Hace varios meses el gobierno envió al Parlamento un proyecto que busca reformar el sistema previsional que rige para la mayoría de los ciudadanos en Chile desde 1981. El proyecto estuvo congelado hasta que hace un par de semanas, en su intento de acomodarlo a las presiones que vienen desde la oposición, hizo algunos ajustes para así sacar adelante la iniciativa que busca mejores pensiones, sobre todo para nuestros ciudadanos más pobres, y mejorar los montos de ahorros destinados al periodo de retiro de todos los ciudadanos de este país.
El Ejecutivo ingresó indicaciones sobre el Consejo Público Autónomo, que tiene como misión licitar un 4% de cotización adicional, y donde podrán participar compañías de seguros, cooperativas, cajas de compensación y bancos, entre otras personerías jurídicas. Pero las AFP no podrán participar, parodiando el eslogan esgrimido por un grupo de extrema izquierda, organizador de innumerables marchas por varias ciudades del país.
El sistema actual es llamado un sistema de capitalización individual, el cual se basa en que quienes son parte de la fuerza de trabajo y, por ende, reciben una compensación por su trabajo, deben ahorrar en una cuenta individual, que a su vez se invierte en el mercado de capitales, de tal forma que los fondos ahorrados se devuelven cuando aquellos jubilan. Este sistema es administrado por las AFP.
Por el contrario, en el sistema de reparto, que existió en Chile y que quebró antes de la apertura del sistema de capitalización, quienes integran la fuerza de trabajo pagan impuestos que se acumulan en su mayor parte en compañías estatales, quienes reparten la recaudación una vez que los individuos jubilan.
El sistema de capitalización surge porque en una gran parte de las sociedades del mundo no existen incentivos claros para ahorrar para la vejez y la población presupone que el Estado se hará cargo de los jubilados, sobre todo aquellos más pobres. Esta es la razón que en aquellos países donde no existen sistemas de capitalización hay enormes déficits públicos asociados al financiamiento de la previsión social. Por otra parte, en los sistemas de capitalización individual aumenta el ahorro doméstico y, por lo tanto, aumenta la inversión y los países tienen mayores tasas de crecimiento sostenibles en el tiempo.
¿Por qué entonces hay críticas? Primero, por motivos ideológicos de sectores de la sociedad que descalifican al capitalismo y buscan organizar al país en torno a teorías socialistas. Segundo, porque existen ciertos parámetros que han probado ser insuficientes para producir rentas de jubilación razonables en algunos segmentos de la sociedad. Las dos razones fundamentales aquí son la baja tasa de cotización individual (10%) y las llamadas “lagunas” que implican que muchos trabajadores ahorran periodos insuficientes para un volumen de ahorro importante a ser utilizado en la vejez.
El 4% adicional busca correctamente aumentar el ahorro para la vejez, pero la oposición quiere que se genere un fondo “solidario” para financiar a las pensiones más bajas, es decir, quiere que se emule un sistema de reparto. De ahí la proposición del Ejecutivo sacrifica a las AFP, permite que la cuentas individuales privadas y estatales (el Banco del Estado) continúen funcionando, y sea la gente la que decida libremente donde colocara sus ahorros.
Por otra parte, los fondos acumulados en las AFP han servido para financiar la vivienda de millones de chilenos a través del financiamiento hipotecario. Así, millones de compatriotas de ingresos medios han podido financiar el sueño de la casa propia y, un porcentaje sustancial de aquellos, una segunda vivienda para descansar. No es clara la ligazón del nuevo ente estatal, las reglas de los fondos acumulados entre quienes ganen la licitación y su impacto en el financiamiento de las iniciativas del mercado de capitales. Supongo que aparecerán en el transcurso del debate.
El peor error para Chile y su gente sería volver a un sistema de reparto. Hay que mejorar el sistema de capitalización, para obtener mejores jubilaciones, la clave es el mercado del trabajo y los montos ahorrados, y en el intertanto, el Estado tendrá que apoyar a aquellos que tienen pensiones bajas, con impuestos generales y no con el ahorro de la gente para su vejez.
La proposición del Ejecutivo apunta correctamente a salvar el ahorro individual y la capitalización individual, pero un segmento de aquella oposición, la extrema izquierda, sabe que la clave para destruir el Chile con sistema capitalista y con crecimiento está donde se depositan los ahorros de los chilenos, libremente y con cuentas individuales. Mi abuelita me dijo hace muchos años que era un camello; un caballo producido por el Estado.
Alejandro Alarcón/El Líbero