No creo que exista señal más elocuente del desorden al interior del Gobierno que leer en paralelo las entrevistas dominicales que ofrecieron Carolina Tohá y Natalia Piergentili. Mientras la ministra del Interior insistía en que el resultado del 7 de mayo no había sido una derrota del Gobierno, la presidenta del PPD hacía un sentido llamado a reconocer los dos fracasos electorales que tienen al oficialismo atrincherado en menos de un 40%. Más allá de las polémicas expresiones de Piergentili -debidamente amonestadas por el sanedrín de la progresía en el que se ha convertido Tolerancia Cero-, sus dichos tienen una parte de razón que no debería ser ignorada por el Gobierno en el caso de querer revertir su pobre desempeño.
Piergentili acierta en evidenciar lo que en verdad ya debería haber advertido hasta el más desprevenido de los políticos: hoy en día no se pueden construir mayorías de espaldas al Rechazo. Pero el Gobierno insiste en elevar el fallido proyecto de la Convención Constitucional como la hoja que ruta que los llevará a la arcadia feliz del progresismo. El gran drama del Gobierno es que todos los partidos de izquierda cayeron en el mismo error. ¿De qué serviría integrar a la Democracia Cristiana de Yasna Provoste y Francisco Huenchumilla al Gobierno? ¿Sería una apuesta con vocación de mayoría?
Es cierto que el error de Piergentili fue menospreciar al fiel electorado que (sorprendentemente) sigue apoyando al Gobierno. Si algo aprendimos del Presidente Piñera es que es mucho peor tener un 9% de aprobación. La solución no está en abandonar a los feligreses que te siguen a todo evento, pero tampoco debería estar en comprar a cualquier precio la fidelidad de tus adeptos. Para eso existen los líderes: para orientar y dirigir a las bases, pero para eso hace falta visión y esto nos lleva al principal error que comete la presidenta del PPD.
El problema del análisis de Piergentili está en sugerir que los “monos peludos” son los otros: los destinatarios del mensaje del Gobierno. Pero lo cierto es que al interior de la coalición oficialista hay tantos monos como afuera de ella. Basta ver al “macho alfa” de la manada y su desmedida reacción ante una nota de prensa que describía el despliegue policial en una visita del presidente al Estadio Santa Laura. En lugar de buscar una aclaración, el presidente Boric no halló mejor estrategia que antagonizar contra el medio. Su fin principal no fue la verdad en la información, fue despertar a la barra brava.
El gran problema del Gobierno no son los “monos peludos”. El drama de Boric y los suyos reside en la dificultad de distinguirse de ellos, lo que socava su liderazgo. Si el Gobierno pretende recuperar la confianza y construir una verdadera mayoría, debe reconocer sus fracasos, escuchar a todas las voces e integrar a personas que vayan más allá del Apruebo. Solo así podrá encontrar una senda de soluciones efectivas para los desafíos que enfrenta el país. (El Líbero)
Juan Lagos