Harald Beyer, en su columna del lunes (“El problema del empleo”), aporta interesantes datos respecto de la evolución del empleo en Chile durante la última década, marcada por una fuerte caída de la tasa de empleo general, donde las personas menos afectadas son aquellas con estudios superiores completos, y un crecimiento excepcional del número de asalariados trabajando en el Estado.
Las cifras de Beyer, por cierto, llevan a otras preguntas: ¿Cómo se explica la gran diferencia en la caída de la tasa de empleo entre profesionales y no profesionales? ¿Crecen solo los sectores de mayor especialización o los profesionales están trabajando en oficios que tradicionalmente no requerían títulos, desplazando a los no profesionales? ¿El Estado se ha profesionalizado ampliamente, mejorando la calidad sus servicios y requiriendo un gran número de profesionales, o más bien está siendo usado como bolsa de empleo para los militantes con título de los partidos políticos que conquistan el gobierno?
En suma, la duda es si la economía y la burocracia chilenas se han vuelto más complejas durante la última década, a pesar del casi nulo crecimiento y el estancamiento de la productividad, transformando la estructura del mercado de trabajo hacia una economía del conocimiento que demanda un mayor número de profesionales, o si, por el contrario, la tendencia es hacia la inflación de títulos profesionales y el aumento del clientelismo estatal. (El Mercurio Cartas)
Pablo Ortúzar Madrid