El padre Joaquín Alliende reaccionó hoy a las declaraciones del cineasta Pablo Larraín respecto del Cardenal Errázuriz con una carta a El Mercurio en la que aclara la situación en la que ambos se encontraron, añadiendo que le cuesta mucho entender que «Pablo Larraín -excelente artista- haya caído en un tipo de perversión cultural que se desliza en ciertas comunicaciones sociales». El cura Alliende señala que la opinión del artista «objetivamente, es una triste bajeza. Subjetivamente, lo sabe don Pablo en su conciencia»
El siguiente es el texto de la carta publicada por El Mercurio:
Ya sabíamos que en ese filme, la verdad histórica no era lo más importante ni para Larraín ni para nadie. Ahora se ha comenzado a mostrar en pantallas, privadas o públicas. El cardenal Errázuriz, por sus ocupaciones en los últimos días, no podía haber conocido antecedentes comprobados sobre la película.
En ese fortuito y breve encuentro con el cineasta, como un gesto propio de dos chilenos que se encuentran fuera de la patria compartida, Larraín le alcanzó la estatuilla, la cual el cardenal tomó con un elemental gesto de cortesía. En ese momento, el cineasta (con vivacidad empresarial y olfato de publicista avezado) capturó sin permiso la imagen y, además, la subió de inmediato a Instagram.
Conociendo el peso y el lenguaje que comunicacionalmente implica aquello, Pablo Larraín debió haber ponderado en su balanza ética dos realidades: herir la honra de un pastor de la Iglesia Católica en Chile y una ética y una estética de la caballerosidad humana y cristiana. Por el otro lado de la balanza estaban tentadores beneficios, ni tan serios ni tan nobles. Pero esto no es todo. El texto de pie de foto es una exquisita canallada en la cual Larraín, conociendo profesionalmente las sensibles repercusiones en las plurales redes de la comunicación actual, utilizó el halo de su imagen en un momento de triunfo. Siempre mal usando la gentileza social y benevolente propia de la manera de ser del cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Me cuesta mucho entender que Pablo Larraín -excelente artista- haya caído en un tipo de perversión cultural que se desliza en ciertas comunicaciones sociales. Objetivamente, es una triste bajeza. Subjetivamente, lo sabe don Pablo en su conciencia. Y el Dios Vivo en su justicia, veracidad y misericordia por todos nosotros.