El Pentágono eliminó este jueves el veto al uso de ciertas bombas de racimo o fragmentación que tenía que entrar en vigor en 2019, extendiendo así indefinidamente su utilización.
Estados Unidos no ha suscrito la Convención internacional sobre Municiones en Racimo que entró en vigor en 2010, pero el Gobierno del expresidente George W. Bush se comprometió en 2008 a prohibir los modelos de bombas de racimo que fallasen en más del 1 % a partir del 1 de enero de 2019.
Las bombas de racimo son dispositivos que al activarse liberan un gran número de submuniciones, algunas con metralla, que pueden fallar en la detonación creando un peligro durante años para la población civil.
Además de EEUU, potencias militares como Rusia, China, India, Israel o Brasil tampoco han suscrito la Convención sobre Municiones en Racimo, que prohíbe el uso, producción, almacenamiento y exportación de estas bombas de fragmentación.
En su decisión de este jueves, el Pentágono justificó que no ha logrado desarrollar bombas de racimo que fallen en el porcentaje inferior al 1 % al que se comprometió EEUU en 2008, por lo que la prohibición de 2019 supondría una renuncia total a su uso.
Asimismo, el Pentágono dijo que las bombas de racimo «son armas lícitas con una clara utilidad militar».
«Aunque el Departamento busca desplegar una nueva generación de municiones más fiables, no podemos arriesgarnos a fracasar en una misión ni aceptar el potencial de mayores bajas militares y civiles por perder nuestras mejores capacidades disponibles», añadió.
Pese a las reticencias del Pentágono a eliminar las bombas de racimo de su arsenal, lo cierto es que prácticamente no las ha utilizado desde 2003 en Irak.
En la campaña que EEUU lideró en contra de la convención, dijo que los países que producen el 80 % de las bombas de racimo y son los más susceptibles de utilizarlas no han suscrito el tratado y no están limitados por ninguna prohibición. (DF)