El discurso de Milei en Davos es una fiel muestra de la esperpéntica mezcla de libertarianismo y conservadurismo. En él, por una parte, se apela a una idea ad hoc de Occidente, según la cual filosofías como las de Marx y Foucault no serían “occidentales” y personajes históricos como Voltaire, el Papa Pío IX y el filósofo libertario Robert Nozick se encontrarían en el mismo bando.
Pero además, por otra, Milei se demuestra incapaz de atenerse a la (defectuosa) definición de liberalismo que él mismo siempre esgrime (“el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo”) para defender la tolerancia y la diversidad de proyectos de vida, y, en su lugar, se empeña en levantar sospechas contra las minorías sexuales, y en especial contra las personas trans, asociándolas a la pedofilia y a la transexualización coactiva de los niños.
Después de escuchar el discurso de Davos, pareciera que para reducir la inflación y el tamaño del Estado es imprescindible arremeter contra las personas LGBT. Así las cosas, es de esperar que el propósito de Milei de cerrar el Banco Central no vaya acompañado del restablecimiento de la Inquisición. Por desgracia, su muy peculiar mezcolanza ideológica no garantiza, sin embargo, que ese no sea finalmente el caso. (El Mercurio Cartas)
Felipe Schwember
Faro UDD