El 18-O, el acuerdo del 15-N y el 80% de apoyo que obtuvo el Apruebo y la Convención Constitucional (CC) abren esperanzas de tener una nueva Constitución que abra paso a una sociedad más igualitaria y democrática. Amenazan esta posibilidad la lista unitaria de la derecha a la CC, las múltiples listas de la oposición, la retórica unitaria y la aplicación de la aritmética simple a la política de la oposición, pero, sobre todo, la falta de una real renovación de sus diferentes sectores.
Superar la actual fragmentación política requiere reconocer que la renovación es un desafío de todos. En primer lugar, para la ex Concertación que, más allá de los avances, falló en la renovación de sus liderazgos, abandonó la idea de sustituir el modelo neoliberal con un nuevo modelo de desarrollo y mantuvo y profundizó el sistema de AFP, un sistema injusto e ineficiente de salud y una educación desigual. Favoreció una creciente despolitización de la ciudadanía y del sistema político, y la idea que la deliberación política debía ser dejada a los “expertos”. Estos ocuparon los puestos de decisión sobre las políticas públicas, hicieron uso de la puerta giratoria y pretendieron ponerse por encima de la política. Una buena noticia puede ser la propuesta de la candidatura de Paula Narváez, que podría retomar los afanes de cambio de Bachelet II e iniciar una efectiva renovación.
En segundo lugar, también es necesaria la renovación de un importante sector de críticos del neoliberalismo, que siguen declarándose marxistas leninistas y no valoran la importancia de la democracia representativa (denostándola como simple democracia procedimental) como elemento insustituible del autogobierno ciudadano. La falta de renovación se traduce en la subestimación del acuerdo del 15-N y de la CC como instancia para la creación de una nueva Constitución. El que el comité central del PC sea paritario representa un aire de renovación que quizás puede proyectarse a otros ámbitos de su política.
En tercer lugar, el Frente Amplio (FA) no ha logrado materializar una fuerza real de cambios. La fragmentación que ha sufrido tiene que ver con la falta de comprensión de los cambios que ha sufrido la sociedad chilena y la profundidad de la desafección política de la ciudadanía, una visión ingenua de lo que significa la construcción partidaria y una perspectiva ideológica con muchos elementos setenteros que no termina de independizarse de los grupos no renovados de la izquierda tradicional. La participación de personas y partidos del FA en la búsqueda de una lista unitaria para la CC y la búsqueda de un precandidato presidencial propio son señales importantes de una mayor compresión de los desafíos que enfrenta el país. Avanzar en la resolución de estos desafíos es condición para alcanzar una nueva Constitución y un gobierno progresista. (La Tercera)
Eugenio Rivera