de los cinco estados en los que redistribuiría a Sudamérica si lograba expandir su dominio. Esto lo decía el propio presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt, asegurando que estaba en posesión de un “mapa secreto” del régimen de Adolf Hitler.
Otra palabra vinculada con el canal era “Cíclope”: era el concepto clave que, apenas se escuchara en los mensajes radiales de la red clandestina de agentes nazis, implicaba comenzar los ataques estratégicos que estaban previamente conversados. Entre ellos, el prioritario era, nuevamente, la construcción de Panamá.
Pero quizás el dato más curioso de la obsesión alemana con el canal de Panamá está en uno de los informes de la PDI sobre Albert Von Appen, el misterioso “Apfel” que lideraba la red de espías latinoamericanos del régimen nazi. En el documento del 21 de marzo de 1945 se habla de que Von Appen había pedido ser reemplazado en el esquema a fines de 1942, luego de que el Departamento 50 lo interrogara.
Y aunque la jerarquía había aceptado la decisión, ésta se congeló debido a que no había acuerdo sobre su sucesor: de hecho, el agregado aéreo y naval de la embajada alemana en Chile, Ludwig von Böhlen –quien era algo así como el “director administrativo” del espionaje- se inclinaba por un hombre de apellido Svennson, marino mercante que “le había propuesto que le consiguieran un barco, ya que él era capaz de llegar hasta el Canal de Panamá y volar allí el buque”. (La Tercera)