Eduardo Frei Montalva: la calidad de la política

Eduardo Frei Montalva: la calidad de la política

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Eduardo Frei Montalva, expresidente de Chile, nació y murió en el mes de enero. Nació el 16 de enero de 1911 y murió el 22 de enero de 1982. Ambas fechas, en Santiago de Chile. Tal coincidencia amerita recordarlo en estos días como una de las grandes figuras de nuestra patria.

Tal iniciativa podría resultar algo chocante, dado el ambiente tan negativo para la política, como el que vivimos. Pero, justamente por eso mismo, es inevitable y necesario relevar el tema, porque —a pesar de todo— la política no solo es una actividad natural del ser humano e indispensable para su convivencia, sino también una virtud personal propensa a vivirse y manifestarse cabalmente. Ante tal evidencia, después de preguntarse “¿puede funcionar el mundo sin política?”, el Papa Francisco se expresó así en su encíclica Fratelli tutti (numerales 176 y180): “Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”.

Las palabras del Papa no son un consuelo, sino la constatación de ejemplos vivientes en todos los tiempos y latitudes y motivados por ideales muy diferentes y antagónicos. Y Eduardo Frei Montalva fue uno de quienes encarnaron tales virtudes.

En efecto, recordando su figura, no solo se pueden describir —contra la tendencia de estos tiempos— las facetas positivas de la política, sino evocar cómo tales atributos han sido vividos por sus cultores. Y Eduardo Frei Montalva fue uno de ellos. Por sobre sus falencias y errores —propios de todo ser humano— y la afinidad o discrepancia con sus ideas —propias de todo pluralismo cabal—, el balance de su vida y el testimonio que dejó para nuestra historia son objetivamente positivos y ejemplares.

Desde luego, Frei Montalva dejó testimonio de su afán por conciliar en la práctica la congruencia entre el pensar y el actuar. Lo que Max Weber describió como el difícil equilibrio entre la pasión y la mesura, que todo político pleno debía dominar: “Conseguir que vayan juntas en las mismas almas la pasión ardiente y la mesurada frialdad”. O sea, sin abandonar las ideas, manejar con responsabilidad su puesta en práctica.

Por otra parte, Frei fue un ejemplo para combinar armónicamente su rol de líder de masas con su función de guía intelectual de su partido. Una cualidad inherente de toda persona que aspire a conducir un país democrático. Para demostrar tal atributo, solo basta remontarse a la soleada mañana del 21 de junio de 1964, cuando una multitud de cientos de miles de personas —especialmente jóvenes— se congregó en el entonces Parque Cousiño —actual Parque O’Higgins— en lo que se denominó Marcha de la Patria Joven, en un acto de cierre de la campaña presidencial de tal año.

Desde lo alto de la tribuna, el entonces senador Eduardo Frei Montalva se dirigió a la multitud diciendo: “Ustedes, jóvenes que han marchado, son mucho más que un partido, mucho más que un hecho electoral. Son verdaderamente la Patria Joven que se ha puesto en marcha”. Detrás de tal frase había mucho más que retórica de masas. Y la ovación que siguió a sus palabras iba mucho más allá que un respaldo a su persona. Era el respaldo a su mensaje. El llamado a realizar en Chile una revolución en libertad. Una transformación basada en una inspiración cristiana, no confesional. Una posición de vanguardia, más allá de las derechas y las izquierdas. Una concepción del ser humano personalista, superior al individualismo liberal y al colectivismo marxista. Una visión comunitaria, más allá del mercado y del Estado.

Eran definiciones de hace más de medio siglo, que se han visto matizadas por el paso del tiempo y de sus acontecimientos. Pero que debieran valorarse hoy, solo por haber sido planteadas como sustento de un mensaje político. O sea, valoradas por expresar lo que nunca la política debe omitir. Comunicar al pueblo en nombre de cuáles ideas se propone llevar a cabo un determinado programa de gobierno. Y así, para que el pueblo decida entre ideas y entre personas para llevarlas cabo.

La historia de la humanidad nos indica una enorme variedad de ideas y modalidades para regular la vida en común de las personas. Así como los problemas y tragedias y los enormes avances que tales sucesos han ocasionado para la vida humana. Y en medio de tales entreveros, en todas partes y siempre, sobresalen quienes han destacado en su empeño por participar en tales eventos, poniendo calidad en su afán. Calidad humana, calidad profesional y calidad política.

Uno de ellos, Eduardo Frei Montalva, murió en un día como hoy, hace 43 años. Que descanse en paz. (El Mercurio)

Mario Fernández Baeza