Detectan en la Antártica arsénico usado en minería del norte chileno

Detectan en la Antártica arsénico usado en minería del norte chileno

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El suelo de la Antártida exhibió arsénico proveniente de la minería chilena tras recorrer en el aire más de 6.500 km de distancia, según un estudio del Centro Polar y Climático (CPC) de Brasil difundido este lunes por un medio local.

La investigación -que se publicará en los próximos días en la revista Atmospheric Environment– comparó los datos históricos de producción de cobre de varios países mineros, incluido Australia, Sudáfrica y Chile, que evidenciaron que el arsénico que aparece durante el proceso de fundición del cobre y se esparce al aire,fue detectado en el hielo antártico proveniente de minas de cobre ubicadas mayormente en el norte de nuestro país.

El arsénico es uno de los contaminantes naturales más temidos del planeta y su exposición prolongada puede provocar en humanos distintos tipos de cánceres y otras enfermedades crónicas.

Franciele Schwanck, científica que lideró la investigación, explicó al diario La Tercera que los niveles de arsénico son muy bajos y no afectarían el ecosistema antártico.

“El transporte atmosférico a la Antártida es muy complejo y largo, más de 6.500 kilómetros, entonces parte del contaminante se deposita en el camino”, disminuyendo su impacto en su destino final, puntualizó la especialista.

En contrapartida, Schwanck alertó sobre la importancia de detectar el arsénico en suelo antártico, a miles de kilómetros de su origen, mayormente en el norte del país, lo que implicaría que en suelo chileno esos niveles serían más elevados.

Chile es el principal productor mundial del cobre -con casi un tercio de la oferta mundial del metal rojo- lo que pone el control ambiental en las minas al tope de las prioridades del gobierno y de las organizaciones civiles que reiteradamente han denunciado los efectos nocivos que la industria provoca al medioambiente.

La detección del arsénico en el continente blanco se suma a otros contaminantes con el uranio o el plomo, detectados en décadas pasadas, que amenazan el futuro del continente más puro del planeta.

 

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