Era noviembre de 2012 y María José González (27) tuvo miedo: estudiaba segundo año de Enfermería en la Universidad del Mar (UDM). Había pagado la carrera de su bolsillo el primer año, trabajando de día como administrativa en un Centro de Salud Familiar (Cesfam), mientras que en la noche era alumna de vespertino.
El segundo año lo había cubierto con CAE, pero pagar la matrícula fue parte de su luto. Solo la pudo cubrir porque la noche en que esperaban 2012, su papá murió en un accidente automovilístico y el seguro pagó. Por eso, ese noviembre del señalado año, actuó rápido. No quería que todo el esfuerzo se fuera a la basura.
Ella era parte de los 20 mil alumnos que tenía la Universidad del Mar cuando en 2012 comenzó su proceso de cierre. El Ministerio de Educación anunció una temporada de reubicación de cerca de 7 mil estudiantes en 26 instituciones diferentes.
“El ministerio llegó con una lista de universidades a las que podían optar para matricularse por convenio, dentro de todas esas instituciones estaba la Iberoamericana, que estaba acreditada, tenía convenio con el ministerio y era uno de los aranceles más bajos, similares a la U. del Mar, o sea, como 2 millones 700 mil al año”, cuenta María José, ahora que se ve enfrentada a casi el mismo escenario que vivió hace un lustro.
La estudiante está ahora en cuarto año de Enfermería en la Universidad Iberoamericana, que –según dijo la ministra de Educación, Adriana Delpiano– atraviesa una situación financiera y académica que la llevaría a contar con un administrador de cierre.
Actualmente, el equipo jurídico que lleva a cabo la investigación sobre la U. Iberoamericana está terminando de analizar los antecedentes que la institución entregó en la fase de descargo, en pocos días más se cerrará la investigación y el Mineduc informará sobre la resolución.
“¡Quizás cuántas universidades más están mal! Lo único que pedimos es que, si nos van a reubicar, sea en una universidad de calidad, que alguien se encargue de fiscalizar, de ver cómo andan”, se queja Javier Mora (24), estudiante de tercer año de Enfermería.
Él estaba en primer año de Enfermería en la U. del Mar cuando le dijeron que esta se cerraba.
DEJA VU
El cierre de la Universidad del Mar fue una bomba para Javier, que siempre ha vivido en Lampa y para quien solo el traslado le significaba un sacrificio. Igual que ahora, las escenas del día son: micro a las 6 de la mañana. Dos horas de viaje. Llegar hasta la sede en calle 18. Estudiar. Cumplir con sus labores como vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Iberoamericana. Volver a Lampa.
Y a ese círculo imparable de imágenes ahora le puede sumar la de olvidar. Olvidar que está en el mismo punto que en 2012, cuando se congeló su futuro como estudiante de la U. del Mar y todo lo que eso significaba.
“Yo era la primera persona de mi familia que llegaba a la universidad. Estaban todos muy orgullosos, por lo difícil que había sido también. Estudié en un colegio municipal de Lampa. Mi papá, que es soldador jefe en una empresa minera, tiene educación incompleta, igual que mi mamá, que es dueña de casa. Era un orgullo que yo estudiara”, relata Javier, sentado en un patio de luz en la sede de la Iberoamericana en calle 18, donde el aire se puede cortar con un cuchillo.
Pocos estudiantes circulan y, a pesar de las risas que salen de una sala de clases, todos parecen saber que la alegría puede ser pasajera.
“Queremos que, sea como sea la decisión del Mineduc, esto se solucione luego, pero que sea una solución concreta y bien hecha, sin parches. Si aceptan el plan de los inversionistas, que este sea estructurado y, si viene el cierre, que este sea programado y ojalá se realicen ubicaciones en universidades estatales. Lo único que queremos es una continuidad normal de la academia. Si es un cierre, queremos que sea una universidad de calidad, porque se cierra esa universidad y tampoco hay nadie que se preocupe. Imagínate nosotros”, dice Javier.
Y cuando dice «nosotros», se refiere a los demás estudiantes que escogieron la U. Iberoamericana para seguir estudiando cuando cerraron la U. del Mar. “En total, fuimos como 60 los que nos cambiamos”, comenta Javier. Acá tampoco les convalidaron años de estudios, sino que solo algunos ramos. Fue comenzar todo de nuevo.
“Por eso hablamos nosotros dos nomás”, dice María José. “A nuestros compañeros les da vergüenza decir que vienen de la U. del Mar, es como un estigma social”, aseguran. Por eso, mientras puedan mantenerlo oculto… No solo para los que estaban estudiando cuando se cerró, sino que para los que tienen un título en que se lee Universidad del Mar.
RESPONSABILIDAD DEL MINISTERIO
La situación de los ex estudiantes de la U. del Mar es similar. Hay quienes siguen pagando por carreras que nunca terminaron. Continúan corriendo letras y también el CAE.
“Si yo me meto al sitio de Ingresa, me aparece como primera deuda el CAE de la U. del Mar. Hasta me pueden embargar», señala María José.
Ella siente que los dejaron completamente solos: “Me podrían embargar por la deuda con esa universidad y además tuve tres años de retraso en mis estudios. Y nadie se ha pronunciado ni siquiera para preguntarme cómo estoy. Nunca he recibido nada. Eso, sin contar la angustia que sentí cuando de nuevo tuve que vivir esto. Sé que dejaron a una señora de apellido Garretón a cargo de la reubicación, pero jamás de los jamases me han llamado o me han ofrecido una beca. Nada. Pagué en la U. del Mar 2 millones 700 mil pesos de mi bolsillo y tengo que seguir costeándome la educación”.
Javier Mora muestra un mail que recibieron hace dos meses. Por encargo del rector Alberto Vásquez de la U. Gabriela Mistral, les hicieron llegar una propuesta formal para recibir a estudiantes de la U. Iberoamericana. Vásquez fue jefe de la División de Educación del Mineduc cuando en 2013 se debió enfrentar el cierre de la U. del Mar y la reubicación de los estudiantes.
“Hay muchos estudiantes que aceptaron la oferta de la Gabriela Mistral, pero no tienen una guía, un apoyo para ver tampoco cuál es el futuro de la Mistral. Todos entran en una especie de caos y a veces se toman malas decisiones. Es mucho mejor resistir y quedarse hasta el final en conjunto”, plantea María José.
Desde el Mineduc señalan que, durante el año 2013, el Gobierno de Sebastián Piñera hizo pública una nómina de instituciones acreditadas a esa fecha, en la que los estudiantes de la Universidad del Mar podrían reubicarse, “recibiendo la beca de reubicación que financió el Mineduc. En ese momento, la institución se encontraba acreditada y por ello fue parte de las instituciones que las autoridades del momento incluyeron en el listado”.
Sin embargo, en este Gobierno lo que se promovió para los estudiantes de la UDM fue la reubicación a través de convenios que se habían iniciado con 5 universidades: U. De Atacama, U. De Playa Ancha, UC del Maule, UC Silva Henríquez y U. de Magallanes. Además de la beca, se entregaron fondos institucionales a las casas de estudio para que ellas pudieran hacer programas de nivelación y apoyo para los alumnos.
“En el caso de los estudiantes que se matricularon en la U. Iberoamericana, si bien no fue esta administración la que hizo la recomendación señalada, sí es importante informar que en la eventualidad de una solicitud de cierre de la institución, todos los jóvenes podrán acceder a beca de reubicación que, gracias a la Ley de Administrador Provisional y de Cierre, ahora garantiza que la reubicación sea en instituciones de al menos 3 años de acreditación, con lo que se busca justamente cautelar que no vuelvan a ocurrir situaciones como las mencionadas. Cabe recordar de todas formas, que a la fecha, más de 7 mil jóvenes de la UDM se han titulado exitosamente”, señalaron desde el Mineduc.
Aunque ni Javier ni María José recibieron una beca. Su educación en la U. del Mar la pagaron. Ahora, en la U. Iberoamericana. Solo se preguntan quién responde por los años y los dineros perdidos. (El Mostrador)